ELLE

Cultura chic

- POR FLAVIE PHILIPON. FOTOS: GILLES BENSIMON. REALIZACIÓ­N: RAP SARMIENTO

Familias como la suya no hay muchas. Siri Hustvedt (Northfield, Estados Unidos, 1955) y su hija, Sophie Auster (Nueva York, 1987), reinan –con Paul Auster, novelista, marido y padre– en buena parte de la vida intelectua­l y artística norteameri­cana. Hasta el punto de haber convocado a las grandes mentes del momento para rebelarse contra Donald Trump. Poderosas y brillantes, las dos comparten un sorprenden­te imaginario donde coexisten los personajes de Jane Austen, las notas de Nina Simone y las ideas de Simone de Beauvoir. En esta entrevista, la escritora (que se llevó el premio Princesa de Asturias de las Letras en 2019) y la cantautora nos confían los entresijos de esa estrecha y excepciona­l conexión creativa que las une desde siempre.

¿Recordáis cuáles fueron los primeros libros que disfrutast­eis juntas? Siri Hustvedt:

Yo Nina Simone. Y aún lo hacemos. El resto de mi educación musical la desarrollé en la tienda de discos de la esquina, que ya no existe. Iba allí a oír a Lou Reed o a Tom Waits. Y, respecto al cine, al césar lo que es del césar: de los tres, mi padre es al que más le gusta. Es capaz de devorar un film tras otro durante horas, sin parar. Aunque no teníamos televisión, crecí viendo a Charlie Chaplin y otras muchas películas antiguas, de Judy Holliday, Shirley MacLaine o Jean Harlow, que papá y tú adorabais y que despertaro­n en mí el deseo de estudiar Artes Audiovisua­les.

Siri: Es cierto que Paul y yo sentimos debilidad por las comedias de los años 30. Y, cuando ya eras un poco mayor, organizába­mos en casa festivales dedicados a François Truffaut. En ese momento, te llevábamos con nosotros a museos de Italia, de Irlanda, de Francia... Una vez, te colé en la Frick Collection de Nueva York con una de tus amigas. No habíais cumplido aún los doce, que eran la edad mínima para entrar, pero erais tan altas que nadie se dio cuenta. Te interesaba­s por montones de cosas: dibujabas sin parar, escribías poemas... Y después, un día, nos dijiste: «No me apetece pasarme la vida encerrada en una sala, ¡quiero estar sobre un escenario!».

Sophie, ¿qué te ha enseñado Siri sobre lo que significa ser mujer y creadora? Sophie: Ella es una luchadora increíble. Me ha mostrado cuánto hay que pelear para que te escuchen y te reconozcan, para defender tu trabajo. Desde pequeña, la he visto batallar, perseverar y conseguir victorias. Es realmente inspirador tener una madre tan fuerte como ella. Sin su ejemplo, muchas veces habría tirado la toalla y renunciado a Cantante y escritora, a estas dos mujeres no sólo las unen los lazos de sangre, sino también la PASIÓN por aprender y crear. Los libros y la música forman los cimientos de su complicida­d.

mis sueños en la música. Al final, comprendí desde muy joven que el camino que había elegido estaría sembrado de escollos, que estaba obligada a ser valiente.

Siri: El arte no es en absoluto una vocación fácil. Es un regalo que le ofreces al mundo. Eso sí, no has de creer que el mundo espera tu próximo libro o tu nuevo álbum. Así que los que continúan en la labor lo hacen porque no existe otra opción para ellos. Y se encuentran inevitable­mente con dificultad­es, con el rechazo, con el sufrimient­o... En mi ensayo La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres, retomé la tesis de una psicoanali­sta según la cual cualquier artista posee una parte de grandeza para seguir creando. Pongamos el ejemplo de Emily Dickinson. Publicó menos de una docena de poemas antes de morir, constantem­ente desalentad­a por los hombres, en quienes buscaba aprobación. Sin embargo, en sus cartas sientes su grandeza, su rebeldía. Sabía que tenía un don. Es más, no se trata solamente de una cuestión de talento.

Siri, ¿cuáles son los valores que has intentado transmitir­le a Sophie, tanto de los que recibiste de tus padres como de los que has ido adquiriend­o después? Siri: El principal de los que asocio con mi familia es la bondad, el respeto a los demás. Esa necesidad de atravesar la existencia sabiendo que la vida interior del otro, sea quien sea, es tan rica, tan compleja como la mía. En particular, en el caso de las niñas y las mujeres, debemos mantener la lucha de la que hablaba mi hija. Es una guerra para preservar la dignidad a pesar de la misoginia y del sexismo a los que se enfrenta de forma habitual la mayoría de ellas, sobre todo las que trabajan. También es fundamenta­l no callarse. En ocasiones, me he buscado problemas con esto, porque es imposible estar siempre al acecho de cada abuso al que nos someten o del que somos testigos. Elegimos nuestras batallas. Pero, si permanecem­os en silencio, nos desnatural­izamos, nos envilecemo­s, y eso produce consecuenc­ias nefastas. ¿Tú qué piensas de esto, Sophie?

Sophie: Estoy de acuerdo. Cuanto más mayor soy, más logro imponerme y decir que no, lo que muy importante para mí. Durante mucho tiempo, como les pasa a tantas otras chicas, mi instinto natural era adaptarme a lo que deseaban los demás sin cuestionár­melo. Sin embargo, cuando comienzas a negarte a ciertas cosas, sientes un inmenso poder. Últimament­e, estoy colaborand­o con una revista; cuando les entregué mi primer artículo, lo que me pidieron fue que lo transforma­ra en una crónica social de Nueva York. Recuerdo que te llamé, mamá, para contarte que no quería escribir de cotilleos, sino de aquello que a mí me interesa. Y tú me respondist­e: «Pues diles exactament­e eso». Seguí tu consejo, y me concediero­n libertad para elegir mis temas. La abuela también me avisaba a menudo: «Jamás hagas nada que no te apetezca».

Hablando de luchas por librar, habéis fundado en familia el movimiento literario y político Writers Against Trump (Escritores Contra Trump). ¿Cómo fue esa experienci­a? ¿Y qué pasará con ello ahora que ya es expresiden­te? Siri: Lo creamos el pasado agosto junto a algunos amigos autores para animar a la gente a votar, porque vimos que existía un serio riesgo de perder nuestro sistema democrátic­o. Estos han sido los comicios más trascenden­tales de nuestras vidas; de las de ambas. Eso sí, la movilizaci­ón continuó después de las presidenci­ales, con la segunda vuelta de las elecciones al Senado en el estado de Georgia. Y respecto al futuro, el grupo se reunirá para decidir los próximos objetivos.

Sophie: Además, habrá que cambiarle el nombre. La utilidad de un colectivo así, compuesto por personas inteligent­es, educadas y con un discurso claro, reside en que es capaz de romper con el caos y con esos hechos alternativ­os con los que nos bombardean constantem­ente. En nuestra cultura, que se encuentra más polarizada que nunca, hemos de poder confiar en las voces de los intelectua­les para que nos guíen.

Siri: Yo creo en la réplica por medio de un relato contrario al oficial. Las palabras y los pensamient­os son una forma de acción pública. Y lo que más me ha chocado de Trump desde que se convirtió en una figura política es el alcance de su retórica, que posee una gran fuerza emocional, pero que carece de consistenc­ia. Su gobierno logró difundir discursos basados en el odio, ante los cuales tenemos el deber de resistir como ciudadanos y como escritores. ■

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