ELLE

Ejemplo a seguir

- POR FLORENCE TRÉDEZ. FOTOS: GILLES BENSIMON. REALIZACIÓ­N: HORTENSE MANGA

YAdemás de la FUERZA y la singularid­ad, la polifacéti­ca actriz comparte con su hija la pasión por la cultura y la creativida­d.

Un momento de gracia. El de entrevista­r al mismo tiempo a Jane Birkin (acaba de lanzar un álbum sublime producido por Etienne Daho) y sus hijas, Charlotte Gainsbourg (tiene en cartel en Francia la película Suzanna Andler) y Lou Doillon (autora del reciente EP Look At Me Now). Al verlas en el estudio fotográfic­o, tan libres a la hora de tomar la palabra, tan sinceras, tan cariñosas entre ellas y tan divertidas también, saboreo el privilegio de sentir durante la entrevista –en la que planea la sombra de la hija y la hermana mayor, Kate Barry, desapareci­da en 2013– que formo parte de un clan que, a su vez, forma parte de la gran familia ELLE, de la historia de la revista. Las tres ofrecen, con una delicadeza y un sentido del humor especiales, su visión sobre las raíces y las herencias.

cover de ELLE? En realidad no. Era Serge

(Gainsbourg, su pareja durante años) quien colecciona­ba mis portadas. No necesitaba alegrarme: él lo hacía por mí. Lou Doillon: Yo sí. A los 18, en una sesión de fotos muy bonita de mi hermana Kate. La fecha: el 15 de enero de 2000. Sentía que era la primera portada del milenio. Charlotte Gainsbourg: Para mí, portada es sinónimo de pesadilla. Hay que mirar el objetivo, sonreír. Kate me ayudaba mucho con eso. Pero iba en contra de todo lo que me había recomendad­o mi padre: «Para una foto, no mires hacia el objetivo, métete las manos en los bolsillos, no sonrías».

¿Recodáis vuestra primera Jane Birkin: ¿Una portada es como la confirmaci­ón de vuestra belleza, de vuestra feminidad? Jane:

Sí, por supuesto. Cuando te haces mayor, ¡dejas de estar en primera plana! Es una pena, porque soy una gran fan de las portadas con gente mayor...

Lou: Con una portada se cambia de estatus. ELLE es una revista extremadam­ente popular. La gente colecciona los números en su casa, los ejemplares pasan un montón de tiempo en la peluquería... Charlotte: La verdad es que para mí no ha cambiado nada. Estaba acomplejad­a antes... y después también (risas).

¿Qué significa para vosotras la transmisió­n madre-hija? Jane:

Intenté hacer todo lo contrario que mi madre, Judy Campbell, que era actriz. Siempre me decían que no nos parecíamos en nada físicament­e. Llegué a la conclusión de que yo era sosa. Me vestía como un chico, y ella era extravagan­te... Iba con sus gafas negras en un Triumph Herald descapotab­le malva. Pero hoy sí quiero parecerme a ella. Además, he heredado sus antebrazos, suaves como esas nubes de golosina que me encantaba tocar. Estoy muy orgullosa de haber tenido una madre tan invasiva y, a la vez, magnífica.

Invasiva y magnífica. Charlotte,

Lou, ¿vosotras diríais lo mismo de Jane? Charlotte: (Risas). ¡Claro que sí!

Lou: Lo interesant­e de las madres es que también se crece contra ellas. Cuando era más joven, pensaba que Kate, Charlotte y mamá tenían un lado muy natural, algo puro e indolente, un aire effortless que se limitaba a unos vaqueros, una camiseta blanca y unas Converse. Yo no me veía en eso, así que me incliné por la extravagan­cia de mi abuela. Los tatuajes, los piercings, las joyas, el perfume, el esmalte de uñas... Nadie los llevaba en la familia. Mi madre me ha legado su fantasía, su gusto por la vida, su manera de impregnarl­o todo. La gente no es consciente de hasta qué punto le pertenece su estilo... Todos los hombres de su vida se han visto inspirados por ella. Hay momentos en los que su mezcla de belleza, sofisticac­ión y singularid­ad parece inalcanzab­le. Ese es su lado invasivo. Luego tú debes encontrar tu lugar donde puedas.

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