ELLE

Lo sencillo

- Amaya Ascunce Directora digital de ELLE.ES

Vamos a hablar de una novela fácil. Y de ninguna manera quiero que suene a una recriminac­ión. Todo lo contrario. Vamos a hablar de una novela que se lee sola, que te engancha y te entretiene. Y además está bien escrita. No sé por qué estas frases que llevo escritas en la columna resultan poco halagadora­s, simplonas. Imagino que porque dotamos a los libros difíciles del estatus de libros buenos con mayor rapidez. Lecciones de química, de Bonnie Garmus, no es difícil para nada. Leerlo me ha resultado como dar un paseo. «Allá por 1961, cuando las mujeres lucían vestidos camiseros, asistían a clubs de jardinería y transporta­ban a legiones de niños en automóvile­s desprovist­os de cinturón de seguridad sin pensárselo dos veces, cuando nadie sabía siquiera los movimiento­s sociales que traería consigo la década de los sesenta, y menos aún que sus integrante­s dedicarían los sesenta años siguientes a relatarlos, cuando las grandes guerras ya quedaban atrás y las clandestin­as acababan de iniciarse y el mundo empezaba a pensar de otra manera y a creer que todo era posible, la treintañer­a madre de Madeline Zott se levantaba cada día al rayar el alba con una sola certeza: su vida había terminado. Pese a todo, cada mañana se abría paso hasta el laboratori­o para prepararle la fiambrera a su hija». Así empieza y en ese primer párrafo se cuenta la premisa del libro: una mujer, que es química, tiene una hija, cocina y está triste. Pero la novela cuenta muchas más cosas. Habla del machismo en la ciencia y en el trabajo, de la sororidad y la envidia, habla de las convencion­es sociales como el matrimonio, habla de religión y de fe, de amor propio y ajeno y habla mucho de libertad. «La gente siempre anhela que le resuelvan de forma sencilla la complejida­d de sus problemas. Es mucho más fácil tener fe en algo que no se puede ver, tocar, explicar o cambiar que en algo que de hecho sí puedes». Los libros complicado­s y tristes tiene muy buena fama en la historia de la literatura pero, en realidad, la sencillez y el humor suelen ser más complicado­s de encontrar. En especial el humor: «Cuando Calvin afirmaba no albergar odio ni rencor hacia nadie, lo decía de la misma manera en que algunos afirman que se olvidan de comer. Es decir, mentía». Disfruten del paseo.

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