Emprendedores

Viaje con nosotros y disfrute...

Los tiempos de la satisfacci­ón del cliente como dogma del marketing han dejado paso a un concepto más potente: la experienci­a de usuario. Te explicamos cómo es su viaje a través de tu producto y cómo mejorarlo.

- TE X TO: ISABEL GARCÍA MÉNDEZ

Te explicamos cómo desarrolla­r una estrategia de experienci­a del cliente acertada. O lo que es lo mismo, la nueva forma de entender la satisfacci­ón del cliente optimizand­o su relación con tu empresa en todos los aspectos.

Acudir a una estación de servicio para repostar y que te atiendan de forma rápida, limpia y cómoda provoca la satisfacci­ón del cliente. Que, al encenderse la luz de la reserva, en tu móvil se active una app que te indica la estación de servicio más cercana; que al repostar te reciba un personal amable, aseado, dispuesto y sonriente y que al pagar puedas hacerlo con el móvil para evitar colas y acumules descuento, eso es experienci­a del cliente.

“La satisfacci­ón tiene que ver con dar solución a una necesidad, la experienci­a con entender que le debo generar un recuerdo”, explica Juan Gasca, CEO de ThinkersCo. O, en palabras de Conrad Llorens, CEO de Summa Branding y presidente de Aebrand, “satisfacci­ón tiene que ver con producto y experienci­a con relación. Y esa relación se produce mucho antes y mucho después de la compra”. Es el triunfo del customer journey, el viaje del cliente a través de nuestro producto, “que abarca todo el recorrido de compra desde la fase de precompra, a la de compra y postcompra”, detalla Josep-Francesc Valls, catedrátic­o de ESADE. “Yo veo el customer experience como la Revolución Francesa de las empresas: es bueno para la compañía, ya que vende más; para el cliente, porque ve satisfecha­s sus necesidade­s; y para el empleado, porque recibe felicitaci­ones. Los clientes nuestros que lo han hecho han incrementa­do las ventas en un 19% y la satisfacci­ón del empleado ha mejorado un 75%”, defiende Alberto Córdoba, socio director de Xperience by Lukkap.

CÓMO HACERLO Como recuerda el director de Xperiencie by Lukkap, “satisfacer al cliente es un resultado; la experienci­a es toda una metodologí­a de gestión, un proceso de trabajo”. Y las fases de ese proceso son:

Identifica­r todas las fases de relación del usuario con nosotros es fundamenta­l para ver dónde podemos diseñar nuevos modelos de interacció­n

FASE 1: IDENTIFICA­CIÓN “El cl iente debe esta r siempre en el cent ro de la reflexión”, señala Javier Vidorreta, fundador y director de Diseño de Vidorreta Design. Hay que conocer al cliente, cómo piensa, qué siente, qué quiere, qué necesita, cómo es, cómo se acerca a nosotros y, sobre todo, cómo se relaciona con nosotros. Identifica­r absolutame­nte todas las fases de la relación del cliente con nosotros. Y este periplo va desde que siente la necesidad, hasta que se acerca a nosotros, nos observa, nos lee o nos ojea, compara soluciones, las acepta, nos consume, se convierte en cliente y se relaciona con nosotros tras la venta. “Hoy en día existen múltiples tecnología­s para ver la trazabilid­ad del cliente. Es el llamado pasillo o mapa del cliente”, recuerda Gasca. Todos estos datos debemos recabarlos para identifica­r dónde podemos diseñar nuevos modelos de interacció­n.

Para explicarlo, vamos a recurrir al ejemplo que propone Córdoba desde Xperience by Lukkap: tenemos

“Para trabajar la experienci­a, nos centramos en la especializ­ación y el buen ambiente”, señala Aniento

una tienda de electrodom­ésticos y nuestro cliente va a comprar una televisión. En este proceso, Córdoba identifica siete momentos y en cada uno propone realizarno­s preguntas y, si es posible, realizárse­las al cliente:

-Entrada: ¿Qué impresión le causa el escaparate? ¿Le pareció agradable el ambiente?

-Oteo: ¿Se distinguen bien los precios y modelos? ¿Encontró bien la sección?

-Exposición de necesidad: ¿Pudo localizar fácilmente a alguien que le ayude?

-Alternativ­as: ¿Me ofrecen diferentes alternativ­as que se ajustan a mis necesidade­s?

-Comparació­n: ¿Me explican curiosidad­es de ese producto?

-Visualizac­ión: ¿Me ofrecen la posibilida­d de ver el producto en mi casa?

-Decisión: ¿Me facilitan el pago por móvil? ¿Agilizan las colas para pagar?

Se identifica una necesidad y cada uno de los momentos por los que pasa mi relación con el cliente para la satisfacci­ón de esa necesidad y se pregunta sobre hechos y percepcion­es para mejorar, punto por punto, esa experienci­a. Puedes utilizar muchas herramient­as para recabar y gestionar los datos, desde la investigac­ión de mercado tradiciona­l, hasta análisis de comportami­entos, los Net Promoter Score (herramient­as que valoran no ya si está satisfecho o no, sino cuánto de satisfecho está para recomendar­nos), vinculació­n con la marca, herramient­as de CRM. “La Gestión de Datos Maestro es una herramient­a pensada para gestionar toda la informació­n de los clientes y que sea de calidad”, recuerda Dufour, especialis­ta en esta tecnología.

FASE 2. DISEÑO Una vez identifica­do el cliente y su necesidad e individual­izados cada uno de los momentos de su relación con nosotros, se trata de aplicar mejoras en cada una de esas etapas para dar como resultado una mejora global de todo el proceso. En palabras de Gasca, consiste “en identifica­r los puntos de valor/ganancia que pueden aplicarse en cada una de las fases”. “Es la fase de conceptual­ización, en la que proponemos ideas y soluciones que desarrolla­n la experienci­a de usuario y que, gracias al estudio previo, no son ideas aleatorias sino fundamenta­das”, resume Vidorreta.

Siguiendo con el ejemplo de la televisión, si en la fase de Entrada, los empleados saludan al cliente y le reconocen (en el caso de que sea recurrente), ya cambia la impresión. Si en la fase de Explicació­n, le preguntamo­s cómo es el mueble del salón para la tele o qué tipo de programas ve, también mejoraremo­s la experienci­a. Y si en la fase de Decisión, por ejemplo, le doy tres o

cuatro consejos para que saque el máximo partido al aparato que se lleva o en la de Visualizac­ión le muestro en el ordenador cómo puede quedar en su salón, es seguro que el cliente saldrá encantado de nuestra tienda. En esta fase, es muy importante también “fijar los dos o tres mensajes claves que lo deben impregnar todo”, recuerda Córdoba.

“Hay que entrar en el corazón de tu cliente, no en su bolsillo. Ayudarle cada día un poco más”, explica Torres

FASE 3: IMPLANTACI­ÓN Detectadas las diferentes fases de la relación y las áreas de mejora, es el momento de aplicar la creativida­d y la innovación para optimizar la experienci­a del cliente. O en palabras de Córdoba, “pasar del momento Ought al momento Wow”. Es decir, en las relaciones con el cliente puede haber cuatro tipos de momentos: el Ought es cuando algo no cumple nuestras expectativ­as y nos enfadamos: hemos visto una televisión en un folleto, pero cuando llegamos a la tienda no está. El momento OK es cuando la empresa cumple con lo prometido: llegamos a la tienda y sí está la oferta señalada. De ahí pasamos al momento Oh, cuando haces algo que el cliente no espera: cuando le preguntas qué programas ve. Y en último lugar está el momento Wow, cuando hacemos algo que nadie más lleva a cabo: llamarle a los dos meses para preg untarle qué tal está usando la tele. Veamos ocho estrategia­s para mejorar la experienci­a:

-Impactos emocionale­s. Llorens pone el ejemplo de Disney: “En sus parques, Disney World genera una experienci­a 360 º muy coherente y atractiva para el público al que se dirigen (también padres). Además, of recen soluciones tecnológ icas como My Disney Experience, con las que puedes planificar y disfr utar del parque antes, durante y después. También la pulsera digital Magic Band permite personaliz­ar la experienci­a”.

-Presencia constante de la marca. Es lo que hace, por ejemplo, Apple. “Mantiene un nivel experienci­al muy alto con los clientes: todo es online o presencial y, cuando llegas a la tienda física, te pasean por ella para que puedas ver la exposición. Además, todo en la relación de la compañía con el usuario le hace sentir único”, explica Valls.

-Personaliz­ación máxima. “La empresa Munich de calzado deportivo, con su línea My Way permite que cada cliente personalic­e sus zapatillas. Y han adaptado sus procesos para poder dar respuesta a esta demanda personaliz­ada”, señala Llorens.

-Anticipand­o necesidade­s. Un buen ejemplo de ello es Lagunarum Asegurador­a. “Especializ­ados en el B2B, detectaron que lo que más les preocupaba a sus clientes era el análisis de riesgos, de manera que se pusieron a analizarlo­s todos en función de cada sector

y plantearon una oferta multiprodu­cto para ofrecérsel­o a sus clientes en cualquier momento de la vida del seguro y tuvieron mucho éxito”, apunta Córdoba

-Hospitalid­ad bien trabajada. Que el cliente se sienta escuchado, acompañado y seguido constantem­ente. Amazon es un buen ejemplo de ello. Igual ocurre con algunas entidades financiera­s como OpenBank, Banco Popular o el sistema de pagos 4B, con un departamen­to antifraude que se pone en contacto con el cliente cuando detectan un intento delictivo. “Singapur Airlines tiene una orientació­n al servicio total, desde que entras en contacto con la compañía hay un trato de mucha calidad”, comenta Llorens.

-Potenciand­o la exclusivid­ad. “La Roca Village y las Rozas Village están desarrolla­ndo unos protocolos que refuerzan mucho, en todo el recorrido de compra, la sensación de que el cliente accede a marcas premium a precios interesant­es”, explica Valls.

-Fuera miedos. Puede haber momentos de la relación difíciles de mejorar porque entra en juego el miedo. Para vencerlo en la compra online, Mediamarkt, por ejemplo, ha abierto “un espacio en Barcelona que es una tienda con stock para que te familiaric­es con la compra online”, señala Valls. En el caso de Iberia, para mejorar la experienci­a del vuelo han optado “por ampliar el papel del piloto: ahora es también él quien comunica los retrasos, cómo va a ser el vuelo, si hay previstas turbulenci­as…”, detalla Córdoba.

-Experienci­a 360. “A través de su portal Hipotecas.com, la UCI (Unión de Créditos Inmobiliar­ios) ha pasado de dar hipotecas a ayudarte en todo lo relacionad­o con la compra de una casa: cuál es el presupuest­o máximo que puedes permitirte, impuestos a pagar, cómo valorar tu casa vieja, qué inmobiliar­ia te interesa más, qué préstamo se adecúa más”, resume Córdoba.

Es muy importante que el cliente se sienta escuchado, acompañado y seguido constantem­ente

4ª FASE. MEDICIÓN Vidorreta lo sintetiza muy bien: “Una vez implantada la solución, es necesario hacer un seguimient­o activo y crítico de cómo está funcionand­o”. O como recomienda Gasca, “una vez aplicadas las áreas de mejora, analicemos si el NPS ha subido o no, volvamos a sondear al cliente para ver si han cambiado las valoracion­es”. Porque no medir, no trabajar con herramient­as que permitan valorar la interacció­n, no aplicar la inteligenc­ia a los datos, puede ser uno de los grandes errores de esta estrategia. “La clave para sacar el mayor rendimient­o a nuestra experienci­a de compra es a través del data. Como decía William Thomson: Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”, completa Tejero. /

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Además de medicinas, la farmacia que regenta Carmen Torres ofrece cambio para el parquímetr­o y usa emoticonos.
 ??  ?? De izda a dcha, Sergio Aniento, Jaime Pomar, Elena Lecha, Nacho Al-Kourdi y Alejandro Aniento, director general.
De izda a dcha, Sergio Aniento, Jaime Pomar, Elena Lecha, Nacho Al-Kourdi y Alejandro Aniento, director general.
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Singapur Airlines, Disney World o L as Rozas Village son algunas de las empresas que mejor trabajan la hospitalid­ad y la cercanía.
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En la empresa de cerámica de Juan Carlos Iñesta apuestan por las ventajas de que el usuario tenga contacto con la materia prima.

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