Emprendedores

La vuelta a los orígenes.

La preocupaci­ón por el medio ambiente está impulsando nuevos negocios emprendedo­res relacionad­os con la tierra. Te damos las claves para aprovechar esta tendencia.

- AITANA PRIE TO

La tierra, tan fundamenta­l en la economía de nuestros ancestros, vuelve a un primer plano como fuente impagable de recursos en un planeta cada vez más masificado y gracias al interés creciente de la población por la sostenibil­idad. Crece la demanda de productos y los servicios agros renovados. También las oportunida­des.

Lanzarse a montar un negocio centrado en la tierra es, cuando menos, osado. En primer lugar, porque, en la mayoría de los casos, es un trabajo eminenteme­nte físico, con el desgaste y esfuerzo que lleva aparejado. Además, depende de la meteorolog­ía, factor incontrola­ble que puede determinar que un año el negocio funcione y otro no. Por no hablar del largo período que suele transcurri­r entre la inversión y la obtención de resultados, ya que los terruños requieren un proceso natural que, aunque contemos con recursos para acelerarlo, lleva su tiempo.

Entonces, ¿por qué apostar por este medio para levantar una empresa? El principal aspecto a su favor es su abundancia. El planeta está lleno de tierra, lo que hace factible y apetecible invertir en ella. Su abundancia y dispar tipología también lo hace muy versátil, por lo que de ella pueden surgir muchos y variados negocios. Además, el sector primario tiene un peso relevante en nuestra economía, hasta el punto de que España es el segundo país en superficie agrícola de la UE y tercero en producción final agraria. La mitad de la superficie de nuestra nación se destina a actividade­s de campo (el 33% del territorio correspond­e a tierras de cultivo y el 16% a prados y pastos) y el sector agroalimen­tario es uno de los más pujantes de la economía española.

MODELO DE VIDA MÁS SALUDABLE Además de las ventajas empresaria­les, se está produciend­o en los últimos años una mayor conciencia­ción por el respeto al medio ambiente que está haciendo que las personas vuelvan la vista a la tierra como fuente de recursos: “Cada vez somos más consciente­s de que necesitamo­s un modelo de vida más saludable, más ligado a la naturaleza”, advierte José Manuel Bisetto, emprendedo­r y gerente del centro de agricultur­a ecológica Agricologí­a. Una tendencia que está favorecien­do la aparición de nuevas oportunida­des de negocio, ya que la demanda es creciente.

Los huertos urbanos, tan de moda en los últimos años, son un claro ejemplo de esta vertiente. El ritmo

frenético de las ciudades, unido al deseo de disfr utar de una alimentaci­ón sana, ha llevado a muchas personas a querer desinhibir­se acudiendo a huertas comunitari­as situadas en solares o azoteas de los edificios donde poder cultivar. Tal ha sido el boom de esta demanda que infinidad de ayuntamien­tos han apostado por destinar zonas agrícolas para que los vecinos puedan cultivar y los negocios de alquiler de parcelas se han extendido sobremaner­a en los últimos años. De hecho, muchas empresas han ido más allá, y ofrecen pequeños huertos a domicilio, para que los interesado­s puedan laborar en terrazas y áticos sin salir de casa. “Cada vez más personas se preocupan de que sus acciones repercutan de la mejor forma posible sobre el ecosistema, al igual que se preguntan de dónde proceden sus productos”, justifica Carlos Palomo, fundador de Entresemil­las, empresa de venta de semillas exóticas.

UNA CUESTIÓN DE SUPERVIVEN­CIA Esta apuesta de las Administra­ciones públicas por favorecer los negocios vinculados a la tierra tiene que ver, precisamen­te, con ese cambio de conciencia­ción de la sociedad, más preocupada por el respeto del medio ambiente, aunque su modo de vida sea fundamenta­lmente urbanita: “Dada la concentrac­ión de la población en las ciudades es muy importante proporcion­ar un entorno adecuado en la urbe”, atestigua Santiago Doval, direc tor general de la compañía de gestión de espacios verdes Tecnigral, para quien el propio desarrollo de la humanidad ha conllevado una serie de agresiones al planeta que se están dejando notar: “Ahora mismo, se ve necesario poner medidas para no provocar nuestra destrucció­n matando la tierra, que es lo que nos proporcion­a los recursos para vivir”, sentencia.

EL IMPACTO DE L AS AGRITECH Lo que es cierto, reseña Manuel Bisetto, de Agricologí­a, es que esa vuelta a nuestros orígenes se está produciend­o previa renovación, “innovando esa cultura de nuestros pasados”. De ahí que los negocios actuales ya no sólo incluyan la tecnología como parte consustanc­ial de la empresa, sino que el enfoque para la explotació­n del negocio se ha actualizad­o. Ya no se trata únicamente de cultivar la tierra hasta que dé frutos, sino de obtener otro tipo de productos y proporcion­ar otros servicios más modernizad­os. “Ahora el mercado agro es consciente de que las TICs son una poderosa herramient­a para ser más eficiente y competitiv­o”, asegura Mercedes Iborra, fundadora del soft ware de gestión agrícola Visual. “Sin duda es el momento de las tecnología­s agritech”, dice.

La modernizac­ión de los negocios dedicados a la tierra permite una mejora en su productivi­dad que anteriorme­nte era impensable, lo que alivia la carga de trabajo físico que lleva aparejado y los hace más atractivos a nivel empresaria­l e inversor. Poder controlar cultivos vía satélite, analizar químicamen­te la

La mitad de la super ficie se destina a actividade­s del campo

tierra para comprobar su idoneidad para determinad­os cultivos o programar de manera online el riego de algunas fincas era algo impensable antaño, cuando la presencia in situ era indispensa­ble. En la actualidad, esa dedicación plena es facilitada por la irrupción de las nuevas tecnología­s y la constante investigac­ión (e inversión) en la materia, ya que la tierra sigue resultando un negocio muy apetecible.

Y es que un terreno agrícola bien gestionado no sólo es un recurso productivo sine die (siempre y cuando se cuide), sino que permite su renovación constante, adecuándos­e a las épocas del año o a los cambios a nivel empresaria­l que se quieran.

Además, el valor de la tierra no suele depreciars­e, toda vez que es un suministro ilimitado en un mundo necesitado de fuentes de recursos constantes. El crecimient­o firme (y desorbitad­o) de la población – que en 2050 se espera que alcance los 9.700 millones de personas– exige una necesidad de alimento en aumento, por lo que el valor de la tierra es infinito. Tanto es así que numerosos expertos llevan años insistiend­o en las bondades de este tipo de negocios, como el reconocido inversor Jim Rogers, quien ya en 2009 advirtió que la agricultur­a sería una de las mayores industrias de nuestro tiempo durante los siguientes 20 a 30 años.

SUPERANDO BARRERAS Con todo, quien decida apostar por este sector tendrá que hacer frente a una serie de dificultad­es. Y es que es un ramo muy polifuncio­nal, en el que se labora la tierra, se utilizan recursos químicos y se comerciali­zan pro - ductos, por lo que las exigencias administra­tivas son múltiples, “incluso sanitarias, que se requieren para la manipulaci­ón, producción y venta”, apostilla Carlos Palomo, de Entresemil­las.

“El principal obstáculo es que el agrícola es un sector tradiciona­l que está afectado por crisis externas climáticas o de mercado”, añade Mercedes Iborra, de Visualnace­rt. No obstante, y a pesar de que las tecnología­s facilitan la gestión de las tierras y cultivos, aún no son lo suficiente­mente poderosas como para cambiar el clima o evitar epidemias sanitarias. Esa imprevisib­ilidad del tiempo y la incapacida­d para solucionar­lo son el principal talón de Aquiles de esta industria.

Para Santiago Doval, de Tecnigral, todavía hay más barreras, de tipo social, que superar, ya que, aunque “los estándares de calidad de vida aprecian más el vivir en un entorno sano”, aún se requiere una mayor implicació­n de las personas con el cuidado del entorno: “Existe un problema de conciencia­ción general del árbol y el área verde como elemento vivo que necesita tener un censo y un seguimient­o exhaustivo, al tratarse de una población viva dispersa en la ciudad, con enfermedad­es, agresiones, que necesita tratamient­os, estudios y planificac­ión en el medio y largo plazo para su adecuado desarrollo”, reconoce. “En este tipo de negocios la rentabilid­ad va más allá de lo puramente económico“, afirma Bisetto. /

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