Emprendedores

Francesc Adam,

En 1967, Francesc Adam, un químico de 27 años y Francisco Muria, un comercial, fundaban Montibello. Cincuenta años después, la compañía continúa en manos familiares y es un referente en el sector de productos de belleza para profesiona­les del cabello.

- JOANA URIBE

fundador y gerente de Montibello, nos cuenta cómo esta empresa familiar ha conseguido mantenerse con éxito más de 50 años en el mercado de la belleza profesiona­l para el cabello.

Cuando en 1967 se fundó Montibello, en España se había iniciado ya el desarrolli­smo y los jóvenes emprendedo­res que la crearon se encontraro­n un mercado que despegaba. Decidieron centrar el eje de su empresa en el sector profesiona­l. Sus clientes serían los peluqueros, no el consumidor final ni perfumería­s, copados por las grandes multinacio­nales del sector, como pasa también hoy en día.

Tras 50 años, la empresa sigue trabajando en el mismo target de mercado, los profesiona­les de la belleza, y han llegado a situarse en el liderazgo en penetració­n por número de clientes, unas 12.000 peluquería­s y 3.000 centros de estética.

Entre champús, plis y lacas avanzaron al inicio pero, a poco de empezar su andadura, Francesc

Adam formuló un nuevo tinte que fue crucial para el éxito de la compañía. Se vendía bajo la marca Diapo y fue la punta de lanza para diferencia­rse de los demás e introducir­se en los salones. El tinte es además un producto que ayuda a fidelizar a los clientes y ancla la marca en la peluquería. En poco menos de 15 años los situó en el primer lugar entre las firmas españolas. En facturació­n seguían por delante las multinacio­nales, pero en penetració­n por clientes, ellos. Hoy el tinte representa el 60% de la cifra de negocio de la compañía mientras en la mayoría de empresas del sector está en un mínimo del 50%.

ELEVAR LA GAMA

Hace unos 11 años la compañía decidió iniciar unos cambios estratégic­os para reposicion­arla. Hasta entonces, Montibello se había situado en una gama media y media baja. Querían pasar hacia media alta. “Intuíamos que en el segmento más bajo habría bofetadas y nosotros teníamos potencia, capacidad y marca para situarnos en un nivel más alto”, explica Francesc Adam.

Por otra parte, las multinacio­nales se dirigían cada vez más hacia el gran consumo, aunque manteniend­o fuertes posiciones en el segmento de peluquería­s. Había que diferencia­rse hacia arriba. Por el camino se les cruzó la crisis económica, que redujo el sector con importante­s caídas de mercado. Especialme­nte duro fue 2009 y luego en 2012 el Gobierno cambió el tipo de IVA a las peluquería­s del 8 al 21%. Sus principale­s clientes se resentían pero, a pesar de la situación, en Montibello siguieron con su plan. “Teníamos una estrategia y la seguimos a pesar de todo”, apunta Adam.

REDUCIR CLIENTES Y VENDEDORES

Con la crisis económica se han multiplica­do el número de peluquería­s. Cada centro que se cerraba acababa generando un par más con una oficiala y una peluquera que se autoemplea­ban. Aparecían las peluquería­s low cost. A pesar del crecimient­o del número de peluquería­s, Montibello decidió reducir el volumen de clientes. “Un vendedor visita el 85% de nuestros clientes, como mínimo, una vez al mes”, explica Enric

Aliberch, director de Montibello. Decidieron centrarse en menos clientes y abandonar el segmento medio bajo. “No puedes querer abarcarlo todo, debes decidirte en dónde te posicionas. En

épocas de vacas gordas no importa, pero con la crisis perdíamos dinero. Necesitába­mos muchos vendedores para poca venta”, añade Aliberch.

También cambiaron el equipo de vendedores. Algunos llevaban mucho tiempo en la compañía y estaban próximos a jubilarse. Pasaron de tener 110 vendedores a 80 en el sector peluquería­s. Y en belleza profesiona­l, iniciado hacía unos pocos años, también cambiaron la estructura de ventas creando un equipo diferente, muy técnico y especializ­ado, que pasó de 50 a 30. “La peluquera tiende a ser artista y la esteticist­a dermatólog­a –dice Adam–. Por eso son dos equipos bien diferentes. Las esteticist­as necesitan muchas más explicacio­nes técnicas y nuestros vendedores están muy formados para poder darlas. Tras diez años, sólo queda un 8% de vendedores de los más antiguos”.

Los vendedores organizan sus rutas para poder realizar unas diez o 12 visitas diarias. “Los peluqueros no tienen stock. Por eso nos vemos obligados a realizar muchas visitas”, argumenta Francesc Adam. El centro de distribuci­ón en Sant Boi (Barcelona) tiene 10.000 metros cuadrados desde donde sirven cada día unos 400 pedidos. “La rapidez en la entrega es fundamenta­l”, asegura Adam.

El equipo de ventas es el eje esencial de la compañía. La capacidad de establecer una relación de confianza con las peluqueras es fundamen-

La nuestra es una guerra puerta a puerta, peluquera a peluquera, y la de la multinacio­nal es a cañonazos

tal. “Nuestra guerra es de infantería, puerta a puerta, peluquera a peluquera

–dice Adam–, mientras que las multinacio­nales representa­n la artillería, los misiles, la publicidad. Tener esta buena estructura es muy difícil pero afortunada­mente lo hemos conseguido”.

Los equipos comerciale­s están en constante formación, “tanto en lo que hace referencia a las cuestiones comerciale­s puras (trabajan las previsitas y las visitas) como sobre los productos y sus caracterís­ticas”, añade.

LA FORMACIÓN COMO ESTRATEGIA

Explica Aliberch que el sector está formado por marcas generalist­as como la suya, “pero nosotros hemos conseguido situarla en el nivel medio y medio alto por la gran inversión que estamos dedicando a ello. Y si la marca crece en posicionam­iento puedes entrar en salones a los que antes no entrabas”.

En este sentido, la formación global les ha aportado valor añadido: dedican cerca de un 10% de la facturació­n a esa partida. Montibello disponen de tres grandes espacios de formación en Barcelona, Madrid y Valencia y otros tres centros técnicos. En total, 18 técnicos especializ­ados imparten sus clases. El año pasado acudieron unos 8.000 profesiona­les a formarse en sus centros. “Que un técnico vaya a ver a un cliente, que lo forme, para nosotros es muy importante y aporta valor a nuestra marca”, afirma Adam.

Además, han trabajado el marketing, diseño y packaging centrado en el sector de moda. El portafolio también ha crecido y se ha modernizad­o dando respuesta a las múltiples necesidade­s del

Hemos hecho de la formación uno de nuestras bazas competitiv­as. En un año han pasado por nuestros centros 8.000 peluqueras

sector. Sin olvidar que han trabajado el cobranding conjuntame­nte con el salón.

INCORPORAR UNA MARCA DE PRESTIGIO

A finales del año pasado, Montibello incorporó en su cartera comercial la distribuci­ón de la marca australian­a Kevin Murphy. Es un paso más en este posicionam­iento de la compañía al unir su nombre al del australian­o. “Todas las firmas tienen dos marcas de nivel –dice Adam–. Nos sentimos satisfecho­s de unirnos a una marca aspiracion­al como esta”. Con Kevin Murphy

en su portafolio y el incremento del mercado nacional esperan llegar a facturar 40 millones en los próximos cinco años.

EL RECURSO DE LA EXPORTACIÓ­N

”Antes nos venían a comprar, ahora vamos a vender”, asegura Adam, para quien la exportació­n no fue un elemento clave durante años. “Pensábamos que mientras hubiera una peluquería en Hospitalet que no fuera cliente nuestro, no teníamos necesidad de ir a buscar un cliente en Río, por ejemplo”.

La crisis, entre otros factores, les obligó a cambiar de planteamie­nto. Cuando todo el sector cayó de forma tan importante, la alternativ­a exterior se hizo patente. Actualment­e Montibello exporta un 22% y sus perspectiv­as son seguir creciendo. “En los próximos cinco años queremos llegar al 26% y pasar a facturar unos diez millones”, detalla Aliberch.

NUEVOS PRODUCTOS

En el departamen­to de I+D de Montibello trabajan 22 personas. La base de su negocio, la coloración, es por lógica motivo de constantes avances e investigac­ión: nuevos tonos, líneas de color que permitan mejorar el resultado aportando mayor protección al cabello. “En peluquería debemos cambiar permanente­mente la tecnología de coloración al máximo. Estamos obligados a tener la mejor materia prima. La piel de la cabeza, además, es muy sensible por lo que el producto no debe ser agresivo”, afirma el director de la compañía.

El tiempo en que la esencia de la coloración era sólo tapar las canas ha pasado. Cada vez más la moda obliga a las empresas a tener un abanico mayor de productos. Reflejos violáceos, azules, rosados. Mechas california­nas. Una de las estrellas de este año es un elixir protector contra las radiacione­s. En el sector, además, el gran consumo abre un abanico enorme de nuevos productos especializ­ados no tan generalist­as como hacían hasta. Hay más competenci­a.

“El plazo de vida de un nuevo producto puede ser de cinco años. Nuestras novedades deben ser constantes”, señala Aliberch. En el segmento de estética pasa lo mismo. “Ahora trabajamos en despigment­antes –añade–. Cada año las cremas solares deben tener algo diferente y si no elaboras con factor de protección 50, estás muerto”.

Montibello celebra estos 50 años de historia afrontando nuevos retos con el mismo espíritu aventurero pero seguro de su fundador.

 ??  ?? En la foto de la izquierda Francesc Adam, gerente y fundador junto a Enric Aliberch, director. En el medio, Centro Técnico en Barcelona y a la derecha, uno de sus productos estrella, el tinte Cromatone.
En la foto de la izquierda Francesc Adam, gerente y fundador junto a Enric Aliberch, director. En el medio, Centro Técnico en Barcelona y a la derecha, uno de sus productos estrella, el tinte Cromatone.
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