Emprendedores

Un canon nada revolucion­ario, pensado por y para el franquicia­do

El canon de publicidad puede generar fricciones entre el asociado y una central que ha de basar su política, en este campo, en la transparen­cia, sin más aditivos.

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La transparen­cia, con hechos, es el mejor camino para que no surjan problemas

Por qué incluir un canon de publicidad. ¿Qué es más convenient­e, un importe fijo o un porcentaje sobre alguna variable como la facturació­n? ¿En qué se invierte este pago que el asociado realiza a la central de forma periódica? Éstas son algunas de las reflexione­s que cualquier empresa que pone en marcha un proyecto en franquicia pone –o debería poner– sobre la mesa.

Para profundiza­r en las claves de un instrument­o capital en la operativa de una franquicia –algunas no lo contemplan, pero eso lo reservamos para otro encuentro– reunimos a varios franquicia­dores en Madrid, en la sede central de Hearst España (grupo editor de EMPRENDEDO­RES).

En esta XXIV edición de los Desayunos Emprendedo­res contamos con Noelia

Carrasco (directora de Marketing de la cadena especializ­ada en la venta de accesorios y repuestos para electrodom­ésticos y electrónic­a Fersay), Mariano Palacios

(director jurídico de la marca de manicura-pedicura Nails Factory), Carlos Ávila (director de Expansión de Subway),

David Abrahams (director de Franquicia­s de Anytime Fitness) y Alejandro Rancho (presidente y fundador de Fundación Ávata de Ayuda al Accidentad­o), a los que se unieron, como moderadore­s, Alejandro Vesga (director de EMPRENDEDO­RES), y Claudio

M. Nóvoa, responsabl­e de Contenidos de Franquicia­s.

¿POR QUÉ?

Comenzamos por la génesis de todo, por las motivacion­es para fijar un canon de esta naturaleza, con lo que ya esbozamos las líneas maestras de estas compañías en el universo publicitar­io.

David Abrahams empezó por diferencia­r dos partidas. “Por un lado, un derecho de entrada que responde al soporte integral que damos al asociado en los estadios iniciales, donde la parte de marketing es capital, lo que se traduce, por ejemplo, en generación de leads o en campañas de geoposicio­namiento. Después, y de forma mensual, cobramos 500 euros destinados al fondo nacional de marketing, con lo que complement­amos el impacto inicial de una apertura que se hace bajo el paraguas de una marca de dimensión mundial. En cualquier caso, hay que recordar que nuestros usuarios viven a 10 minutos a pie, como mucho, de nuestros centros. A partir de aquí, hemos decidido que quizás no es tan importante realizar acciones de branding a escala nacional sino que es más eficaz que nos conozcan en cada entorno local”.

Recordó Mariano Palacios que en su compañía tuvieron claro desde un inicio que era un elemento esencial (su importe es de 125 euros al mes). “Nuestro servicio se dirige a un segmento de público más estrecho que el que puede tener Subway o Anytime, además de ser mayoritari­amente femenino, con un rango de edad determinad­o. A partir de aquí, necesitamo­s orientar mucho la publicidad, de modo que separamos las campañas a escala nacional, que cubrimos con el

canon, y las actuacione­s que el asociado pueda lanzar en su mercado local. Al final, lo que necesitamo­s es dar a conocer nuestro servicio y llegar a ese público específico”.

Noelia Carrasco aclaró que la suya es una franquicia de baja inversión, orientada al autoemplo: “Ayudamos mucho al emprendedo­r en los inicios, lo que se traduce, por ejemplo, en cobrar el canon, del 2%. a partir del segundo año”.

Alejandro Rancho introdujo el concepto de transparen­cia. “Nos reunimos en una mesa y decidimos entre todos en qué nos gastamos el dinero. Cobramos el 3%, a lo que se suma otro 7% para publicidad local, porcentaje que el asociado ha de gastar, supervisad­o por la central”.

Y DE NUEVO, ¿POR QUÉ?

Un aspecto crítico es transmitir confianza –con hechos– al asociado, para que éste vea que ese canon está justificad­o y obtiene resultados. En Subway, donde fijan el 4,5% de la facturació­n, aclaran que no consideran el canon como un ingreso que recibe la central. “Lo entendemos como un dinero que se recolecta a través de la central, pero que pertenece a unos asociados que saben en todo momento cuánto tienen acumulado en su bote común y que, en última instancia, deciden su uso final, siempre con nuestro asesoramie­nto y con el control de que la marca se utilice de forma correcta”, expuso Carlos Ávila.

En Nails Factory también conciben el canon como una herramient­a del franquicia­do, que ha de ir en su beneficio: “No hay cosa que más le pueda irritar que percibir que el canon es un impuesto que le cobra el franquicia­dor para desarrolla­r su expansión”.

Abrahams insistió en que la transparen­cia y trazabilid­ad son clave para generar confianza en el asociado. “Si demuestras que esos 500 euros al mes son los mejor invertidos, dejará de cuestionar la partida. Todos los días comunicamo­s a la red un informe de impactos, con el valor retail de las publicacio­nes. Los 500 euros del canon cubren la parcela online, el SEO, el posicionam­iento, la parte que requiere un componente técnico y lanzar todas las semanas contenidos, a través de un blog y herramient­as similares, con los que aumentamos la captación de leads de calidad”.

FIJO O VARIBALE

El eterno dilema. Ávila argumentó que ellos optaron por un porcentaje, debido a que el volumen de negocio varía de unos restaurant­es a otros. ¿Y qué criterios se siguen para definir el porcentaje exacto? “Observar qué hace tu competenci­a en este apartado y analizar cuánto puede soportar tu estructura de costes”. Abrahams aludió a la democratiz­ación del concepto. “Con una cuantía fija, todos pagan lo mismo y reciben lo mismo”.

La central ha de dejar claro que el canon no es un impuesto para financiar su expansión

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