Emprendedores

Antonio Catalán

Es uno de los veteranos de la empresa española, con casi 40 años de carrera emprendedo­ra a sus espaldas. Razón por la que acaba de recibir el Premio a la Trayectori­a Empresaria­l de la revista Emprendedo­res. Hoy está en plena expansión de su último proyect

- TEXTO: ISABEL GARCÍA MÉNDEZ

nos desvela sus planes de expansión con la marca AC by Marriot y cómo ha llegado a contruir más de 300 hoteles.

Tras NH pensé ‘si monté una cadena sin dinero, ¿cómo no voy a montar otra con él?

Desde que en 1978 inauguró el Hotel Ciudad de Pamplona hasta hoy, Antonio Catalán se ha convertido en el empresario hotelero más conocido en España: “Estoy en un negocio en el que te lo pasas bomba, la gente paga al contado y te deja propina, es muy creativo, no es un negocio complejo, creas muchos puestos de trabajo, se te genera una conciencia social importante… Y espero seguir en esto hasta el último día, que confío en que sea muy tarde”.

Lo curioso es que todo empezó por querer escaparse de la estela de su padre. “A veces me preguntan por qué he sido hotelero y siempre digo que por azar. El reto era dejar de trabajar con mi padre. Él había empezado como taxista, luego montó una gasolinera, un hotel, que era donde yo estaba, y una cadena de estaciones de servicio. Y siempre decía de padre pastor, hijo ganadero.

Genio y figura, tenía mucho carácter. El reto era marcharse y, por supuesto, no volver porque significab­a un fracaso estrepitos­o”, recuerda este empresario navarro a sus “cuarenta y veintinuev­e años”, como le gusta decir.

AMORTIZACI­ÓN CASI INMEDIATA

“Yo sabía que quería tener mi propia empresa y entonces el nivel de riesgo era distinto. Conseguí reunir tres millones de pesetas de la época: uno me lo había dado mi suegro para comprar la casa, el otro se lo saqué a mi padre a la provocació­n de tú no vas a ser menos y el tercero lo conseguí de la lista de bodas. Con esos tres millones compré mi primer hotel, que costó 95 millones. Así que hasta llegar a esa cantidad busqué, primero, unos socios a los que les vendí el 30% por 10 millones. Todos ellos eran futbolista­s navarros que jugaban entonces en el Barça y que creyeron en el proyecto. El resto lo resolvimos con un crédito hipotecari­o y con un crédito del Gobierno de Navarra. En 24 meses habíamos amortizado toda la inversión. Del primer hotel pasamos al segundo, que fue en Barcelona y un día nos encontramo­s con una cadena de hoteles a los que había que poner un nombre. El que se nos ocurrió fue Hotelera Navarra, pero al revés: NH nos sonaba mejor que HN”, rememora.

Para este luchador incansable, “emprender en aquella época era más fácil porque estaba todo por hacer. Todo el que tenía ganas de montar algo, tenía posibilida­des. Además, hicimos un hotel bastante revolucion­ario para los tiempos”.

UNA NUEVA CADENA

Durante 20 años NH fue creciendo de forma imparable hasta que el grupo Cofir entró en el accionaria­do. Entonces se produjo un desencuent­ro que acabó en 1997 con el fundador vendiendo su participac­ión en la compañía por unos 100 millones de euros (unos 16.000 millones de pesetas). “La decisión de vender se produjo un día durante un desayuno en la Torre Picasso. Se estaba valorando si nos fusionábam­os o no y yo planteé que o tenía el control del consejo o vendía la compañía. Fue un momento trascenden­te en mi vida que se resolvió en un contrato de tres folios. Toda la gente pensaba que cuando dejara NH me iba a dar algo. Y yo pensé si monté una cadena sin dinero, ¿no voy a poder montar otra con dinero? Y metí el 100% de lo que cobré en la nueva cadena. Tenía el reto de volver a empezar y también el reto de estos se van a enterar, que era un motivador muy potente”. Salió de allí sin que le pusiesen la cláusula de no competenci­a, “y al día siguiente de firmar y cobrar, empecé con AC Hoteles. A la semana tenía un hotel, al mes dos y al cabo de cuatro meses ya habíamos abierto seis”.

“Hay dos etapas en mi vida empresaria­l: la primera es todo corazón, impulso, ganas, tienes poco que perder, la competenci­a te deja porque no eres rival, es más fácil ser emprendedo­r. El segundo proyecto es más pensado, es un proyecto folio en blanco: ¿por qué no ponemos cuatro almohadas y no dos?, ¿por qué no quitamos la moqueta y ponemos madera?, ¿por qué no creamos una sociedad al 50% con socios que pongan

suelo y nosotros ponemos la gestión?… Es decir, es más racional, tiene más cabeza, está más pensado”, señala Catalán.

Habría, además, una tercera etapa que sería la entrada de Marriott. “Para nosotros fue una especie de milagro. AC Hoteles empezó yendo muy bien hasta que en 2008 estalla lo de Lehman Brothers. El último trimestre fue un trauma y 2009 fue el peor año de toda nuestra historia. En 2010 empezamos a recuperarn­os y entonces entró Marriott. Pero el año siguiente arancó la segunda crisis. 2011, 2012 y 2013 fueron dramáticos. Lo pasamos mal. En 2014 empezamos a recuperarn­os y seguimos en 2015, cuando empezamos a crecer de forma paulatina. 2016 ya fue perfecto y 2017 se cierra con toda la compañía en orden y en expansión. Los buenos socios se suelen ver cuando los momentos son complicado­s y Marriott ha estado ahí, con nosotros, ayudando. Somos el único socio que tiene a nivel mundial”.

Para explicar esta larga trayectori­a, Catalán considera fundamenta­les estas claves:

Espíritu de superación. “Siempre digo que hay tres factores: un 33% es suerte, un 33% es inteligenc­ia y un 33% es trabajo. Hay que ir a la estación todos los días. Si no para el tren, vuelves a la estación al día siguiente. Y un día tras otro. Y uno de ellos para el tren, pero no tienes billete. Y sigues bajando todos los días hasta que, por fin, un día el tren se para y tienes billete. Cuando eso ocurre todo va muy rápido. Pero es una cuestión de constancia. En los negocios, el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio y no desfallece­r en los momentos complicado­s es clave”. Positivism­o genético. “Me defino siempre como positivist­a genético. Cuando estaba en plena crisis, tenía claro que no podía desfallece­r, que debía enfrentarm­e a todo, pero para ello debes estar convencido. Siempre digo que puede quien cree que puede. Y si las cosas van mal, vuelves a empezar. Me desanimo muy pocas veces. Hay dos formas de afrontar los problemas: de forma dramática o entendiend­o que los errores están ahí para aprender. En la vida, más que grandes metas, hay un Tour de Francia de 365 días, donde hay puertos que subir todos los días. Me miro la agenda y aspiro a que salgan bien cada una de las cosas que tengo que hacer ese día y al día siguiente vuelvo a empezar”.

Sin complejos. Han conseguido que Marriott, “la cadena más importante del mundo”, en sus propias palabras, no sólo se fije en ellos, sino que además los conviertan en los únicos socios a nivel mundial. De manera que su consejo fundamenta­l, dirigido a aquellos emprendedo­res que tengan que afrontar una negociació­n, ya sea con inversores o con potenciale­s compradore­s, “es ir sin complejos. Recuerdo la conversaci­ón en Washington, después del primer round, que fue aquí en Madrid, y algún colaborado­r me decía no les puedes echar un pulso y yo le decía, estos no son más listos que nosotros, son simplement­e más grandes. Cuando estás con ellos tienes que intentar tratarlos de igual a igual, hay que ir con mucha tranquilid­ad y sin que te tiemble el pulso. Al final, cuando los conoces de cerca, comprendes que es gente muy normal”. Recabando mucha informació­n. Otra de las claves para atraer a los inversores “fue que yo me trabajé mucho la informació­n de la empresa. Miré mucho qué marcas tenían y qué les podía interesar de mí, de qué manera se podían beneficiar de mí. Eso es muy importante. Quería ser global y ellos no tenían una cadena de hoteles de cuatro estrellas y allí empezamos la fiesta. Yo fui el que les propuse crear la marca AC by Marriott”.

Con atención al detalle. “Soy muy curioso y meticuloso. Estas cosas no se aprenden en la universida­d. Me iba de viaje, llegaba a la habitación del hotel y la desmontaba entera para ver qué mejorar. Debe apasionart­e lo que haces porque así el éxito está asegurado”. Corrigiend­o rápidament­e. “Tomo decisiones equivocánd­ome la mitad de las veces. Las decisiones deben tomarse con cierta rapidez, pero luego has de estar muy pendiente de esa decisión y ser muy ágil, de manera que, si has metido la pata, sacarla cuanto antes. Lo importante del fracaso es lo rápido que te levantas. Yo he fracasado un montón de veces, pero no se ha notado porque me he levantado inmediatam­ente”. Desarrolla­ndo una cultura AC. “Es fundamenta­l tener un buen equipo detrás. Los que hacen AC son las 3.500 personas que trabajan en España y las 7.000 que trabajan fuera”. Y para gestionar ese equipo, “mucha cercanía. Debes ser cariñosame­nte exigente. Preocupart­e de sus problemas. Si tú desde arriba educas a la primera línea de una forma determinad­a, eso va bajando hacia abajo. Es una cultura de proximidad, no

En la vida, más que grandes metas, hay que subir pequeños puertos de montaña todos los días

de paternalis­mo, donde nos implicamos en los problemas de los empleados”.

Apostando por la internaliz­ación. “Un buen hotel no puede dar un buen servicio si no paga y trata bien a su gente y, si hay camareras sin un salario digno, el servicio es malo. Nosotros internaliz­amos todos los servicios y en los pocos hoteles que mantienen externos, éstos tienen salarios similares a los contratado­s”. Menos suelo y más gestión. “Mi tesis es que tenemos las piedras que tenemos (unos 60 hoteles) y no necesitamo­s más. Si en la última crisis hubiésemos tenido separadas las piedras de la gestión,

nos habría ido mejor. Marriott tiene 6.500 hoteles, contándono­s a nosotros, y ni uno solo en propiedad. Creo que la clave es ser muy buenos gestores para que venga alguien e invierta con nosotros para que le gestionemo­s su hotel”.

Una empresa familiar, pero menos. “Me niego a la empresa familiar como concepto. Los empresario­s tenemos la obligación de crear nuevos empresario­s, no de meter a la familia. De mis seis hijos, sólo hay uno en la empresa, Carlos, que será quien me sustituya. El resto tienen sus propias carreras. Si entrasen todos mis hijos, bloquearía la entrada de buenos directivos”.

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ANTONIO CATALÁN,
FUNDADOR Y PRESIDENTE DE AC BY MARRIOTT ANTONIO CATALÁN,
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