Emprendedores

El presidente de MVM Group, Víctor Martínez Vicario, nos cuenta cómo ha convertido su empresa en la líder de la cosmética profesiona­l y de productos para el cabello.

De espíritu positivo, no teme el riesgo. Ha situado a su empresa Salerm compitiend­o de tú a tú con las multinacio­nales del sector de peluquería. Sus tintes dan luz y color a los cabellos de muchas españolas. –

- JOANA URIBE

Por qué no? Es la frase preferida de

Víctor Martínez Vicario (la repite varias veces durante la entrevista), un auténtico emprendedo­r que a los 21 años se fue junto a un primo desde su pueblo natal en Mecerreyes (Burgos) a Barcelona con sólo 100 pesetas en el bolsillo y muchas ilusiones cargadas en la Vespa en la que se trasladaro­n. Hoy, a sus 77 años, conserva intacto ese espíritu y, pese a haber construido la compañía de cosmética profesiona­l líder en España, afronta nuevos retos y se sigue preguntand­o cada día: ¿por qué no? “No me rindo con nada, no tengo miedo, me gusta el riesgo, y si pierdo, algo aprendo”, asegura.

VMV Cosmétics es hoy un conglomera­do de empresas del sector de la peluquería, con divisiones de mobiliario, pelucas, extensione­s, transforma­ción de plásticos y aerosoles y aparatos de peluquería. Y, sobre todo, productos para el cabello bajo la marca Salerm (también Lendan y Azalea) que llegó a sus manos en 1975, cuando tenía 34 años. Era una compañía en crisis y la adquirió al no recuperar una deuda. Hoy tiene dos centros de producción, uno en Lliçà de Vall (Barcelona), desde el que distribuye­n a todo el mundo, y otro en Venezuela. Salerm elabora todo tipo de productos para el cabello aunque su punto fuerte son los tintes, de los que tienen 120 colores y que representa­n el 52% de la facturació­n. Un acondicion­ador de cabello, el Salerm 21, es el producto estrella con un 15% de ventas y que lleva 20 años en el mercado. “Cuando afronto un tema me ilusiono, quiero llegar a tope y lo consigo. Todo se puede hacer, todo es mejorable y lo quiero para ayer”.

NO ME RINDO CON NADA, NO TENGO MIEDO, ME GUSTA EL RIESGO Y, SI PIERDO, ALGO APRENDO

CALIDAD Y PRECIO, DOS CLAVES

Salerm trabaja para un target de mercado medio. Vende directamen­te a profesiona­les del sector de la peluquería. “La clave de nuestro éxito está en tener la mejor calidad al mejor precio posible, que no es necesariam­ente el más barato. Producir barato es fácil, pero no es lo que deseo,” asegura Martínez. Según él, primero busca la calidad que quiere y, cuando la consigue, intenta lograr el mejor precio rebajando costes en varios frentes. Por un lado, comprando grandes volúmenes y, por otro, automatiza­ndo la producción y con líneas cada vez más rápidas y eficientes: “Nunca rebajando la calidad del producto, el cliente lo nota”. En 2012 ampliaron la fábrica hasta alcanzar los 68.000 metros cuadrados. Invirtiero­n cinco millones de euros para incrementa­r la capacidad productiva. Cada día salen de sus cintas transporta­doras 80.000 tubos de tinte, aunque su capacidad es de 125.000. Ahora está en curso otra inversión de 2,5 millones con reactores más eficaces. Los actuales tienen capacidad para unos 10.000 litros en ocho horas (unas 40.000 botellas de champú, acondicion­ador, etc.). La intención es doblar las ventas en cinco años. “Nuestra fábrica está tan automatiza­da que con sólo 30 personas más podríamos doblar la cantidad fabricada”, señala. Actualment­e, en producción trabajan 70 personas del total de 1.500 de la compañía. Disponen de un equipo de ingenieros propio para desarrolla­r sus máquinas: “Las adaptamos y mejoramos según nuestras necesidade­s y con ahorro de costes”. También ha creado una empresa productora de envases y aerosoles que también vende a terceros. Le gusta poco externaliz­ar.

NUEVA RED DE DISTRIBUCI­ÓN

Un día de 1980, cinco años después de adquirir Salerm, decidieron cambiar radicalmen­te su distribuci­ón. En Cataluña vendían a las peluquería­s directamen­te con comerciale­s propios. En el resto de España, lo hacían a través de distribuid­ores. Sus agentes vendían mucho más que los de mayoristas, así que decidieron montar una red propia en toda España. “Era arriesgado porque todos los distribuid­ores dejaron de comprarnos, pero decidimos aguantar a ver qué pasaba y a la larga acertamos”. Fue su primer gran salto.

Hoy tienen en España una red de 200 vendedores que visitan a todos los clientes como mínimo una vez al mes. Su base de datos recoge hasta 40.000 clientes, aunque efectivos sean en este momento unos 20.000: “Un cliente activo es el que nos compra como mínimo cada seis meses. El otro es pasivo, pero lo mantenemos en los ficheros”. Su cliente es de perfil medio. España es uno de los países del mundo con mayor número de peluquería­s. Según datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa); hay una por cada 900 habitantes cuando la media europea es cada 1.500.

EL PASO POR MERCADONA

Aunque no están de momento en toda la gran distribuci­ón, sí venden a Mercadona. Durante diez

años produjeron los tintes que la firma valenciana vendía bajo su marca propia Deliplus, pero al final la empresa de Víctor Martínez decidió no continuar esa colaboraci­ón por las exigencias de precio que representa­ba. “Llegamos a hacer para ellos ocho millones de tubos de tinte anuales, pero decidimos dejar de ser interprove­edores porque sus exigencias y las nuestras eran diferentes y porque no quiero dedicar tanto a un solo cliente y dejar los otros”. A pesar de ello, siguen vendiendo en Mercadona bajo la marca Azalea, también de Martínez. Son unos nada desdeñable­s tres millones de tubos anuales.

UNA POTENTE RED INTERNACIO­NAL

Hará unos 30 años empezaron a exportar a través de otros. Luego pasaron a hacerlo a partir de empresas propias. Hoy tienen 39 delegacion­es en 22 países. México, Colombia y Estados Unidos son sus mejores clientes. En México quieren llegar a 20 delegacion­es y doblar distribuci­ón en dos años. Precisamen­te, el pasado junio inauguraro­n su sede central en Ciudad de México, un espacio de 6.000 metros cuadrados, de un tamaño similar al que tienen en otras ciudades, como Nueva York. “Mientras tenga dinero para invertir, lo haré –asegura–. No quiero ni pedirle dinero a un banco ni prestársel­o. Como en el banco no me dan nada, me lo gasto”.

Martínez es alérgico a los créditos y prefiere reinvertir y confiar en su compañía. Están estudiando abrir una fábrica nueva en Brasil. Todas estas implantaci­ones pretenden afianzar y consolidar su presencia internacio­nal, ya que en este momento exportan un 70% de su producción. En todas las delegacion­es disponen de un amplio stock de producto para soportar pedidos entre cuatro y seis meses.

CENTROS DE ENSEÑANZA

Para Salerm, los centros de enseñanza forman una parte muy activa y fundamenta­l de su estrategia comercial. Por ello dispone de academias en Barcelona, Costa Rica, Venezuela, República Dominicana y México, donde se forman y reciclan profesiona­les de la peluquería. También ofrece becas de estudio a jóvenes sin recursos. “Yo ante todo soy peluquero, me gusta mi profesión y ayudar a los jóvenes que quieran serlo”, asegura. La empresa es solidaria de muchas otras causas. Tiene una beca para el estudio del cáncer de mama otorgada a un investigad­or del Hospital Clínico de Barcelona y, anualmente, dona unos 10.000 litros de champú a Cáritas.

PRODUCTOS ECOLÓGICOS

El departamen­to de investigac­ión de la compañía trabaja permanente­mente en nuevos productos. La firma tiene unas 1.200 referencia­s. Cada año nacen unas 90 y mueren unas 70. Si de alguna se vende menos de 5.000 unidades, se da de baja. “Investigam­os para obtener nuevos productos menos agresivos, tanto para el pelo como la piel, y con técnicas lo más naturales posible. No basta con que un tinte decolore, porque cubrir la cana es muy fácil, debe cumplir más funciones, como proteger el cabello, nutrirlo o acondicion­arlo”, explica. En el laboratori­o se hacen patrones para obtener siempre el mismo color. Se utiliza tela de yak, cabello humano y lana de oveja. De la lana de oveja, además, se extrae la queratina. “No utilizamos animales para experiment­ación”, añade.

Entre sus líneas destaca Biokera, nacida hace cuatro años. Usa aceites de plantas de agricultur­a ecológica: “La tendencia va hacia la ecología y quiero ampliarla, igual que la cosmética. Somos muy exigentes con los proveedore­s”. Los aceites de Biokera se adquieren en la Provenza. El aceite de argán, a una cooperativ­a de mujeres bereberes. El control de calidad es exhaustivo y adaptado a cada producto. Una vez acabado, de los reactores se extrae una muestra de la parte de arriba y otra de abajo y se analizan. Sólo con el visto bueno del laboratori­o se envasan. Además, de cada partida se guardan ejemplares para control posterior. En el caso de aerosoles, el control es pieza por pieza para comprobar que no haya fugas.

Cada día, Víctor Martínez llega a las ocho de la mañana y recorre la fábrica. Puede estar unas cinco horas. La oficina le aburre. “Prefiero que no me expliquen las cosas sino verlas. Hablar con la gente”, aclara. Conoce el nombre de prácticame­nte todos sus empleados en España: “Todos tienen acceso a mi e-mail y puedo asegurar que nunca dejo ninguno por responder”. Por la noche acaba de contestar todos los que le han quedado pendientes. Víctor Martínez acaricia ahora una nueva idea en su mente: una franquicia de peluquería­s: “Hace diez años registré el nombre. Quiero hacer una franquicia de peluquería de alta gama y sólo con una gama, sin cobrar al franquicia­do y con productos nuevos de mucha calidad. Lo tengo en la cabeza, pero me falta tiempo”. Según sus palabras, ¿por qué no?

YO SOY UN PELUQUERO QUE ACABÉ CONVERTIDO EN INDUSTRIAL. POR ESO CONOZCO MUY BIEN A MIS CLIENTES

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