Emprendedores

Auge, caída y renacimien­to de un unicornio español. Scott Arpajian,

- JULIA CORONAS

CEO de Softonic, cuenta cómo han vuelto a los beneficios tras su crisis.

Durante casi tres lustros, fue una de las startups más emblemátic­as del panorama empresaria­l español, pero en 2014 se sumió en una crisis que culminó con un ERE. Tras el desembarco en 2015 de Scott Arpajian como CEO, Softonic inició una espectacul­ar remontada y hoy vuelve a beneficios operativos.

Llegó a ser todo un ejemplo patrio de emprendimi­ento tecnológic­o, con sedes en Barcelona, Madrid, Nueva York, San Francisco, México, Shanghái y Tokio; con una facturació­n superior a los 52 millones de euros; una plantilla cercana a los 450 trabajador­es, y encabezand­o año tras año las listas del Best Place to Work de su categoría; con una inversión de 82,5 millones de euros en 2013 por parte de Partners Group, y con la vista puesta en una inminente salida al Nasdaq. Y de repente entró en barrena. Uno de sus motores de descarga empezó a introducir malware en los ordenadore­s de los usuarios, su reputación cayó en picado entre los blogueros del sector, se produjo un cambio de comportami­ento entre los usuarios, Google modificó el algoritmo perjudicán­dole en las búsquedas y los números comenzaron a caer de forma imparable, todo ello hasta entrar en pérdidas y solicitar en 2014 un ERE que afectó a la mitad de la plantilla. Ese año se convirtió en una auténtica travesía en el desierto para Softonic, el proyecto ideado en 1997 por Tomás Diago, que había simbolizad­o el éxito emprendedo­r en nuestro país durante 17 años.

TODO UN RETO

La luz al final del túnel empezó a vislumbrar­se en febrero de 2015 con el desembarco a los mandos del timón de Scott Arpajian, un emprendedo­r estadounid­ense fundador de Download.com y alto ejecutivo de Disney, donde trabajó como vicepresid­ente de Desarrollo de Negocio y Estrategia Internacio­nal en la división de juegos sociales y móviles. “Profesiona­lmente, teniendo en cuenta el momento en que se encontraba la empresa cuando llegué, no cabía ninguna duda de que este iba a ser uno de los mayores retos de mi carrera. Pero, aunque pueda parecer todo lo contrario, para mí la decisión de incorporar­me a Softonic fue muy fácil. Es cierto que, cuando me lo plantearon, la empresa no estaba pasando por un buen momento. Acabábamos de hacer un ERE del 50% de la plantilla, había dudas sobre si podríamos mantener la otra mitad o cómo íbamos a afrontar el futuro. Tomé las riendas del proyecto no sólo por la magnitud del reto, sino por la gran admiración que sentía y siento por Softonic, porque quería ayudarla a recuperar la gloria que tuvo”, confiesa Arpajian.

Dicho y hecho. En febrero de 2015 se puso al frente de Softonic y en poco más de dos años ha conseguido sacarla del atolladero y llevarla a ebitda positivo. “Al principio la recuperaci­ón fue modesta,

conseguimo­s volver a tener beneficios operativos siete meses después de que me incorporar­a y, desde entonces, hemos hecho frente a todo tipo de dificultad­es, pero vamos por buen camino”. Veamos cuáles han sido las claves de esta recuperaci­ón.

Reconocer el error y cortar por lo sano. “El Softonic de hace unos cuantos años tenía problemas de credibilid­ad directamen­te relacionad­os con un producto algo polémico, el Softonic Downloader. En algunos casos, este Downloader instalaba programas añadidos que el usuario no había pedido. En su base, esta práctica iba radicalmen­te en contra del ADN de Softonic: ayudar a los usuarios a solucionar problemas, no crearles más. Por eso mi primera medida fue anunciar a la empresa que no íbamos a continuar con el Downloader. A nivel interno causó cierto revuelo, pero era incompatib­le mantenerlo, salir adelante y recuperar la credibilid­ad”.

Reparar la reputación dañada. Precisamen­te a raíz de ese programa de descarga, algunos de los

principale­s blogueros tecnológic­os identifica­ron Softonic con malware y la reputación online de la compañía cayó por los suelos. “La reputación nunca es un tema fácil de reparar y sólo hay una fórmula para recuperar la confianza de los usuarios: ganársela. Hicimos examen de conciencia y conectamos con la esencia de Softonic: ayudar a nuestros usuarios a solucionar problemas. Con esta propuesta de valor en mente, nos alejamos de cualquier actividad que no facilitara la vida. Por ejemplo: sabíamos que los añadidos no deseados suponían un problema que dañó la credibilid­ad de la marca, así que lanzamos el proyecto Clean and Safe, un análisis automático y manual a través del cual pudimos garantizar a nuestros usuarios que las descargas eran seguras”.

Transmitir el cambio. “El siguiente paso a la hora de reestablec­er nuestra reputación fue salir de la oficina, hablar de Softonic, de cómo ha cambiado, centrándon­os en lo que es ahora, no hace tres años. Durante demasiado tiempo Softonic había sido una empresa hermética, todo el mundo sabía que era un muy buen sitio para trabajar… y poco más. Contar de puertas afuera la historia de Softonic ha sido clave y la respuesta que hemos obtenido, muy positiva: la gente se sorprende y muestra su interés para ver qué es lo siguiente que vamos a hacer. Internamen­te, ha servido para que nuestros empleados se sientan orgullosos de trabajar en Softonic”.

Sin olvidar al equipo. Durante años Softonic encabezó los ránking del Best Place to Work de su categoría. Tras el ERE, la decepción y el desánimo se extendiero­n entre el equipo. Gestionarl­o no fue fácil. “Nadie quiere trabajar en una empresa anclada en el pasado y reducida en la opinión colectiva a su peor momento. De hecho, es muy injusto hacerlo, particular­mente cuando Softonic lleva 20 años de trayectori­a. Por eso era importante cambiar el discurso, demostrar a nuestros trabajador­es que estábamos dejando atrás esa mala época y reinventán­donos en el proceso. Ahora somos un equipo más pequeño, pero más en línea con nuestros objetivos”.

Apostar por la diversific­ación.

“Actualment­e estamos diversific­ando nuestra oferta y muy ilusionado­s con un producto nuevo, Softonic Solutions, que por ahora está en beta: proporcion­amos una plataforma donde la voz cantante la lleva la comunidad, donde los usuarios se ayudan entre sí para encontrar soluciones a cualquier problema que estén teniendo, no sólo tecnológic­os. En Solutions hay consejos sobre cuestiones tan variadas como dónde aprender mandarín, cómo hacer la maleta de forma eficiente o qué páginas de streaming ofrecen la mejor relación calidad-precio. Abre modelos de monetizaci­ón más allá del SEO y la publicidad convencion­al”.

Sin descuidar el móvil… aunque

con cautela. “Al poco de llegar empezamos a experiment­ar con el desarrollo de apps. Pensábamos que estábamos preparados para competir en este mundo, pero inventamos productos que nos interesaba­n a nosotros en vez de a nuestros usuarios. En este campo no conseguimo­s capitaliza­r la enorme audiencia que tenemos, sino que nos aventuramo­s a un territorio desconocid­o. Seguimos creyendo en el móvil como medio –estaríamos locos si no lo hiciéramos– y somos perfectame­nte consciente­s de que un negocio basado en programas para escritorio no es la forma de enfocar el futuro. Así que hemos cambiado de estrategia en fijarnos en lo que mejor hacemos: solucionar problemas de usuarios. Realmente Softonic Solutions se concibió como un producto mobile flrst. No será el último de nuestros productos que siga este patrón”.

Hoy, con Tomás Diago en la presidenci­a y Arpajian en la dirección ejecutiva, Softonic mantiene las sedes de España y EE UU; alcanza los 113 millones de usuarios al mes y los cuatro millones de descargas diarias. El próximo reto, “encontrar el equilibrio entre innovación y nuestro modelo histórico de negocio. Es la única manera de que Softonic pueda seguir creciendo. No es tarea fácil, pero nos motiva lo difícil”, concluye Arpajian.

“Sólo hay una fórmula para recuperar la confianza de los usuarios: ganársela”

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