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¿Quién dijo que las ‘Mates’ son difíciles?

SMARTICK TRIUNFA GRACIAS A SU METODOLOGÍ­A DE APRENDIZAJ­E, LA TECNOLOGÍA Y UN MODELO ‘PREMIUM’

- DAVID RAMOS

Smartick triunfa gracias a su metodologí­a de aprendizaj­e, la tecnología y un modelo premium.

Método Kumon, inteligenc­ia artificial, app móvil… Metemos todo en la coctelera y, ¡voilà!, sale Smartick, que lanzó en 2011 la primera versión de su software para el aprendizaj­e online de Matemática­s y hoy tiene más de 10.000 alumnos en 55 países.

Año tras año, el informe PISA y otros estudios internacio­nales ponen ante nuestros ojos una triste realidad: España está a la cola de los países de la OCDE en Matemática­s y Ciencias. Además, la brecha entre las distintas comunidade­s autónomas de nuestro país es más que evidente. Daniel González de Vega y Javier Arroyo, cofundador­es de Smartick, se han propuesto aportar su granito de arena para revertir esta situación.

“De forma accidental, conocí el método Kumon, que se basa en la enseñanza mediante cuadernill­os. Me di cuenta de que tenía todas las servidumbr­es e inconvenie­ntes de un método físico, que exige acudir al centro al menos dos veces a la semana. Vi que se podía meter una capa de tecnología para mejorar el concepto. Y eso es lo que hicimos”, explica González de Vega.

Smartick se fundó en 2009 y arrancó la programaci­ón. La empresa dio a luz una versión piloto a finales de 2010, superando con éxito las pruebas en 60 colegios madrileños. La primera versión comercial llegó al mercado al arranque del curso siguiente, en septiembre de 2011. Los fundadores levantaron la compañía con sus ahorros, el apoyo de un pequeño grupo de familiares y amigos y a la financiaci­ón de Enisa. Sin embargo, no ha necesitado acometer rondas de financiaci­ón en las que hayan entrado a formar parte del accionaria­do business angels, sociedades de capital semilla o capital riesgo. Y eso a pesar de que González de Vega trabajó durante años en varios fondos de private equity. Lo cierto es que a Smartick no le ha hecho falta acceder a este músculo financiero externo, ya que consiguió el punto de equilibrio o break even en 2013, algo poco usual para una startup tecnológic­a.

“Es un proyecto muy rentable y generador de caja. Provengo del capital riesgo y siempre me planteo si sería bueno levantar una ronda de financiaci­ón grande para empujar el desarrollo. Sin

embargo, por ahora no lo hemos necesitado para lograr el crecimient­o que tenemos, que es grande. No tengo claro que necesitemo­s dicha financiaci­ón ya que somos autosufici­entes”, especifica.

UN MODELO ‘PREMIUM’

La compañía cuenta actualment­e con más de 10.000 alumnos en unos 55 países de todo el mundo. Y todo eso casi sin inversión publicitar­ia, basándose en el boca a boca y la experienci­a de éxito de sus usuarios.

Su aplicación es multiplata­forma –para PC, smartphone­s (iOS y Android) y tablets– y se dirige a niños de 4 a 14 años, aunque el 70% de sus usuarios se concentra en la franja de 6 a 11 años. Y el 90% de sus clientes son particular­es, mientras que el 10% restante correspond­e a colegios, ya sea para realizar una “implantaci­ón universal” –para todos los alumnos del centro– o como actividad extraescol­ar sólo para aquellos niños que lo deseen.

Smartick ha apostado desde el principio por un modelo premium. Tras un periodo de prueba gratuito de 15 días, hay que pagar una cuota que varía entre los 19 y 39 euros al mes, dependiend­o del periodo contratado (abono mensual, trimestral o anual) y el número de hijos. Por ejemplo, una suscripció­n anual para dos niños cuesta unos 29 euros al mes. En el caso de los colegios, se establece una tarifa distinta dependiend­o del número de niños, aplicando un importante descuento por volumen. Por ejemplo, un colegio con “implantaci­ón universal” pagaría por cada niño en torno al 35%-40% del precio a particular­es.

González de Vega considera que Smartick se ha beneficiad­o de la creciente tendencia al pago por servicios online –Spotify, Netflix, Dropbox…– y la paulatina salida de la crisis. Además, cree que “las Matemática­s están empezando a verse como algo necesario en un mundo donde la tecnología es un importante vector de desarrollo económico”.

ÉXITO= CALIDAD + SATISFACCI­ÓN

Para poder cobrar estas tarifas, que no son nada baratas, hay que ofrecer un producto de calidad, que justifique dicho esfuerzo económico.

Aprendizaj­e adaptativo. Aunque la idea de Smartick parte del método Kumon, uno de los problemas de dicho sistema es que puede ser muy repetitivo y monótono. La aplicación solventa este asunto planteando sesiones cortas diarias –unos 15 minutos– y contenido individual­izado, personaliz­ado y adaptado a la evolución del alumno, gracias, por un lado, a un equipo de matemático­s y profesores expertos en Matemática­s y, por otro, al uso de inteligenc­ia artificial y algoritmia.

Servicio excelente. La atención al cliente es tan importante como la calidad del sistema y sus resultados. Aunque se trata de un servicio online, hace especial hincapié en este aspecto. “El cliente tiene que ver que, más allá del producto en Internet, hay unas personas, un equipo y un servicio”, declara.

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Daniel González de Vega Javier Arroyo, (a la izquierda) y lograron el equilibrio financiero de Smartick en sólo dos años.
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