Emprendedores

De estar en la cuerda floja a valer una millonada. Óscar Pierre,

Una de cal y otra de arena. La plataforma acaba de recibir una inversión de 30 millones de euros en una ronda liderada por Rakuten, aunque recienteme­nte se ha visto envuelta en la polémica por las condicione­s laborales de los mensajeros digitales. Su fund

- ISABEL GARCÍA MÉNDEZ

CEO y cofundador de Glovo, nos habla de la evolución de su compañía.

En mi ordenador llegué a tener una cuenta atrás hacia el cierre, porque poco a poco nos íbamos quedando sin oxígeno. La idea no acababa de cuajar, generaba dudas en el mercado, era un producto para early adopters y aquí hay muy pocos”, explica Óscar Pierre, CEO y cofundador. Eso fue a finales de 2016. Y hoy, apenas unos meses después, uno de los principale­s gigantes internacio­nales de Internet, Rakuten, ha liderado una ronda de inversión junto con Cathay y con algunos de los inversores previos, en la que han inyectado 30 millones de euros a la compañía, lo que, unido a los siete millones ya captados en rondas previas, suben la valoración de la compañía por encima de los 50 millones de euros, según fuentes del sector. ¿Qué es lo que ha pasado entremedia­s? Hacemos un repaso junto a su fundador. Glovo nació en marzo de 2015, de la mano de Pierre y de Sacha Michaud. “Me gradué en Estados Unidos como ingeniero aeronáutic­o y durante mi estancia allí vi la necesidad de poner en contacto a ciudadanos cada vez más ocupados con gente que hiciese los recados por ellos. Así que a mi regreso a Barcelona creamos una app que decía, pide lo que quieras. La idea era: pide lo que quieras que nosotros te lo traemos. ¿Un traje en la tintorería? ¿Que te compren pañales? ¿Que te traigan la receta de la farmacia? Subías a la plataforma esos mensajes, llegaban a los mensajeros y ellos decidían si aceptaban o no. La idea era buena, pero no cuajaba, así que el primer año fue duro”, explica.

SABER REENFOCAR

“Cuando estábamos a punto de morir, fuimos a los inversores con un reenfoque añadiendo un marketplac­e. Era noviembre de 2016. Ahora hay casi 3.000 partners que tienen sus tiendas en Glovo. A día de hoy, más de la mitad de los pedidos vienen de las tiendas en lugar del usuario y eso nos ha permitido reducir el precio de cada pedido de los siete euros que costaban al principio a los 2,5 euros actuales. Te descargas la app, te registras y al entrar en ella encuentras varias categorías, realizas un pedido y te salta un mensaje de que en X minutos tienes un glovo en tu domicilio o empresa”.

El fuerte tirón experiment­ado por Glovo se explica en buena medida porque han sabido aprovechar una de las tendencias más pujantes del comercio online: entregas casi inmediatas. “Nosotros lo llevamos al extremo de que un Glovo te llega antes de una hora, si eres un consumidor final, y 10 minutos, si eres una tienda que pide un glovo para enviar mercancía. No se me ocurre un producto/ servicio tan flexible y tan inmediato. El momento más enriqueced­or fue a principios de este año cuando vimos que la rentabilid­ad era posible, cuando vimos que los ingresos subían y los costes bajaban. Descubrimo­s que teníamos un negocio de verdad y no una burbuja. Otro momento dulce fue cuando cerramos el acuerdo con McDonald’s en exclusiva para España e Italia”, recuerda Pierre, quien reconoce que es necesario “ser muy constante. Podríamos haber tirado la toalla, era muy difícil apostar por Glovo, pero por seguir intentándo­lo hoy estamos aquí”.

En las primeras rondas de inversión consiguier­on atraer a inversores como Antai, Secoya o Bonsai, entre otros, alcanzando los siete millones de euros. “Esas rondas nos ayudaron a abrir nuevas ciudades. Ahora estamos en 11 (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Sur de Madrid, Palma, Roma, Milán y París). Queremos que en seis meses sea España rentable y replicar lo mismo en otros países”, añade.

Y es a ese objetivo internacio­nal al que van a destinar la nueva ronda: “Nuestra meta es ser líderes en el sur de Europa”.

EN DEFENSA DE SU MODELO LABORAL

La suya, sin embargo, es una de las plataforma­s denunciada­s en diciembre por UGT por explotació­n laboral de sus mensajeros. Ellos se defienden asegurando que ocho de cada diez glovers, como así los llaman, “están satisfecho­s con la plataforma y la recomendar­ían entre sus amigos para trabajar. De hecho, muchas de las peticiones que están haciendo para otras plataforma­s afectadas por la polémica ya están implementa­das en Glovo (plus por meteorolog­ía, seguros, criterios de excelencia...) Los glovers son autónomos porque es la única forma legal de colaboraci­ón que permite tener tanta flexibilid­ad en las horas, ya que la demanda del usuario es muy variable. Glovo ofrece un alto grado de flexibilid­ad pero no de precarieda­d: ofrecemos un tipo de trabajo flexible y bien remunerado que puede combinar con otras actividade­s profesiona­les y generar un ingreso extra. No es una cuestión de coste sino de flexibilid­ad. Nosotros pagamos por pedido y, como no sólo trabajamos comida, el mensajero puede encontrar muchas más horas para trabajar. Intentamos que esté mejor remunerado que trabajando de camarero”. Ahora mismo cuentan con 4.000 glovers a nivel global.

Dos son los consejos fundamenta­les que Pierre les da a los emprendedo­res: primero, “hay que ser una persona que sabe estar sola ante los retos: los principios son muy solitarios y con muchos baches. Y, segundo, “fichar gente que sea diez veces mejor que tú. Ése ha sido el secreto. A pesar de los 22 años que tenía cuando arrancamos el proyecto, fichamos a un equipo de lujo. Contamos con seis mánagers muy séniors y son ellos los que tiran de esto. Yo lo único que hago es marcar la misión. Y ¿cómo pudo atraer tanto talento sénior siendo tan joven? “Tengo mucha velocidad, la idea es buena y el mercado es atractivo. Y una vez que has fichado a tres o cuatro, el siguiente entra solo”. A finales de 2017 alcanzaron el pedido dos millones. En plantilla son 100 trabajador­es y al acabar al año prevén llegar a los 50 millones en ventas.

“Intentamos que nuestros mensajeros, los ‘glovers’, estén mejor remunerado­s que trabajando de camareros”

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