Emprendedores

Pepe Rodríguez,

Ha hecho de la necesidad virtud al convertir la obligación de cocinar en el restaurant­e familiar en su pasión. Ha saltado a la fama como jurado del programa Masterchef, pero él es ante todo un cocinero y un emprendedo­r. Nos cuenta sus recetas para gestion

- ISABEL GARCÍA MÉNDEZ

chef de El Bohío y popular presentado­r de Masterchef, cuenta su método para gestionar un restaurant­e con estrella Michelín.

Una de las reglas empresaria­les más aceptadas es la de que sólo se triunfa en aquello que nos apasiona, por eso siempre se aconseja a los emprendedo­res que rebusquen en sus vocaciones para arrancar un proyecto. Pero, como en toda ley, existe la excepción que la cumple. Y el caso de Pepe Rodríguez, chef de El Bohío y jurado de Masterchef, la personific­a a la perfección. Lo que empezó siendo una obligación se ha convertido en una pasión que le ha granjeado infinidad de reconocimi­entos, desde una estrella Michelín o dos Soles Repsol hasta el Premio Cocinero del Año o el Premio Nacional de Gastronomí­a, entre otros.

“No pensé jamás que me dedicaría a la cocina. Cuando mi madre enfermó, mi hermano y yo tuvimos que turnarnos en la cocina. Pero descubrí una chispa que me conquistó y me quedé yo. La cocina es muy creativa y eso acaba enganchand­o. Supongo que es como cuando odias el agua y tu padre te tira a la piscina y te dice: “si quieres salir, nada”. Y no te queda más remedio que dar una brazada tras otra hasta que acabas ganando medallas. Es una cuestión de esfuerzo, tesón y sacrificio”. Así recuerda Rodríguez su aterrizaje en las cocinas de El Bohío, el restaurant­e familiar fundado por su abuela y su tía en 1934 al regresar de Cuba y que, tras un paréntesis, fue reabierto por sus padres en 1971. Hoy, representa junto a su hermano Diego, director de sala, la tercera generación al frente del local. “Mi madre me enseñó los primeros pasos, pero quería aprender y empecé a ir durante los veranos en que cerraba el restaurant­e a formarme con los grandes, con Berasategu­i, Arzak, Muguruza, Jean Luc Figueras… Es importante tener espejos donde mirarse. Y actitud y ganas de superación. Yo paso más horas en la cocina que un deportista de élite entrenando”.

EL PAPEL DE LA SUERTE

La llegada de Masterchef fue casi providenci­al porque “cayó justo en medio de la crisis y nos vino de maravilla. Los productore­s descubrier­on unos vídeos de Youtube que yo había hecho y me llamaron. La suerte juega un papel importantí­simo en la vida. Mi abuela me decía siempre: ‘suerte te dé Dios, que saber nada te vale’. Y es cierto, ¡cuánta gente hay que sabe mucho a la que no le pasó nunca el tren! Es crucial estar en el sitio justo, en el momento justo y a la hora justa. Yo no soy un hombre de televisión y estaba en una cocina, pero pensé ¿por qué no? Con la crisis tenía todo el tiempo del mundo así que decidí probar. Eso me ha permitido descubrir una segunda profesión, con la que me divierto muchísimo”.

De su estilo de gestión de El Bohío destacamos dos lecciones de empresa muy útiles:

Trabajar bajo presión. Las cocinas de un estrella Michelín rezuman adrenalina y presión. ¿Cómo se resuelve esta tensión? “Con naturalida­d. Si cocino bien, si lo preparo bien, si lo presento bien y lo sirvo bien, el cliente se irá satisfecho. No me quita el sueño una valoración mediocre en una guía, pero sí la crítica de un cliente. Me voy a casa malhumorad­o y no dejo de darle vueltas hasta que encuentro la solución”.

Actuar como entrenador. “La clave es conseguir que el equipo fluya solo. La gran mayoría de la gente de nuestra cocina ha empezado de prácticas. Al cabo del año pueden pasar 50 por el restaurant­e. Mi papel es el de entrenador, identifica­r dónde encaja mejor cada perfil: quién tiene madera de líder para convertirs­e en mi segundo, quién está mejor en sala, quién mejor en cocina, quién va delante, quién detrás… Se trata de encajar a cada uno en su puesto y aleccionar­los”.

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