Emprender es una cuestión de carácter
En la sociedad la hiperconectada, los emprendedores de éxito tienen aún más responsabilidad: son fenómenos de masas
Por estas fechas se cumplen siete años de la muerte de
Steve Jobs, el genio que creó e impulsó Apple y, posiblemente, el emprendedor más admirado de todos los tiempos. Cualquier excusa es buena para analizar su contribución y para testar si sus ideas siguen vigentes. Si emocionan a los emprendedores nuevos tanto como impactaron a los que ya llevan un tiempo en esto. Jobs sigue interesando, cómo no. Muchas de sus ideas siguen teniendo calado, pero hay que decir que entre los nuevos emprendedores ha perdido el trono. Lógicamente, las nuevas referencias (que recogemos en el Dossier de este número) están compartiendo sus ideas y experiencias sobre el mercado de hoy... Y siete años es muchísimo en el mundo empresarial. Pero no es sólo que el mensaje sea más actual. Los jóvenes de hoy admiran a los emprendedores que tienen influencia intelectual y social, que además de un modelo de gestión de empresa, son también un referente en el más amplio sentido de la palabra.
Muchos de los emprendedores con mayor influencia hoy día la tienen por voluntad propia, de un modo muy estudiado y consciente. Al contrario que Jobs, que se convirtió en un personaje mediático bastante a su pesar. En su caso, la fama fue una consecuencia secundaria, no un objetivo en sí mismo. En una sociedad que se ha vuelto hiperconectada, los emprendedores de éxito están cobrando un protagonismo mayor del que nunca han tenido. Gracias a las redes, tienen más seguidores y más variados que nunca. Siempre han sido una punta de lanza de la sociedad, y ahora multiplican exponencialmente esa condición.
Por este motivo, el emprendedor de éxito tiene hoy más responsabilidad aún. Cada vez son más los jóvenes que les toman como referencia para el progreso profesional y también para valores más personales. Esto es, sin duda, una oportunidad de oro para extender los valores positivos del espíritu emprendedor en la sociedad.
Y, claro está, también tiene sus riesgos. Todo lo que se hace muy masivo tiene cierto riesgo de convertirse en banal. Si los emprendedores de éxito alcanzan pronto la condición de megaestrellas, es fácil que eso suponga un cierto reclamo para los cazadores de fama, con la consiguiente bajada de calidad de los mensajes.
Es cierto que la actividad emprendedora transforma la sociedad y que esa tranformación puede y debe ser a mejor. Conviene que todos remarquemos que crear tu propio negocio supone una realización personal altísima que requiere también un enorme esfuerzo y de la asunción de riesgos.
Se trata de algo en que hay que entrenar y tener bien en forma el carácter.