Emprendedores

Una actividad basada en el trato humano

Bajo el calificati­vo de servicios de atención a domicilio, también conocidos con la sigla SAD, se engloba a todo un conjunto de recursos dirigidos a prestar apoyo y cuidados en su domicilio a las personas cuando, por cualquier circunstan­cia, dejan de ser

- SILVIA MAZZOLI

La oferta está muy atomizada, aunque se percibe una tendencia a la concentrac­ión

Los segmentos susceptibl­es de recibir estos tipos de atenciones y cuidados son: personas mayores, niños, personas discapacit­adas y enfermos en situación de dependenci­a.

Actualment­e el segmento de las personas mayores dependient­es es el que cuenta con un mayor potencial. La esperanza de vida crece año tras año y el deseo profundame­nte arraigado entre los mayores de envejecer en casa, junto al ahorro en los costes, han impulsado la demanda de la asistencia a domicilio muy por encima de cualquier otro sistema de atención. El 90% de los mayores dependient­es permanecen en sus casas, pero necesitan de un apoyo que les permita vivir con calidad. Se estima que algo más de cuatro personas mayores de cada cien son hoy en día usuarias del SAD.

También la Ley de Dependenci­a arroja claras oportunida­des. La Red de Servicios Sociales de las comunidade­s autónomas, además de los centros públicos, cuenta mayoritari­amente con la infraestru­ctura de la empresa privada para hacer frente a sus enormes retos. Existe pues un mercado amplio para quien quiera emprender la actividad de servicios asistencia­les a domicilio, que es posible empezar tan solo con una pequeña inversión. Las empresas privadas (unas mil, principalm­ente de pequeño tamaño), juegan un papel primordial y la oferta está muy atomizada, aunque en los últimos años se ha apreciado una progresiva concentrac­ión de la actividad, resultado de la compra de pequeños operadores por parte de grupos de mayor tamaño. Asimismo han proliferad­o las franquicia­s, con la posibilida­d de operar bajo sus siglas, mediante una inversión que oscila entre los 10.000 y los 50.000 euros.

Eso sí, para emprender en este sector, debes tener una fuerte motivación.

Diego Fernández, experto en la atención a personas mayores y coautor de la guía práctica Montar una empresa de atención a los mayores, nos recuerda la importanci­a de “emprender desde la atención centrada en las personas, con ánimo de ayudar y con afecto y respeto por las personas dependient­es. Eso implica mucho esfuerzo y, por otro lado, una experienci­a muy satisfacto­ria al comprobar que las personas a tu cargo disfrutan y están bien cuidadas”.

LOS SERVICIOS

Los servicios básicos de SAD son aquellos vinculados a la atención personal y continuada de las personas dependient­es, en los siguientes tres ámbitos de actuación:

1)

Servicios de atención personal. Incluye actividade­s de higiene y cuidado de la persona, ayuda físicomotr­iz, estimulaci­ón, movilizaci­ones, control de la medicación, acompañami­ento a consultas médicas o realizació­n de gestiones, servicios de apoyo en el hogar, compras, preparació­n de comidas, limpieza y arreglo general del hogar, y lavado y planchado de la ropa

2)

Integració­n en el entorno. Los servicios comprendid­os en este apartado son: paseos, visitas a familiares o amigos, asistencia a espectácul­os, cines

o teatros, y actividade­s para el mantenimie­nto de las facultades cognitivas.

3)

Otros servicios. Incluiríam­os aquí actividade­s de enfermería, fisioterap­ia, podología, curas, peluquería, logopedia, adaptación del hogar y transporte adaptado.

PRECIOS VARIADOS

El SAD puede prestarse por horas, jornadas completas, en días laborales, festivos y fines de semana, así como en domicilios, residencia­s u hospitales.

Según datos oficiales, el precio público del SAD se sitúa como media nacional en 14,67 euros/hora/usuario, aunque con significat­ivas diferencia­s entre las distintas comunidade­s. Las tarifas fijadas por la Administra­ción suelen ser una

GESTIÓN DE LOS COLABORADO­RES

referencia para la fijación de precios de las empresas privadas, que además deben tener en cuenta la situación local de la oferta y la demanda, el servicio solicitado, el número de horas contratada­s, las nocturnas, las festivas, etc.

El precio del servicio se refleja en una factura al cliente, generalmen­te mensual, con IVA, ahorrando al usuario los trámites de hacerse cargo directamen­te de la contrataci­ón del cuidador, que podría resultarle engorrosa. Una de las principale­s claves para el éxito en esta actividad está en rodearse de los colaborado­res adecuados. En este sentido, la selección minuciosa, la motivación y la gestión del personal resultan cruciales. Trabajador­es sociales, gerocultor­es o puericulto­res, auxiliares de enfermería y de ayuda a domicilio son los perfiles típicos.

Se les exige profesiona­lidad, formación, experienci­a, nivel de compromiso, empatía (hay personas mayores que no quieren dejarse cuidar) y, en algunos casos, especializ­ación en función de las necesidade­s (alzheimer, niños, movilidad reducida, etc.). Evitar la rotación de personal (la continuida­d de los auxiliares del SAD es muy importante para el usuario y su familia) y la coordinaci­ón del servicio son otros aspectos a cuidar. Los costes salariales representa­n más del 80% de los costes totales de esta actividad.

Como orientació­n, el Convenio Marco Estatal fijaba para 2017 en 1.972 euros

la retribució­n mensual de un responsabl­e de coordinaci­ón y en 967 euros la de un auxiliar de ayuda a domicilio.

PUBLICIDAD NECESARIA

Página web, redes sociales, anuncios en prensa o portales de recursos sociales, marketing directo, reparto de propaganda en lugares estratégic­os, prescripto­res, relaciones públicas, como por ejemplo notas de prensa y participac­ión en eventos sectoriale­s para ganar prestigio y reputación como expertos del sector, son algunos de los medios utilizados por las empresas del sector para darse a conocer. Aunque la mejor publicidad sigue siendo la recomendac­ión espontánea a su entorno por parte de los clientes satisfecho­s y de sus familias.

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