El renting más sostenible
LA MEJOR OPCIÓN EN UN ENTORNO CONDICIONADO POR EL COMPROMISO MEDIOAMBIENTAL
Zonas restringidas al tráfico, encarecimiento del diésel, más controles a los fabricantes… Las administraciones anuncian medidas más contundentes contra la contaminación. Pero el mercado aún no está preparado para la meta de cero emisiones. En un escenario de incertidumbre, el renting es la mejor opción para invertir con bajo riesgo en los vehículos de empresa.
Reducir la contaminación atmosférica es vital en el actual momento histórico que vivimos, sobre todo en las grandes ciudades. Según estimaciones de la Agencia Europea del Medio Ambiente, las partículas y gases nocivos que respiramos causan en España unas 30.000 muertes prematuras cada año. En su informe anual sobre la calidad del aire, Ecologistas en Acción incide en este dato y denuncia que “la práctica totalidad de la población española y europea viene respirando aire contaminado”.
El origen del problema está principalmente en las emisiones originadas por el tráfico rodado, seguidas a distancia por las que provienen de las calefacciones, los puertos y aeropuertos y determinadas industrias. Como señala el Libro Blanco El futuro de los vehículos de combustibles alternativos, editado por el operador de renting ALD Automotive, “el transporte por carretera contribuye con el 20-30% de contaminantes a la contaminación atmosférica”, y “se estima que los vehículos diésel originan el 80% de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) asociadas al tráfico”, las más dañinas. Para luchar contra esta amenaza, la Unión Europea está aumentando la presión sobre la industria automovilística. La legislación comunitaria establece que, en 2021, la emisión media de la flota de nuevos vehículos deberá reducirse de 130 gramos de CO2 por km, a 95 gramos. Además, tras el reciente escándalo de las emisiones, se han endurecido los controles sobre los sistemas de medición de emisiones de NOx.
Bruselas también está exigiendo un compromiso más efectivo a los estados miembros y ha impuesto un calendario de reducción de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), dióxido de azufre (SO2), compuestos orgánicos volátiles no metánicos (COVNM), amoníaco (NH3) y partículas finas (PM2,5),
con objetivos concretos que se deben cumplir entre 2020 y 2030.
En esa línea, con el objetivo de desincentivar el consumo de diésel, el pasado mes de julio, el Gobierno planteaba su intención de aumentar la carga fiscal sobre este combustible para ir equiparando su precio al de la gasolina.
Dicha medida se suma a las de otras administraciones, como los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, que cuentan ya con planes globales dirigidos a reducir progresivamente, e incluso eliminar, el tráfico de los vehículos más contaminantes. Concretamente, el Plan A del Ayuntamiento de Madrid, que se puso en marcha el año pasado, dará un nuevo paso el próximo mes de noviembre, para convertir todo el distrito Centro en zona Cero Emisiones, exclusiva para vehículos eléctricos. De esta forma, se prohíbe el acceso a los vehículos sin distintivo ambiental (gasolina matriculados antes del año 2000, diésel anteriores a 2006 y motos sin etiqueta), y se permitirá el paso de los que tengan distintivos B, C y Eco, solo si se dirigen a un aparcamiento privado.
AMENAZA A LA INDUSTRIA
La preocupación por la calidad del aire es compartida actualmente por todos los sectores económicos y por la opinión pública en general. No obstante, la subida del precio del diésel se plantea como una amenaza directa contra la industria automovilística.
Según la asociación de fabricantes de automóviles ANFAC, “más de 40.000 empleos y 17 fábricas de automóviles en España están directamente vinculadas a la producción y venta de vehículos diésel”, que suponen el 42% de la producción.
Además, en contra de lo que se espera, reducir la cuota del diésel