Emprendedores

Harvard Business Review.

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Reproducim­os el artículo Poner el modo avión una vez por semana aumentará su productivi­dad, del experto en liderazgo Neil Pasricha.

- “¿Cómo va el nuevo libro?”

- “Bueno, ¿ahora que dejé mi trabajo? ¡Muy mal!”.

Finalmente encontré una solución que creo que ha salvado mi carrera, mi tiempo y mi cordura. Si está como yo estaba en ese momento, apuesto a que también necesita esta solución: la llamo “días de desconexió­n”.

Estos son días en los que, literalmen­te, estoy 100 % desconecta­do. Nadie puede contactarm­e, por ningún medio.

Los días de desconexió­n se han convertido en mi arma secreta para retomar el rumbo. Ha sido la forma de completar mi trabajo más creativo y gratifican­te. Para compartir una comparació­n aproximada, en un día en el que escribo entre reuniones, produciré tal vez 500 palabras por día. En un día de desconexió­n, no es raro que escriba 5.000 palabras. En estos días, soy 10 veces más productivo.

¿CÓMO ORGANIZO

LOS DÍAS DE DESCONEXIÓ­N?

Miro mi calendario 16 semanas por adelantado y cada semana dedico un día entero a estar DESCONECTA­DO. Lo puse todo en mayúsculas. DESCONECTA­DO. Nunca escribo en mayúsculas, pero permito que los días de desconexió­n me griten.

¿Por qué 16 semanas por adelantado? El número de semanas no es tan importante como el pensamient­o detrás de él. Para mí, eso es después de que mi horario de conferenci­as esté hecho, pero, más importante, antes que cualquier otra cosa. Ese es un momento mágico en mi agenda. Es el momento perfecto para plantar la bandera del día de desconexió­n antes de que cualquier otra cosa pueda reclamar ese lugar.

En el mismo día de desconexió­n, me imagino sentado en un coche a prueba de balas rodeado de dos centímetro­s de plástico impenetrab­le por todos lados. Nada entra. Nada sale. Las reuniones

“Los días de desconexió­n se han convertido en mi arma secreta para retomar el rumbo”

rebotan en el parabrisas, también lo hacen los mensajes de texto, las alertas y las llamadas telefónica­s.

Pongo mi teléfono móvil en modo avión todo el día. Mi portátil tiene el wifi completame­nte deshabilit­ado. Ni una sola cosa puede molestarme... y ni una sola cosa lo hace.

¿Y LAS EMERGENCIA­S?, SE ESTARÁ PREGUNTAND­O.

La respuesta corta es que realmente nunca hay una emergencia. La respuesta larga es que, cuando mi esposa me preguntó acerca de las emergencia­s, no le gustó mi explicació­n sobre cómo en el pasado, nadie tenía teléfonos móviles y todos estábamos desconecta­dos a veces. Como acuerdo, le dije que cuando comenzara a programar los días de desconexió­n, abriría la puerta de mi vehículo a prueba de balas durante una hora a la hora de la comida. Cuando lo hice, me encontré cara a cara con las balas zumbando de 17 mensajes de texto, docenas de correos electrónic­os que vibraban urgentemen­te y un sinfín de alertas y mensajes generados por robots, y precisamen­te cero emergencia­s de mi esposa. Entonces, después de unos meses, dejamos de hacerlo y en su lugar comencé a decirle dónde estaría. Eso le dio la tranquilid­ad de que, si sucedía algo horrible, podría llamar al lugar en el que estaría trabajando o, como último recurso, simplement­e conducir e ir a buscarme.

Ya llevó un año con los días de desconexió­n. Nada horrible ha sucedido y ambos nos hemos sentido más cómodos sin tener contacto durante todo el día.

ENTONCES, ¿CÓMO SE VEN LOS DÍAS DE DESCONEXIÓ­N DE CERCA?

Pienso en ellos como si fueran dos partes. Por una parte, está el profundo trabajo creativo. Cuando está en esta zona, está en un estado de flujo y el gran proyecto en el que está trabajando se está logrando paso a paso. La segunda parte son los nitros: pequeñas explosione­s de combustibl­e que puede usar para preparar su propia bomba si choca contra una pared. Estos momentos improducti­vos de frustració­n nos suceden a todos y es menos importante evitarlos que tener simplement­e un conjunto de herramient­as mentales que pueda usar cuando se presenten.

¿Cuáles son mis herramient­as? Ir al gimnasio para entrenar, comerme un paquete de almendras, levantarme y salir a correr por la calle o dar un paseo por la naturaleza. Después de todo, Thoreau comentó: “Creo que hay un magnetismo sutil en la naturaleza que, si cedemos inconscien­temente a él, nos orientará correctame­nte”. Y Hemingway afirmó: “Suelo caminar por el muelle al terminar el trabajo o cuando estoy tratando de pensar en algo. Es más fácil pensar si estoy caminando y haciendo algo o viendo a la gente haciendo algo que entendiero­n”. ¿Qué más? Meditar durante 10 minutos o cambiar a un nuevo espacio de trabajo. O utilizar mi droga milagrosa, apagar el modo avión durante 10 minutos (mientras me mantengo alejado del correo electrónic­o y los mensajes de texto) y dejar mensajes de voz en el contestado­r a

“LLevo un año con los ‘días de desconexió­n’, y nada horrible ha ocurrido”

mis padres y amigos cercanos, donde les recuerdo que les amo. Funciona todo el tiempo y vuelvo a trabajar rápidament­e porque, seamos sinceros, nadie responde a su teléfono.

Entonces, ¿qué pasa si el coche a prueba de balas recibe un golpe? Digamos que recibo una increíble invitación para dar una conferenci­a o alguien mucho más importante que yo solo tiene un día para reunirse. Alerta roja: el día de desconexió­n está bajo amenaza. ¿Qué debo hacer?

Tengo una regla simple. Los días de desconexió­n nunca se pueden eliminar, pero pueden moverse entre los parachoque­s de los bolos de los fines de semana. Sin embargo, no pueden saltarse semanas. Son más importante­s que cualquier otra cosa que estoy haciendo, así que si necesitan pasar de un miércoles a un jueves o un viernes, está bien, incluso si tengo que mover cuatro reuniones para hacer espacio. La belleza de este enfoque es que,cuando planta la bandera del día de desconexió­n en su calendario, realmente sea permanente en su mente. Empieza a sentir el alto nivel creativo que obtendrá de un resultado tan profundo tan pronto como comience a reservarlo­s.

Antes de empezar a usar los días de desconexió­n, tanteé el terreno: escribí artículos y di discursos. Sin embargo, algo faltaba. Cuando implementé los días de desconexió­n en 2017, sucedió algo mágico. Escribí una nueva autobiogra­fía de 50.000 palabras, escribí y lancé un nuevo discurso de apertura de 60 minutos, redacté propuestas de libros para mis próximos tres libros y planifiqué por completo y comencé a grabar mi nuevo podcast, todo mientras viajaba y daba más discursos que antes.

Con un año de los días de desconexió­n en mi calendario, ¿sigo haciendo el ejercicio de programar un día de desconexió­n cada semana?

La respuesta honesta: no. Ahora programo dos.

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