ALGUNOS DATOS CLAVE
Millones
se hubiese encontrado con uno de pescados, la historia de Goiko sería completamente diferente. A lo mejor se hubiese decantado por el negocio de atención médica a domicilio “cuyo business plan tenía en mi domicilio y que nunca llevé a cabo”.
EL MODELO DE LA IMPROVISACIÓN
Lo cierto es que, curiosamente, la improvisación ha estado presente en prácticamente todas las decisiones cruciales. “Iba a montar un restaurante y no sabía ni cocinar ni ser camarero, así que los contraté. El cocinero era un hispano venezolano al que llamábamos El Negro y el primer camarero, Víctor, era un amigo del anterior propietario. Ellos fueron los que inventaron la carta, las hamburguesas, el emplatado… Un día le dije al Negro, “sácate una puchi (hamburguesa)”. Y el tipo va y saca la hamburguesa con la salsa en un cuenco, que no sé de dónde sacó, con las patatas cortadas en gajo
La improvisación ha estado presente en gran parte de las decisiones cruciales del proyecto
y con la ensalada. Acababa de crear el emplatado de Goiko. Ahora te planteas cómo hacer un negocio desde cero y piensas que le darías mil vueltas al plato, al target, a la ubicación… Y en aquel momento fue “Negro, sácate una puchi”. Y como estas improvisaciones, miles: dónde va la parrilla, el modelo… Y empezaron a entrar clientes. Muchos eran extranjeros, muy tiquismiquis, que, si veían algo mal, te lo decían ¡y veían algo mal todos los días! Ese cliente tan complicado fue una escuela muy completa para nosotros”.
Poco a poco empezó a crecer. El punto de inflexión lo marcó la segunda apertura, fruto también de la improvisación. “Me llegó un mensaje de un banco que me pre-aprobaban un préstamo de 30.000 € y al segundo ya estaba llamando. Con ese dinero salí a buscar un local. Encontré uno, mínimo, en Conde de Peñalver y ahí empezó a unirse la gente más importante de la historia de la compañía, con mi hermana; con Mari, de operaciones; con Iván, de RRHH, y otros que llegaron en esa época. Hicimos un equipo espectacular que permitió el crecimiento de la compañía
en su momento, pero, visto lo visto, yo creo que pagaron poco, jejejeje”. ¿Por qué ceder la mayoría de un proyecto personal? “Hay dos tipos de emprendedores. El que se enamora más de su relación con la marca y el que se enamora más de la marca y del proyecto solo. Yo soy de los segundos y sabía que compartiéndola podía hacerla más grande que quedándomela yo solo. Cuando tú eres el único dueño de una empresa que vende más de 60 millones, da vértigo que tanta gente, tanto negocio, dependa de las decisiones de una sola persona. Y decidí que quería un socio nuevo para la parte internacional y para seguir creciendo. Vimos a decenas de fondos y al final el que más nos gustó fue L. Catterton.”.
¿Cómo identificar cuál es el fondo que más se adapta a ti? “Nos decidimos por ellos no tanto por lo que nos ofrecieron económicamente sino por lo que nos gustaron. El dinero nunca fue el factor decisivo para tomar esta decisión. Estaban muy alineados con lo que es Goiko: por tamaño era el mejor aliado podía ser; al estar vinculado a LVMH, sabíamos que estaban muy enfocados en marcas, lo que significa que entienden la calidad, la importancia de desarrollar a los profesionales y el valor de tener una única marca y no mil, que esté en muchas ciudades y muchos países. Pero, además hubo una química brutal desde el primer momento. Para el emprendedor es muy importante su intuición: si te sientas con un inversor y te sientes raro, descártalo”.
E
¿Te imaginas construir veleros en una provincia sin mar, ni una industria especializada cerca? Es el método de Tarsis Astilleros, una compañía con sede en Jaén que aprovecha la experiencia en el trabajo del poliéster y el acero de la industria auxiliar del mercado del aceite para fabricar los únicos barcos del mundo homologados como insumergibles. -
LDIEGO S. ADELANTADO a idea empezó a gestarse cuando todavía se utilizaban las pesetas. “Fui con mi suegro, en Jaén, a comprar una cuba para el tractor, para regar y sulfatar los olivos. La cuba tenía seis metros de largo, y era de poliéster reforzado con fibra de vidrio. A mi suegro le cobraron 60.000 pesetas por la cuba. Pensé ‘¡ostras! Esto es un barco’. Era el mismo material, tenía las mismas medidas que los yates que yo tenía intención de fabricar… Y los yates costaban en ese momento 2 millones y medio de pesetas. Si por 60.000 tenía el casco, que forma el 60% de un barco…” Recuerda fundador y CEO de Tarsis Astilleros, sobre el origen de la compañía.
Pero lo bueno no acaba aquí. El resto de los componentes de la cubierta de un barco son de acero
Juan Sánchez Galera,