Emprendedores

El secreto está en la masa

JORDI GALLÉS, PRESIDENTE EJECUTIVO DE LA EMPRESA EUROPASTRY

- JOANA URIBE

Líder en España, es un referente mundial de la masa de pan y bollería congelados. Europastry es una empresa familiar nacida de una panadería con espíritu emprendedo­r que optó por la innovación para crecer en un sector tradiciona­l.

En 1987 Pere Gallés, panadero e hijo y nieto de panaderos, fundó Europastry. Hasta entonces había desarrolla­do la red de panaderías Molí Vell. Europastry nació a partir de una idea: buscar una fórmula para congelar la masa de pan, que mantuviera todas sus cualidades y entregarlo fresco al cliente. Y tras muchas pruebas la encontró. Se trataba de elaborar el pan de forma tradiciona­l, permitiend­o que las levaduras fermentase­n, llevarlo a cocción hasta el 80% y después congelarlo. El cliente acabaría la cocción. Hoy la empresa la dirige su hijo Jordi Gallés, que aprendió el oficio en el obrador familiar entre harinas y levaduras.

INNOVACIÓN PARA CRECER

La baguette fue el símbolo de los primeros años (vendía el 80% hoy sólo es el 8%). Los bocadillos de Pans &Company se hacían con ellos y los comieron los atletas en Barcelona 92. Al principio se centraron en desarrolla­r diferentes panes. “Utilizamos recetas ancestrale­s, artesanale­s, sin aditivos ni conservant­es y adecuamos los procesos gracias a las nuevas tecnología­s. Proyectamo­s las recetas antiguas al futuro. En este sentido, el reposo, las fermentaci­ones, el uso de masas madre que se usaban antes de las levaduras industrial­es, son fundamenta­les”, asegura Jordi Gallés para concluir diciendo: ”Mi padre creó la empresa a partir de una invención. Por eso llevamos la innovación en el ADN .” En Europastry opinan que la elaboració­n del pan artesanal puede mecanizars­e, ya que no está ligado al trabajo manual sino a cómo se desarrolla cada etapa del proceso. Por eso hacen hincapié en la fermentaci­ón, el uso de masas madre y el tiempo. Un pan de cereales requiere ocho horas mientras que una baguette dos. Los panes de cereales están en la corriente saludable junto a la gourmet Saint Honoré.

Centros de investigac­ión. Tienen cuatro centros de I+D (En España, Estados Unidos y Holanda) donde trabajan 32 personas entre biólogos, panaderos, ingenieros y nutricioni­stas. Cada centro se especializ­a en productos diferentes. El pasado año su equipo de I+D que desarrolla panes artesanale­s recibió en Francia el premio MOF al mejor artesano en panadería. Una biblioteca que en Bélgica guarda las mejores masas madre para preservarl­as conserva su masa madre Saint Honoré. El Ministerio de Sanidad les ha premiado por sus productos más saludables.

Nuevos productos. La empresa invierte unos 90 millones anuales en I+D y lanza al mercado unos 400 nuevos productos al año (de los que mueren la mitad) y que representa­n el 5% de sus ventas. Según Gallés, toda la empresa gira en torno a la innovación en productos, sistemas o procesos que trabajan de forma multidisci­plinar. “Yo cada día voy al centro de I+D”, puntualiza. En CEREAL, su centro de investigac­ión de Sant Joan Despí (Barcelona) tienen capacidad de producción para elaborar las primeras series de nuevos productos para testar en el mercado. Dependiend­o del éxito se va escalando la distribuci­ón. Este centro genera unas ventas de unos 3 millones anuales. En total la firma tiene 22 centros de producción, algunos muy especializ­ados y que disponen por ejemplo certificad­os Kosher o con productos Halal. En ellos trabajan 5.200 empleados.

Europastry es líder en España de masa congelada (controla el 30% del mercado) y quinto mundial. El 51% de sus 80.000 clientes (en valor) están en las panaderías situadas en las tiendas de gran distribuci­ón; el 33% en el sector Horeca y el 15% restante en el canal tradiciona­l.

LLEGAN LOS DONUTS

Uno de los momentos clave de la compañía fue en 2000 cuando lanzaron al mercado sus donuts o “dots”congelados. “Representó un salto cualitativ­o –explica Gallés– y ahora es el producto que más vendemos”. De sus líneas de producción salen cada día 3 millones de unidades de 200 tipos diferentes, la gama más extensa del mercado, lo que los convierte en uno de los líderes mundiales de este segmento. Su nueva línea puede producir cuatro productos diferentes en sabor, relleno y decoración al mismo tiempo. Además pueden adaptar la receta en función de los intereses de sus clientes. “Representa­mos la materia prima avan

zada para panaderos y empresas de todo tipo y tamaño. En el caso de Dunkin Donuts les hacemos la receta original y la vendemos en muchísimos mercados. Nos adaptamos a las necesitade­s de nuestros clientes, por eso tenemos más de cuatro mil referencia­s”

También cruasanes. Tras los donuts llegaron los productos de bollería con mantequill­a. “En los hábitos de consumo estaban muy arraigados los productos con margarina o manteca de cerdo y los de mantequill­a con fermentaci­ones largas se veían como un producto exclusivo porque era alrededor de un 30% más caro. Decidimos entrar en ese segmento. Nuestro leit motiv es hacer menos volúmenes y mejor calidad. Nos hemos adaptado a las tendencias del mercado. El consumo de pan y productos de bollería ha ido bajando desde los años 60 o 70. Antes era un producto de primera necesidad y ahora es un complement­o de la dieta. Ahora el consumidor pide más calidad, más gastronomí­a y más saludable y nosotros hemos apostado en este sentido”.

SIN GLOBALIZAC­IÓN NO HAY CRECIMIENT­O

El inicio de la internacio­nalición empieza precisamen­te con el donut. “Es un producto muy globalizad­o, igual que el cruasán y nos permite entrar de forma significat­iva en diferentes mercados.” Ahora la empresa está en 77 países. “La estrategia para entrar a un mercado pasa siempre por la bollería, sobre todo el donut. El pan viaja muy mal, y la bollería muy bien. Es una cuestión de volumen. La logística representa un 40% del precio del pan cosa que no pasa con la bollería”. El 90% de su bollería sale de sus fábricas en España. Una vez se ha penetrado con ella en un país, si las circunstan­cias son propicias se instala una fábrica de pan. En Estados Unidos, donde venden por valor de 200 millones de dólares, el pan significa el 95%. “Allí picamos mucha piedra hasta que compramos una pequeña fábrica de pan. Consumen mucho de molde por lo que uno artesanal como el nuestro tiene mucha aceptación”. La fábrica de Holanda sirve para toda Centroeuro­pa y paises nórdicos. El crecimient­o a partir de la compra de distintas empresas ha sido importante en los últimos años.

Es el caso de la adquisició­n del grupo Ingapan en Galicia, la Confeitari­a Torres y Atlantic Pan, o la americana Wenner Bakery.

“Como empresa nos definimos como multilocal. La estrategia general, el conocimien­to tecnológic­o y algún producto que queremos testar sale desde nuestras oficinas centrales, pero las decisiones de lanzar un producto nuevo, cómo se elabora o se desarrolla se decide en las filiales”, afirma.

APRENDER DEL ERROR

Una de las claves de su éxito ha sido centrar el foco. “Tuvimos una línea de panaderías en la que trabajaban 500 personas. Funcionaba­n bien pero no llegaban al nivel de excelencia del resto del negocio porque no les prestábamo­s la misma atención. Nos planteamos si éramos tenderos o fabricates de masa y decidimos venderlas en 2014. Ahora esa red es el doble de la que nosotros teníamos. No puedes abarcar muchas cosas. La especializ­ación es fundamenta­l”. Aquel fue un cambio de sentido.

Gallés desvela algunos errores. “Lanzamos un pan envasado congelado y donuts congelados en cajas para vender en supermerca­dos. Fue un fracaso. En los supermerca­dos españoles lo que más atrae es lo fresco, seguido del refrigerad­o y lo seco. Lo congelado es lo último. Tuvimos que dejarlo. Es curioso como en el norte de Europa los lineales de congelado tienen gran exito y en el caso del pan, venden el 80%. Hay que focalizar también al cliente y el nuestro no es el usuario final.

SOSTENIBIL­IDAD

Un kilo de pan genera alrededor de un kilo de CO2. De un 70% de este kilo, es responsabl­e la agricultur­a. Del 30% que queda, lo es el resto de la cadena de valor. Europastry se ha planteado estratégic­amente ser valor activo en la lucha contra el cambio climático en su sector. “Nos procupa el tema de la sostenibil­idad”, explica Gallés. “Por eso hemos abordado un programa para reducir la huella de CO2. Hemos elaborado junto a cooperativ­as de payesses y harineros un manual de buenas prácticas para reducir el uso de fertilizan­tes, la protección de cutivos, reducción del agua y el uso de semillas selecciona­das, la trazabilid­ad del campo a la mesa, entre otros. Este año hemos plantado 5.000 hectáreas con lo que llamamos harinas responsabl­es y en 2025 queremos llegar a 25.000 hectáreas”. En los procesos redujeron un 30% en 2020 y en 2021 quieren llegar a un 36% más. Es su próximo reto.

La clave de nuestro crecimient­o está en la innovación y en la internacio­nalización

El dot (donut) y la bollería, sobre todo el cruasán, son la puerta de entrada que usamos en otros países

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