DE LA TORRE

CELEBRA FIESTONES CADA VEZ QUE LE NOMINAN A UN GOYA, CUANDO VIAJA CORRE MUCHO Y COMPRA VINO, Y PREFIERE NO SER AMADO A NO SABER AMAR

Hablamos con el actor español más nominado a los Goya sobre amor, vino y f estas.

VIVO COMO UNA FIESTA estar nominado a los Goya. De hecho, he instaurado una tradición con un grupo de amigos que nos hacemos llamar Los Farruquitos, con los que me reúno cada vez que me nominan y nos echamos unas risas. Como soy el actor que más veces ha sido nominado (11), últimamente todos los años hay juerga (risas).

PARA EL CHICO DE PROVINCIAS QUE SOY fue increíble pisar por primera vez la alfombra roja de los Goya. Fue en 2007. Llegué con mi diploma de nominado bajo el brazo para hacerme muchas fotos. Pensé que igual no volvía más por allí y en mi catetismo se me ocurrió que esta sería la única manera de demostrárselo a mis nietos (risas). Luego lo gané por Azuloscurocasinegro. Ahí lo tengo en la estantería de casa. Le he colgado al cuello la medalla de la maratón de Sevilla, la primera y no sé si la última que correré en mi vida. La hice en cuatro horas y un minuto.

SUPONGO QUE EXISTE EL TALENTO, aunque tampoco sé muy bien qué es. Usain Bolt es el hombre más rápido, pero ¿quién coño es el mejor actor? Hay una cosa en la que sí confío y es mi palabra preferida del castellano: voluntad.

ACABO DE RODAR ‘TIEMPO DESPUÉS’, la secuela de Amanece que no es poco, que José Luis Cuerda sitúa en el año 9177. Quizá entonces la capital del mundo sea Barcelona y todos hablemos catalán (risas). No, en serio, solo espero que para entonces siga existiendo la especie humana pero de otra manera. No creo que con esta forma de vivir la Tierra nos aguante 8.000 años más. O cambiamos nuestra relación con el planeta o el planeta cambia la relación con nosotros… es como en las parejas. Hay que aprender a corregir los excesos y locuras del capitalismo. El mundo es finito y el ser humano es una plaga. En esta línea, me parece muy interesante el libro Sapiens, de Yuval Noah Harari.

40 AÑOS DE PSOE EN ANDALUCÍA no es sano. La alternancia es necesaria. Quien tenga verdadera vocación de servicio público tiene que dar un paso a un lado. El que sea de izquierdas y no lo haga ya está siendo incoherente, ¿no?

SOY POCO COCINILLAS, PERO DE MUY BUEN COMER. Hago algunas cosas con la Thermomix, que si un salmorejo, que si una crema de calabaza para mis hijos… Y el vino cada vez lo disfruto más. Hay dos cosas que hago cuando viajo: una es salir a correr (ves más cosas en menos tiempo) y la otra comprar vino de la zona.

YO SIEMPRE QUISE SER PERIODISTA, por lo menos desde que llegué a la adolescencia. Me gustaba imitar a Butanito y también quería ser futbolista. Como era muy malo con el balón, decidí que sería periodista deportivo. Luego me vine a Madrid, me matriculé en la Complutense y allí me hice íntimo de Alberto San Juan. Hablábamos de ser actores y un día nos apuntamos a la escuela de Cristina Rota. Pero yo con 11 años ya había dado clases de teatro infantil en el Arlequín de Málaga. Me flipaba, pero lo dejé a lo tonto. Treinta años después, en 2013, rodando Caníbal, me encontré con un amigo de la infancia, el periodista Antonio Galeote: “¿Sabes qué dijo don Antonio cuando dejaste las clases de teatro? –me contó–. Que era una lástima porque tenías madera de actor”. Se me puso la piel de gallina.

NO TENGO GRANDES POSESIONES NI INVERSIONES. Afortunadamente con mi sueldo y el de mi mujer vivimos bien. Intento ser un consumista razonable. Me entrevisté con Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, porque hemos rodado una película sobre su cautiverio, y me dijo: “Quien es feliz, lo es con poco. El que no es feliz, no lo es con nada”.

LOS 50 LOS VOY A CELEBRAR CON LOS COLEGAS DE LA FACULTAD. Este año cumplimos todos medio siglo, así que estamos pensando en reunirnos y hacer algo especial. Con mi familia, mi mujer y mis hijos ya lo celebré, claro. Para quien quiera saberlo, cumplo el mismo día que Kevin Costner y Guardiola (risas).

CADA VEZ PIENSO MENOS EN CÓMO ME RECORDARÁN. Era una fantasía recurrente cuando era joven. Sé que tiene que ver con una necesidad de afecto. Pero como dijo Albert Camus: “No ser amado es una desventura pasajera. La verdadera desgracia es no saber amar”.