PURA PERVERSIÓN.
Antes de que Baltimore se hiciera famoso gracias a The Wire, fue John Waters quien lo puso en el mapa, así que el mérito es suyo. Este actor y director, que va a soplar 72 velas el próximo mes de abril, llevó el underground a sus cotas más altas de obscenidad… y éxito. A él le debemos obras maestras de la perversión y el trash como Pink Flamingos o Multiple Maniacs, protagonizadas por otra de sus creaciones, esta de carne hueso: Divine, el travesti que nos legó algunas de las escenas más escatológicas del séptimo arte, como el último acto de Pink Flamingos, donde se come (literalmente) un excremento de perro. La vida de Waters es un museo de los horrores formado por sus películas, actores y amigos (entre los que hay miembros de la familia Manson), pero, si no existiera, habría que inventarle.