Esquire (Spain)

FERNANDO ARAMBURU: “NO HABRÁ DOS EUSKADIS COMO HA HABIDO DOS ESPAÑAS”

- POR TERESA OLAZABAL

Fernando Aramburu consiguió dotar de alma a la viuda del asesinado y al asesino como nadie lo había hecho antes. Y, sin buscarlo, consiguió que la mayor parte de las 700.000 personas que han leído su libro trascendie­ran sus rencores y prejuicios y se enfrentara­n de otra forma a un problema enquistado. Nos encontramo­s para hablar de Autorretra­to sin mí, su nuevo libro, “un ejercicio para profundiza­r sobre lo que es el ser humano, escrito a ratos, en aviones y habitacion­es de hotel, que habla sobre mí, pero sobre todo sobre el ser humano”. No podemos evitar conversar también de cómo cerrar las heridas. ESQUIRE: Dicen los que entienden que con retirar los muertos de las calles no basta para alcanzar la paz. FERNANDO ARAMBURU: Es difícil que quien ha sufrido la violencia deje de ser víctima. Como mucho puede llegar a inte- riorizar su drama y sentir cierto alivio en el hecho de que la sociedad le muestre un poquito de comprensió­n. ESQ: ¿Crees que las víctimas no tienen tanta necesidad de paz como de justicia? FA: Sí. Y para esto, para restablece­r los lazos sociales y curar a cada uno su dolor, viene bien que se lleven a cabo algunos gestos públicos conciliato­rios. Esto requiere rehumaniza­rse, ser capaz de reconocer errores, ser autocrític­os, humildes y tener políticos que sean razonables y no metan cizaña. ESQ: En algunos perdura el deseo de que haya vencedores y vencidos. FA: No consigo imaginar cómo puede sentirse victorioso el hijo de un padre asesinado. Creo que quien realmente lo crea es porque no es capaz de ponerse en su lugar. ESQ: Entonces, las víctimas nunca encontrará­n la paz. FA: En ocasiones he procurado hablar de sus casos en mis obras para que no sean rápida y calculadam­ente olvidados. Pero si uno observa de cerca a estas personas, comprende que esa herida la llevarán siempre. Podría cicatrizar, pero eso es todo. Lo malo es que en muchos casos la sociedad no está a la altura: pretende pasar rápidament­e página y ocuparse de otras cuestiones. ESQ: ¿Pasará lo mismo que con la Guerra Civil? ¿Habrá dos Euskadis como hay dos Españas? FA: No lo creo. La Guerra Civil tuvo unas dimensione­s de tragedia mayores. Hay diferencia­s esenciales: el terrorismo

Fernando Aramburu, autor de Patria, la novela más vendida de 2017, ha hecho más por la reconcilia­ción de las dos Euskadis que ningún otro vasco.y sin querer. Ahora, a semanas de disolverse definitiva­mente la banda armada, reflexiona sobre cómo cerrar esas heridas “No consigo imaginar cómo puede sentirse victorioso el hijo de un padre asesinado”

de ETA no eran dos bandos en conflicto, era una organizaci­ón que atacaba a otras personas; otra diferencia es que no se conocen actos de venganza entre las víctimas y también que el conflicto terminó cuando ETA abandonó. Alguien dijo que las guerras civiles duran cien años: dos, tres o cuatro de batallas y luego 96 años de polémica, disputas, venganzas… Parece que la guerra civil española no ha sido todavía desactivad­a en las mentes. Algunos la mantienen viva en sus declaracio­nes aunque no la hayan vivido. ESQ: ¿Habrá que vigilar también la memoria histórica del País Vasco? FA: Muchos jóvenes reconocen ahora en los sondeos tener una idea “vaga” de lo que fue la ETA. Pero ellos tienen derecho a tener un banco de memoria documental e incluso de fcción donde acudir para saber qué pasó. ESQ: Dices que Patria no podía haberse escrito hace veinte años. ¿Qué evolucionó para que fuera posible? FA: La situación cambió en el momento en que se detuvo la violencia. De pronto era posible mirar las cosas con cierta perspectiv­a. Empieza a ser viable hablar sin agresiones, sin violencia, sin amenazas. Esto hace que se pueda empezar a entrever la humanidad del otro. ESQ: No todo fueron alabanzas: tuviste muchas voces críticas también. FA: Hay personas a las que les gustaría que perdurase una memoria del militante de ETA menos crítica e identifcar­lo con algún tipo de héroe, de sacrificio por su pueblo, etc. Yo escribo contra esa versión, pero la memoria colectiva por fuerza tiene que ser múltiple. No puede haber solo un libro con una versión para un episodio tan enorme. ESQ: Has dicho en muchas ocasiones que tu no eres un patriota. FA: Bueno… tengo mis apegos. Me gusta mucho la sidra, siento un pinchazo de placer cuando la Real Sociedad gana, me gusta mucho pasear por mi ciudad natal… No soy un bloque de mármol. Ahora, lo que yo no hago es convertir estos afectos en banderas, en himnos, en criterios discrimina­torios, en proyectos políticos… En ese sentido no soy un patriota. Me gusta lo mío, lo que me vincula con mi tierra, con mis paisanos…, pero no me gustan las casas con las puertas cerradas o los jardines donde solo pueden disfrutar los del lugar. ESQ: Pues ese sentimient­o nacionalis­ta que hormiguea en el estómago se nos va de madre en cuanto uno se descuida… FA: Sí, hay periodos históricos donde esto se nos va de las manos, se fanatiza a la población y se acaba generando mucho dolor. Pasa en España ahora con Cataluña y en Europa desde hace siglos. No estaría mal que en lugar de expulsar a los diferentes nos centráramo­s más en exportar la cultura propia.

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