Esquire (Spain)

PAUSA, UNA SIN PARAR”

“NECESITÁBA­MOS UN LIMPIAR CABEZAS, ECHARNOS UN POCO DE MENOS Y TAMBIÉN LOS ESCENARIOS. LLEVÁBAMOS CINCO AÑOS

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“Esto nos hace valorar mucho más las cosas y el trabajo de los demás”, apunta Mikel Izal, vocalista y compositor del grupo.

Empieza la tan temida producción y Nacho, nuestro estilista, les propone primero enfundarse en un traje. “Es la primera vez que me pongo uno, me siento como cuando te disfrazas y vas por la calle solo hasta el sitio en el que has quedado con tus colegas”, dice Mikel. Así que el estilista le quita la americana y le pone una bomber. Parece que así está más cómodo. Y continúa: “En el tema estilismo somos un desastre. Aunque hemos mejorado algo, no creas. Ahora vemos fotos de conciertos de nuestros inicios y llevamos unas pintas que ni para comprar el pan”.

Pero a sus seguidores, que han demostrado una fidelidad extrema, no parece importarle­s. De hecho, después de Copacabana y la locura de gira que supuso, han estado un año en barbecho, y cuando han vuelto ahí estaban esperándol­es. “Después de tanto tiempo de silencio estamos flipando. En una época en la que nadie espera a nadie y hay tanto para escuchar, para entretener­te… No sabíamos qué iba a pasar, nadie había hablado de nosotros y sin embargo a la vuelta todo se ha multiplica­do por diez”, apunta Gato.

SU MEJOR DISCO

Su nuevo disco, Autoterapi­a, respira la misma naturalida­d que los anteriores, con letras más introspect­ivas y el uso de nuevos instrument­os como el banjo, el pedal stell y el violín, que suena en la canción que da título al disco y que grabó para ellos Ara Malikian. “Es un tema que empieza muy progresivo, con guitarras muy duras, casi heavys, y acaba un poco de la misma manera, llegando a un punto casi épico, que no nos gustaba. Nos dimos cuenta de que ahí encajaba genial un violín folk un poco loco, pero ¿a quién llamar? Así que pensamos en el mejor. Le enviamos la canción y ahí está la magia de la música, en que un tipo como este, con un talento tan grande, escuchase el tema, le gustara y sacara un hueco para grabar con nosotros. Y ahí está su colaboraci­ón, que nos emociona cada vez que la escuchamos”, cuenta su teclista Iván Mella.

En cuanto a la frescura que respira el disco, Gato explica: “Esta es la primera vez que hemos tenido un estudio de grabación a disposició­n. Así que hemos podido hacer siete u ocho versiones de una canción. A veces, después de tantas, te das cuenta de que la que valía era la primera, pero tienes que tener la posibilida­d de averiguarl­o. Nos ocurrió con El pozo, el primer single, con el que cometimos el error de pensar en él como tal desde el principio, lo que nos hizo darle demasiadas vueltas para, al final, volver al inicio”.

Esta primavera y verano no pararán. Estarán en el Wam de Murcia (5 de mayo), el Bull Music de Granada (18 de mayo), el Spring Festival (25 de mayo), el FIB (19 de julio) o el Sonorama (8 de agosto), entre otros. Y es que no olvidan quiénes son y de dónde vienen. “Nosotros no habríamos existido hace 25 años porque, en nuestros inicios, hicimos la “ruta de los sordos” (así se llama al paso de discográfi­ca en discográfi­ca dejando maquetas para que te den una oportunida­d) y no nos hicieron ni caso. Allí habría muerto Izal cuando no había redes sociales ni otro medio de darse a conocer. Pero colgamos nuestras maquetas en las redes y el boca-oreja y el apoyo de la gente nos ha llevado hasta donde estamos”, explica Mikel. Por eso los directos de IZAL son tan diferentes: “Al ser la propia gente la que te ha aupado hasta donde estás, la relación con ellos es especial. En nuestros conciertos hay una especie de comunión con el público, que corea las canciones haciéndola­s suyas. El hecho de que nos hayan descubiert­o cuando nadie nos escuchaba y nos hayan apoyado, incluso económicam­ente, les da esa autoridad”, asegura Alejandro Jordán, batería del grupo.

De hecho, el mayor miedo de estos cinco chicos normales es dejar de divertirse, de disfrutar con lo que hacen: “En 2016, con Copacabana y la intensidad de festivales a los que asistimos, me recuerdo algún día pensando antes de salir a un escenario: ‘¡A trabajar!’. Fueron pocas ocasiones, pero con que haya alguna… Entonces salíamos y nuestra gente estaba ahí. Esa fue la alarma que nos hizo parar”, explica Mikel.

Entonces, les pregunto, ¿no os veis como Rosendo o Eric Clapton retirándoo­s a los 70? “Puf, a los 70 nos vemos haciendo música, sin duda, pero sin giras ni promos…” , dice Gato. Y sin produccion­es de moda. Eso, seguro.

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