El año de Brolin
SICARIO SALTA EL MURO
Hablamos con el actor estadounidense, que vuelve con la esperadísima segunda parte de Sicario.
Resurgido de sus propias cenizas, JOSH BROLIN ha saltado sobre sus demonios y adicciones para darlo todo en su mejor año: ‘Vengadores, Infinity War’, ‘Deadpool 2’ y ahora ‘Soldado’, la secuela de su thriller fronterizo ‘Sicario’. “Por las mañanas es como si me hubiera tomado media taza de café y media de LSD, estoy flipando durante todo el día”, nos cuenta el actor en su casa de California
El 5 de junio de 2016, Josh Brolin salió a media tarde a la azotea de su casa de las colinas de Santa Fe. Había algo que tenía que hacer. A los pocos días el actor iba a iniciar el rodaje de Héroes en el infierno, el relato del incendio de Yarnell Hill, un drama basado en la catástrofe que en 2013 acabó con la vida de 19 bomberos en Prescott, Arizona. En la cinta, Brolin encarna a Eric Marsh, el carismático jefe del equipo de bomberos forestales.
Brolin y sus compañeros de reparto acababan de realizar un curso intensivo de dos semanas en un campo de entrenamiento para bomberos forestales y el actor quería dejar huella de su compromiso con la película. Así que subió a la azotea, desnudo excepto por un par de botas negras, y se detuvo, con las piernas separadas y los brazos en jarras. Miró hacia las montañas en donde se iba a rodar la película y le pidió a su mujer que le hiciera una foto. La subió después a su cuenta de Instagram con el siguiente pie: “Las botas ya están domadas”. Enseguida le llegaron a Brolin, y a Joseph Kosinski, el director de la película, textos y correos de la productora: “Es una falta de respeto. Piensa en los hombres que murieron y en sus familias. Haz el favor de eliminarla”.
Tampoco sabían en la productora lo cercanos que le son a Brolin los bomberos, ni que estuvo durante años cerca de una unidad, aprendiendo a luchar contra el fuego. Porque uno de esos hombres ayudó a Brolin a luchar contra su propio y destructivo fuego interior, similar al que ardía dentro de Eric Marsh.
CABEZA GRANDE, PIERNAS CORTAS
Ya han pasado casi dos años desde que subió la foto y Brolin está de nuevo en una azotea, esta vez en un edificio de cinco plantas en Venice Beach, California. Nos ha invitado a su casa y, que conste, no va desnudo. Lleva una camiseta verde y unos pantalones de entrenamiento amplios, acaba de volver del gimnasio. La vista es absolutamente californiana, tras las palmeras, el azul Pacífico se extiende en el horizonte.
“Soy un tipo con la cabeza grande y las piernas cortas”, asegura cuando se describe a sí mismo. Para nada. Aunque cumplió 50 años el pasado febrero, tiene más pinta de chiquillo que de cin- cuentón. En los últimos meses, ha estado entrenando dos veces al día para su papel en Deadpool 2 (en cartel desde el 18 de mayo). Será la quinta película que Brolin habrá rodado en dos años: antes de Héroes en el infierno, apareció en The Legacy of a Whitetail Deer Hunter (aún no estrenada en nuestro país) y después, en Soldado, la secuela de Sicario. Y con tanto trabajo ha encontrado tiempo para recibirnos en plena promoción de Vengadores: Infinity War, donde interpreta al villano Thanos. Pero Brolin ha destacado en varios papeles en los últimos diez años. En No es país para viejos fue Llewelyn Moss, el vaquero que coge un saco de dinero de la droga y al que persigue Anton Chigurh, el psicópata asesino interpretado por Javier Bardem. Unos años después, en Mi nombre es Harvey Milk, dio vida a Dan White, el ultraconservador que asesinó al activista gay; en Sicario, es el honrado y sarcástico agente de la CIA Matt Graver.
Brolin estudió intensamente todos estos papeles y su interpretación ha sido alabada unánimemente. Trabajó duro para establecer una conexión moral con los personajes y sus historias. Eso no fue necesario con Héroes en el infierno. Brolin nunca había tenido antes un vínculo tan fuerte y tan natural con una historia o un personaje.
“Josh no finge”, me comenta Benicio del Toro. “Josh tiene sabiduría. Es un superviviente”
“Josh no finge”, me comenta Benicio del Toro. Los dos actores son amigos desde hace más de 20 años y han trabajado juntos es Sicario y Soldado. “Josh tiene sabiduría. Es un superviviente”, añade. Se estrenó en el cine en 1985, cuando tenía 16 años, con un papel protagonista en su primera película, The Goonies. Brolin era Brand, el hermano mayor de un grupo de preadolescentes que van a la búsqueda de un tesoro. Fue un éxito, pero como confiesa Brolin: “A partir de ahí todo fue cuesta abajo”. Lo siguiente fueron dos largas e inestables décadas.
REBELDE Y SIN AMOR
Durante su adolescencia, sus padres – James Brolin, actor, y Jane Cameron Agee, actriz y activista en favor de los animales– tuvieron una relación tormentosa. Jane bebía; Brolin la recuerda trastornada, hasta el punto de llegar a apuntar a un tipo con un arma. Sus padres se divorciaron cuando él tenía 16 años; entonces, según confiesa el propio actor, él era muy rebelde. Su madre lo echó del rancho y él se fue a vivir con su padre a Santa Bárbara. Allí encontró el calor familiar junto a un grupo de surferos adolescentes, una mezcla de chicos ricos y pobres que, como él, tenían padres que no eran demasiado paternales. Se autodenominaban los Cito Rats: hacían surf, escuchaban grupos punks, cometían delitos menores y se metían todo tipo de drogas. “Nuestros padres estaban siempre fuera –explica Brolin–, así que nos cuidábamos los unos a los otros. Al final, no nos fue demasiado bien”. Brolin cuenta que muchos de los Cito Rats acabaron muertos o en la cárcel.
Mientras su vida se desmoronaba, Brolin siguió actuando cuando le ofrecían algo. Un año después de The Goonies, fue el protagonista de Patinar o morir, un drama sobre el mundo de los skaters. Lo mejor que se puede decir de esa cinta es que es una película de culto mediocre. También apareció en un episodio de Autopista hacia el cielo, la serie de Michael Landon sobre un ángel que hace lo que puede para ayudar a las afligidas almas de los mortales. Y poco más. Entonces Brolin se marchó a Europa y cumplió con todos los tópicos: se sentaba durante horas en los cafés y leía y escribía poesía mientras miraba a las chicas francesas. Y un día lo atracaron. A los seis meses, volvió a EE. UU.
A finales de los ochenta, empezó a acudir a reuniones de Alcohólicos Anónimos en Tucson. En una de ellas, un tipo llamado Danny Martin se levantó y habló. Brolin comenta: “Pensé que tenía que conocerlo, algo en él lo hacía especial”. Se presentó a Martin, un bombero del aeropuerto de Tucson que también era el jefe de una unidad de bomberos forestales voluntarios.
Hasta bien entrada la treintena, Brolin era un desastre. “Me arrestaron nueve veces”, confiesa. De hecho, consiguió hacer tantos papeles mediocres como fotografías se iban acumulando en sus expedientes policiales. Su amigo, el bombero Danny Martin, siempre estaba a una llamada de teléfono para ayudarle a vencer a sus demonios. Martin es la principal razón por la que Brolin quería rodar Héroes en el infierno. También es el motivo por el que el actor ha seguido vivo para poder protagonizarla.
Cuando la familia de Brolin estaba en Los Ángeles, Martin le pidió una noche que cenara con él y su familia en su caravana. Esa cena se convirtió en muchas. Como el trayecto era largo y a través del desierto, el actor se quedaba normalmente a pasar la noche con ellos. Brolin empezó a pasar más tiempo con Martin y con su cuadrilla de bomberos voluntarios, y les acompañaba en sus salidas. Martin le dejaba unirse a ellos. El chico que había encontrado una familia en los Cito Rats, ahora había hallado otra en el cuerpo de bomberos.
En 1995, en su 27 cumpleaños, su madre chocó contra un árbol y murió al día siguiente. Brolin ya llevaba una mala racha: la serie Jóvenes jinetes había sido cancelada tres años antes y otra serie no había llegado a cuajar. Él y su mujer, Adair, tenían dos hijos, Eden y Trevor, pero estaban a punto de divorciarse. Y Brolin volvió a beber. Martin se enteró y voló a Los Ángeles con un médico de Tucson y otro amigo.
Cuando llegaron al apartamento, Brolin se había ido a tomar un café. “Cuando volvió –recuerda Martin– nos dijo: ‘¿Qué pasa?’ Nosotros le respondimos: ‘Esto es lo que pasa, que tu historia va a ser la de un tipo muerto’”.
Se mantuvo sobrio y durante los siguientes años interpretó papeles que es mejor olvidar. “Era el último recurso”, admite Brolin. Pensó que tendría éxito cuando en 2013 protagonizó Mister Sterling, pero la serie no llegó ni a su segunda temporada. Sus días malos se hicieron aún peores. En 2004 se casó con la actriz Diane Lane; a los cuatro meses lo arrestaron por violencia doméstica, aunque los cargos fueron retirados y se divorciaron en 2013. Con la ayuda de Martin, Brolin ha seguido vivo y en forma. En 2006 llegó No es país para viejos, el filme que el actor considera como el punto de inflexión en su carrera.
En su azotea no hay ni media sombra. Me estoy asando como un pollo, pero el calor no parece molestarle a él. Disfruta de la vista y de la oportunidad de relajarse. Nuestra conversación vuelve a Héroes en el infierno. “Me lo estoy pasando fenomenal y estoy actuando como nunca en mi vida”, comenta. “Por las mañanas, es como si me hubiera tomado media taza de café y media de LSD, estoy flipando todo el día (risas)”.
Una nueva persona domina la vida de Brolin: su nueva esposa, Kathryn. Se conocieron cuando ella, que es más joven, era su ayudante. Se casaron el pasado septiembre. Tras haber experimentado el divorcio de sus padres y dos en su propia piel, la pregunta obvia es ¿por qué casarse una tercera? “Porque he conocido a un ser humano increíble, así de simple”, dice. Y añade: “Ahora soy más, no sé… más paciente. Estoy nervioso, pero de una forma totalmente distinta”. También está emocionado por el estreno, el próximo 29 de junio, de Soldado, la secuela de Sicario, que ha coprotagonizado junto a su amigo, el también actor Benicio del Toro.
“Ahora soy más… no sé… más paciente. Estoy nervioso, pero de una forma totalmente distinta”, dice, tras haberse casado por tercera vez