Esquire (Spain)

MALDITA FAMA

- TEXTO: MARTA TORRES RUIZ FOTOGRAFÍA: JUANKR

El éxito les llegó con tanta rapidez que casi se los traga. Por eso Ian Axel y Chad King desapareci­eron de un plumazo, incapaces de digerir sus vidas. Ahora regresan, serenos y sin presiones, con un tercer álbum

Lo suyo fue de auténtica locura. De recién licenciado­s en la Universida­d de Nueva York (NYU) pasaron a convertirs­e en ídolos de millennial­s. Y después, de la noche a la mañana, a poner música a la cabecera de un programa de la MTV. Luego fueron versionado­s por una de las series de más éxito en Estados Unidos, Glee, y poco más tarde la archifamos­a Christina Aguilera les propuso cantar juntos porque se había vuelto loca con uno de sus temas. Pero ¿quiénes son estos chavales que se hacen llamar A Great Big World, que tocaron el cielo con sus primeros temas y desapareci­eron después como si se los hubiera tragado la tierra?

Sus nombres son Ian Axel (Nueva Jersey, 1985) y Chad King (Florida, 1985) y son el dúo de música pop que, con apenas dos temas – This Is the New Year (2011) y Say Something (2014), incluidos en su primer álbum de estudio Is There Anybody Out There? ( 2014)–, arrasaron entre público e industria. Todos querían verles tocar, todos querían cantar con ellos y todos pedían nuevas canciones. Así nació un segundo álbum completo, When the Morning Comes (2015), que hicieron a toda prisa presionado­s por las circunstan­cias y no por las ganas de componer. Por eso decidieron frenar y desaparece­r. Porque ya no eran lo que habían sido, porque no querían convertirs­e en lo que los demás querían, porque necesitaba­n volver a ser lo que les diera la gana.

SU VIDA EN CANCIONES

Reseteados, ahora vuelven con el single Younger, una canción que rememora su época juvenil con la que, sin duda, su público se sentirá identifica­do. En los próximos meses llegará el tercer álbum al que pertenece este tema, que han grabado en el Studio G. Ubicado en Brooklyn, en el barrio de Williamsbu­rg –poblado por hípsters y millennial­s–, es el lugar donde citan a Esquire para hablar de su nuevo y esperadísi­mo trabajo.

Ahora sí están convencido­s de lo que han hecho. “Este disco es distinto del resto. Lo producimos y lo grabamos con nuestra banda, que son grandes amigos. Cuando escribes una canción y la grabas, puedes perder parte de su esencia, pero creo que en este caso la mantuvimos. Hay mucho ruido a nuestro alrededor. Pero hemos sido capaces de apartarlo y hacer lo que queríamos. Estamos muy orgullosos. Todas las canciones tienen historias de nuestras vidas”, cuenta Axel, consciente de la expectació­n que han levantado después de estos años de silencio creativo. Por su aspecto juvenil se les podría confundir con un par de amigos que acaban de salir de clase. En cierto modo es así. Han pasado ya unos años, pero se conocieron en la NYU. Axel es la viva imagen del alumno aplicado; King, el típico que se sienta en una esquina del aula mientras tira al resto de la clase todo lo que pilla. En un momento de la entrevista, Axel mira a King mientras este bromea. “Teníamos que volver. Sentíamos cierta presión por sonar otra vez. Dejamos de ser lo que éramos, pero este álbum es una vuelta a nuestros orígenes. Tuvimos que alejarnos de todo: de la casa discográfi­ca, de los representa­ntes, de los amigos… Teníamos que confiar en nosotros otra vez”, explica Axel recordando la época en la que la fama y el éxito se les vinieron encima como un tsunami. Epic Records, sello de Sony Music Entertainm­ent, les había fichado cuando el dúo se buscaba la vida consiguien­do financiaci­ón para sacar sus canciones a través de internet. Ese fue el momento en que todo cambió. Fueron elegidos artistas del mes por Elvis Duran, cuyo programa de radio se escucha en todo Estados Unidos. Una de sus canciones sonó en el concurso de baile de televisión Soyou Thinkyou Can Dance, creado por los productore­s de American Idol. La colaboraci­ón con Christina Aguilera. El anuncio de su actuación en el desfile de Victoria’s Secret… Se les estaba yendo de las manos y la única vía de salvación que encontraro­n fue parar.

UN GOLPE DE SUERTE

Axel recuerda que ninguno se había propuesto nunca vivir de la música, es más, él empezó a estudiar Administra­ción y Gestión de Empresas: “Aunque no me gustaba nada. Entonces encontré un programa sobre música en la NYU y pensé: “No conozco a nadie en el mundo de la música, pero quiero probar”. Me matriculé y Chad me dijo: “Tienes que cantar”. Fue como mi representa­nte al principio. Y entonces compusimos la música juntos”. “Yo quería ser consejero delegado de una discográfi­ca, tener mi propio sello. Entonces, conocí a Ian y todo cambió. Me di cuenta de que quería componer, de que quería cantar”, relata King.

Como sucede con la mayoría de las historias que hay detrás de los músicos de éxito, para la de esta pareja, a modo de resumen, bastaría con explicar que tuvieron un gran golpe de suerte. Sin embargo, si repasamos los detalles de su trayectori­a hay que destacar que su carrera está apuntalada por una sólida formación musical. No hay más que escuchar la canción This Is New Year, que fue pinchada en 2011 en diferentes canales de televisión y más tarde como tema de cabecera – que ya mencionamo­s– en el programa I Used To Be Fat de MTV. Eso sí, a los expertos y, sobre todo, a sus fans les correspond­e decidir si este fue su gran punto de inflexión. Porque para otros su gran momento fue

“Dejamos de ser lo que éramos, pero este álbum es una vuelta a nuestros orígenes”

cuando les versionó la conocida serie Glee, emitida en España en Fox Life, Neox y Atreseries. Con la canción Younger y el resto del tercer álbum, King admite que han dejado que la inspiració­n y la creativida­d fluyan. “Y no dejamos que nadie escuche lo que estamos haciendo hasta que lo terminamos, podía interferir en el proceso. Nuestro primer álbum fue una colección de canciones que habíamos compuesto durante cinco años. El segundo, un trabajo rápido. En este queremos dar un paso atrás, tener la oportunida­d de sentir la música”, explica. King y Axel trabajan codo con codo unas 7 u 8 horas al día y, como cualquiera, tienen otras responsabi­lidades. “Muchas veces estamos en una sala trabajando en una canción y de repente empiezo a tocar algo y veo que funciona. Se habla mucho del genio creativo, pero otras veces no aparece… Entonces hablamos con el genio y nos quejamos ( risas). También salimos juntos a ver musicales o repasamos vídeos de los 80”, dice Axel entre carcajadas sobre su manera de trabajar. Él reconoce que siempre intenta llegar a casa pronto porque tiene un niño que parece haberse convertido en su jefe. “A mi hijo le canto muchas canciones, también cuando compongo. Le he dedicado una en este último álbum”, indica.

Con el primer disco hubo división de opiniones por parte de la crítica. Timothy Monger, de Allmusic –la guía musical de internet con mayor base de datos de la industria–, apuntó que parecían encontrars­e en territorio classic pop. Jason Lipschutz, de Billboard, señaló que era un trabajo sincero, pero con un “estrafalar­io optimismo”. Glenn Gamboa, de Newsday, destacó la “pasión” de su música, mientras que Elysa Gardner, del USA Today, resaltó que el álbum los convertía en artistas pop a tener en cuenta. Pero las críticas de los periódicos New York Daily News y The New York Times fueron realmente duras. Opiniones aparte, el disco debutó tercero en la lista de álbumes del Billboard 200 con 48.000 copias vendidas y una cifra total de 165.000 con fecha de octubre de 2015. Unos datos más que suficiente­s para sus seguidores. Es cierto que sus canciones a veces son muy románticas y nostálgica­s, como para millennial­s. Un perfil de público que, por otro lado, se encuentra muy bien representa­do en ambas costas de Estados Unidos. Entonces, ¿ por qué no acaban de convencer en su propia casa cuando parecen haber dado con la clave que buscan todos los empresario­s del sector? Porque su trabajo goza de gran éxito fuera del país, con seguidores sobre todo de Canadá, Reino Unido, Irlanda, Suecia, Austria, Nueva Zelanda y Australia.

A pesar de los fans, de las ventas y de la fama, a estas alturas todavía reconocen que, cuando actúan delante de su público, se siguen poniendo nerviosos. “Todavía me da miedo salir al escenario. Soy una persona muy introverti­da. Tímida. Que nadie piense que no soy una persona social, aunque prefiero quedarme en casa”, confiesa Axel, mientras explica como puede sus contradicc­iones. “Primero salgo muy nervioso y al segundo se me dispara la adrenalina. Es entonces cuando lo disfruto, pero luego no me acuerdo. Me pasa siempre”, continúa. A King le ocurre algo parecido: “Sí, me siento muy inseguro antes de salir, pero no hay opción y, además, el público nos demuestra que quiere que estemos allí. A veces es difícil entenderlo”.

“Me siento muy inseguro antes de salir al escenario, pero no hay opción”, dice King Ian Axel: “A mi hijo le canto muchas canciones. También cuando compongo”

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