EN BUSCA DE LA ESENCIA PERDIDA LES PARFUMS LOUIS VUITTON,
JACQUES CAVALLIER, EL MAESTRO PERFUMISTA DE NOS ADENTRA EN LOS VIAJES Y AVENTURAS QUE ENCIERRA LA PRIMERA COLECCIÓN MASCULINA
Cierra los ojos, huele un perfume y déjate llevar. Ahora pruébalo en tu piel, o en la del otro, y vuelve a inspirar. ¿Sigues ahí o ya emprendiste el vuelo? Viajamos cerca de Niza, a Grasse, cuna de la perfumería y el cuero desde la Edad Media, para encontrarnos con Jacques Cavallier Belletrud, la nariz maestra de Louis Vuitton, que ha atrapado en una primera colección de fragancias masculinas –la femenina la presentó hace más de un año– el lema de la maison: ‘El viaje no es el destino’. Hijo y nieto de perfumistas, él nació aquí, en Grasse, aunque ahora viaja por todo el mundo. Toda una institución. Y aunque muchos le conocen como el creador de fragancias emblemáticas como Bvlgari pour Homme o L’eau d’issey, es desde 2012 el responsable de que la firma francesa del lujo LV tenga ahora ese olor tan especial del que viaja por el mundo, del que vive la aventura y guarda esos momentos como auténticos tesoros. Cavallier, además, es un gran comunicador. Habla con tanta pasión de su trabajo, que su conversación –mientras olemos sus perfumes– nos transporta a los lugares que ha recorrido durante cinco años en busca de las materias primas más exclusivas: Calabria, Costa de Marfil, Guatemala, El Salvador, India….
“El punto de partida de esta colección fue soñar con los perfumes que a una mujer le encantaría oler en la piel de un hombre. Quería crear emociones muy específicas, no solo algo deportivo, elegante o moderno. Cuando viajo, almaceno fotos olfativas en mi cabeza y, de pronto, un día consigo encerrar todas esas emociones en un frasco. Quiero que las personas puedan disfrutar de ese placer que se siente cuando uno usa algo excepcional”, dice, retirándose de la nariz un papel secante con el rastro que han dejado unas gotas de Sur La Route, la fragancia con el espíritu más viajero de la colección, que mezcla cítricos calabreses con uno de los ingredientes más venerados por los artesanos perfumistas, el bálsamo del Perú. Se cultiva en El Salvador, pero se envía a Europa a través del puerto de Lima. De ahí su nombre. “Es increíble ver a esos hombres trepar por estos árboles, los Myroxylon balsamum, que miden entre 20 y 50 metros de altura. Lo hacen con una agilidad impresionante y un inmenso respeto por la naturaleza. Ellos tratan ese néctar como si fuera una piedra preciosa. Me quedé fascinado con las técnicas artesanales que utilizan. Después de un viaje como ese, nunca vuelves a ser el mismo. Disfrutar del aroma del bálsamo peruano en su entorno natural es algo que nunca olvidaré”, recuerda de aquel bosque al que llegó después de un viaje de cinco horas y una larga caminata por las montañas.
TRADICIÓN Y TECNOLOGÍA
Otra materia prima que le priva es el cardamomo. Según nos explicó, este árbol, que crece en Guatemala en medio de las plantaciones de café, desarrolla una especie de liana que se arrastra alrededor de su tronco. Y es ahí donde brotan las vainas
de las que se extrae el aroma. Su perfume Au Hasard lo combina con almizcle, sándalo de Sri Lanka y semilla de ambreta, y consigue una fragancia fresca, intensa y que se prolonga en el tiempo. “Es uno de mis ingredientes preferidos. Tiene todo lo que me gusta en un perfume: fresco, crujiente y duradero. Lo usé para crear Au Hasard, una fragancia que me ha dado mucho trabajo. Aún estoy aprendiendo de ella”, reconoce con humor. L’immensité (jengibre, ámbar, toronja y ambroxan), Orage (pachulí, iris, bergamota y vetiver de Java) y Nouveau Monde (assam oudh, cacao y azafrán) completan esta primera colección masculina que Les Parfums Louis Vuitton lanza esta temporada.
Pero ¿dónde se elaboran estas fragancias que nos hacen soñar con otros mundos? La maison instaló en 2013 su cuartel general del perfume en una villa señorial en Grasse llamada Les Fontaines Parfumées. Allí conviven la tradición y la tecnología con laboratorios en los que obtienen las esencias a través de un mecanismo que usa gas y no calor, llamado Supercritical C Extraction Process. O2 Fuera, jazmines, limoneros y rosas rodean la casona provenzal que se intuye tras las puertas de hierro forjado que custodian la finca-taller, por las que pasaba Cavallier de niño de camino a la escuela. “Tenía 5 años cuando olí por primera vez la rosa de mayo de Grasse y otras materias primas maravillosas, así que el perfume forma parte de mi ADN. Luego, con la edad, se fue convirtiendo en un juego entre mi padre y yo, mientras me enseñaba a distinguir otras fragancias. En mi infancia el olor a jazmín flotaba en el aire. En Grasse siempre ha habido esa magia al amanecer”. Puede que esa misma magia de la que habla sea, en parte, la culpable de que Jacques Cavallier sea hoy uno de los artesanos del perfume más valorados del planeta. Dice que, en su caso, todo empieza con un viaje, el que emprende a cualquier parte del mundo en busca de las mejores materias primas para crear sus fragancias: “Es entonces cuando me suele venir la inspiración. Luego creo una fórmula que dejo reposar días, incluso años, depende… Hacer un buen perfume lleva su tiempo y en Louis Vuitton cuento con ese privilegio”. Viajes, artesanía y tiempo, lujos auténticos que comparte con la prestigiosa firma francesa que empezó haciendo maletas.
“El punto de partida de esta colección fue soñar con los perfumes que a una mujer le encantaría oler en la piel de un hombre”