AQUÍ VIVE LA NOSTALGIA

Puede que nunca hayas estado en Portugal. Y entonces llegas a Lisboa, comienzas a beber buenos vinos por un par de euros la copa, comes unos cremosos pasteles de nata, bebes cerveza (también barata) en sitios pintorescos, compras tres alfombras hechas a mano por unos 30 euros y no puedes dejar de preguntarte: “¿Por qué no he venido antes? ¿Y por qué no vengo todos los años?”. Tras sufrir duramente la crisis de 2008, la economía de Portugal está ahora en auge gracias en parte a su industria turística. Para el novato, sin embargo, Lisboa es muy reveladora: estrechas calles empedradas, nuevos museos con ambiciosas colecciones, una arquitectura impresionante… Eso y la comida tradicional y deliciosa que parece estar en todas partes están haciendo de esta una de las ciudades europeas del momento desde el punto de vista gastronómico. No olvides cenar en Horta dos Brunos y probar las amêijoas à Bulhão Pato (almejas al vino blanco con mantequilla, aceite de oliva, limón y cilantro) en Peixaria da Esquina. Cuando no estés comiendo, visita el Panteón Nacional (Campo de Santa Clara) y reserva una buena cantidad de tiempo para el nuevo Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología, en el histórico barrio de Belém. Después, dirígete a A Vida Portuguesa, una boutique de productos made in Portugal donde comprar desde jabones hasta sardinas y papelería. Para acabar el día, una copa en el Verride Palácio Santa Catarina, un bar en la azotea de un hotel que una vez fue el palacio de un conde. Fantástico.