CÓMO (NO) COMPRAR ARTE ROBADO
¡FELICIDADES! YA ERES EL ORGULLOSO PROPIETARIO DE UNA LITOGRAFÍA DE PICASSO, UN ANTIGUO JARRÓN O UN DIBUJO DE EL GRECO. GENIAL, PERO ¿CÓMO SABES QUE LO QUE ACABAS DE COMPRAR NO ES UNA FALSIFICACIÓN O UNA PIEZA ROBADA?
¿Te imaginas comprar, por ejemplo, una casa muy cara por un millón de euros sin conocer al anterior propietario o sin saber cómo la adquirió, sin ningún papel que atestigüe su propiedad o mantenimiento, por un precio arbitrario y sin saber realmente si está hecha de ladrillos? ¿Te imaginas que te obligan a pagar en efectivo (posiblemente transfiriendo el dinero a una cuenta en un banco suizo) y que no se te permite investigar más sobre la casa antes de comprarla? Bienvenido al mundo del arte, donde este tipo de cosas son lo más normal, y lo ha sido así durante siglos. La opacidad del comercio del arte tiene varias facetas. Cuando se fundaron las primeras casas de subastas, Sotheby’s y Christie’s, en el siglo XVIII, su negocio principal era liquidar las colecciones de arte de aristócratas que antes eran ricos y que ya no podían permitirse una vida lujosa, con la Revolución Industrial cambiando la forma en que se ganaba el dinero y el sistema feudal huyendo por la ventana. Esos aristócratas no querían hacer públicos sus apuros financieros, y los subastadores se vieron obligados a negarse a divulgar la identidad del vendedor, simplemente refi riéndose a ellos como una “dama” o un “caballero”. Incluso hoy en día, la policía a veces necesita una orden para obligar a las galerías o a las casas de subastas a revelar quién les consignó las obras. Luego está la falta de conocimiento. Aunque probablemente debería existir, nunca ha habido una tradición de compradores que insistan en ver resultados de pruebas forenses que indiquen la autenticidad de una obra a la venta. Los compradores son informados mediante el trabajo de un experto que decide lo que quiere revelar sobre la autoría, tema, estado de conservación, historia, procedencia… Y eso es todo. Tómalo o déjalo. Comprador, ten cuidado. Como autor de varios libros sobre crímenes artísticos y habiendo enseñado la historia de los crímenes artísticos durante muchos años, conozco decenas de trucos que ladrones, falsificadores y estafadores han utilizado con éxito en el pasado. Estudiamos la historia para no repetir los errores del pasado, y a partir de estos estudios podemos extraer lecciones para no ser engañados en el futuro. Los estafadores inteligentes siempre encontrarán nuevas formas de engañar, pero no está de más echar un vistazo a estos cinco consejos para saber cómo comprar arte auténtico y legal, sin importar el estilo o el presupuesto.
COTEJA LA OBRA CON UNA BASE DE DATOS DE ARTE ROBADO
Para no ser penalmente responsable en caso de que hayas comprado (sin saberlo) arte usurpado, necesitas demostrar dos cosas: diligencia debida y una compra de buena fe. La buena fe significa que debes ser capaz de argumentar que realmente pensabas que el objeto era legítimo cuando lo compraste; la diligencia debida significa que has debido indagar en bases de datos de arte robado (como la del Grupo de Recuperación de Arte) y confirmar que el objeto no estaba en la lista. Esto es lo mínimo, ojo, ya que el hecho de que una obra no figure en esas listas no significa que no sea problemática (por ejemplo, cualquier antigüedad sacada de una excavación no aparecerá, porque fue vista por última vez hace siglos o milenios).
PREGUNTA SOBRE LA PROCEDENCIA... Y VERIFÍCALA
La procedencia es la historia documentada de un objeto. Si no se puede rastrear toda la historia de un artículo, eso no es en sí mismo causa de sospecha (pocos objetos, aparte de los muy recientes, tienen una historia de propiedad completa). Pero pregunta sobre la procedencia. Las antigüedades deben ir acompañadas de documentación que demuestre que fueron excavadas y exportadas antes de 1970 para poder ser comercializadas (antes de la convención de la UNESCO de ese año, las leyes eran inconexas y se aplicaban irregularmente, por lo que se concede una especie de amnistía a los objetos comercializados antes de aquel año). Cuanta más procedencia encuentre, más seguro puedes estar de que la obra es a) auténtica, si tiene un historial de personas que piensan que es auténtica, y b) que no ha sido robada ni saqueada. Pero, en realidad, poca gente comprueba la procedencia. Si, digamos, de una pintura se dice que ha sido expuesta en tres galerías diferentes, cada una de las galerías y fechas de exposición deben ser revisadas. La bandera roja aparece cuando ninguna de las procedencias puede ser fácilmente verificada (por ejemplo, si las tres galerías ya están cerradas, o si los antiguos propietarios han fallecido). A veces los ladrones indican una procedencia que en realidad no está relacionada con el objeto en cuestión.
MIRA LA PARTE DE ATRÁS DE LA OBRA, SIN MARCOS
Los reversos de pinturas y grabados (y los fondos de esculturas) contienen gran cantidad de información: cosas como pegatinas o sellos de antiguos propietarios o vendedores, permisos de aduanas, así como el desgaste normal que se esperaría en un objeto que puede tener cientos de años de antigüedad. Los falsificadores tienden a ser perezosos al recrear las partes de las obras que normalmente están ocultas. Los objetos artísticos más falsificados son las litografías del siglo XX de Dalí, Miró, Chagall y Picasso (que es también, con diferencia, el artista más falsificado). Se venden normalmente enmarcadas, y parece una lástima desmontarlas para ver la parte posterior del trabajo. Pero una impresión láser de calidad actual en el papel apropiado se parece mucho a una litografía enmarcada en la década de 1950.
PIDE PRUEBAS FORENSES PARA CONFIRMAR SU AUTENTICIDAD
No hay ninguna buena razón para que las pruebas forenses de obras de arte antes de su venta no sean algo estándar.
Como los compradores no insisten en esto, no hay ningún incentivo para que los vendedores lo hagan; así que se supone que hay que confiar exclusivamente en la opinión de los expertos. Siempre aconsejo a los coleccionistas que se informen sobre los resultados de las pruebas forenses y, si no las hay, preguntar si se pueden realizar antes de la compra. En la actualidad no son necesariamente invasivas y pueden costar unos pocos cientos de euros. No es mucho dinero por quedarte tranquilo si estás a punto de pagar seis o siete cifras. También ten en cuenta la reacción del vendedor. Si se niega, aléjate. ¿O comprarías un coche de segunda mano sin que te dejaran que lo revisara un mecánico?
NO COMPRES NADA QUE PROCEDA DE ZONAS EN CONFLICTO
Recientes documentales e investigaciones han demostrado cómo algunas malas personas venden a sabiendas en el comercio del arte antigüedades saqueadas o robadas de zonas de conflicto, lo que puede significar que tu compra está financiando a grupos terroristas (si quieres ver cómo funciona esto, tienes que ver la película Blood
Antiques). No formes parte de esto, ni siquiera inconscientemente. Es difícil pedir una moratoria en la compra de antigüedades de Oriente, pero a menos que vengan con una procedencia extensa (y verificable) para demostrar que han pertenecido a colecciones extranjeras durante décadas, ni siquiera las consideraría. Noah Charney es profesor de Historia del Arte y autor de ‘The Art of Forgery’ y ‘The Museum of Lost Art’ (Phaidon). Enseña historia del crimen artístico todos los veranos como parte del Programa de Postgrado de ARCA en Delito Artístico y Protección del Patrimonio Cultural. (www.artcrimeresearch.org).