Casablanc, el sincero.
El actor Pedro Casablanc dice que es un perezoso, pero nos miente: el Festival de Mérida y el rodaje de Almodóvar son sus próximos destinos.y, a la vuelta del verano, varias pelis que van a arrasar
Sin pelos en la lengua, será Filoctetes en Mérida y está encantado de ser chico Almodóvar.
Lleva toda la vida sobre un escenario. Solo verle es puro teatro. Se subió a uno por primera vez a los 15 años en Casablanca, donde nació, de ahí su nombre. Ahora es Filoctetes el montaje que lo lleva hasta el Festival de Teatro Clásico de Mérida –del 25 al 29 de julio–, aunque sean el cine y la televisión los que le dan de comer. Este es el discurso de uno de los mejores actores del país, desencantado con el arte de la cuarta pared pero contento de tener la agenda llena.
ESQUIRE: ¿Quién es Filoctetes? PEDRO CASABLANC: Es un guerrero, uno de los instigadores, junto con Aquiles, Ulises, Agamenón y Menelao, de la guerra de Troya. Un hombre incómodo porque decía la verdad, al que exiliaron en la isla de Lemnos. Su nombre significa ‘el que quiere tener amigos’. ESQ: ¿Moraleja? PC: El subtítulo es La verdad herida. No digo que con la verdad no se llega a ningún sitio o que quien dice verdades pierde a los amigos, pero por ahí va la cosa... ESQ: Un poco deprimente, ¿no? PC: Sí. Sófocles, el autor, nos enseña que la humanidad está condenada a no decir la verdad. ESQ: Mira, como los políticos... PC: Sí. Hay mentirosos a los que se les ve demasiado, y los que vienen a
renovar el campo de momento no lo son tanto. Quizá por eso estamos tan contentos con el nuevo Gobierno. Los ciudadanos ya no estamos dispuestos a aguantar una mentira más. ESQ: Dices que el teatro tampoco vive su mejor momento. ¿Por qué? PC: Los hombres poderosos del teatro están más interesados por tener despacho que por la poesía y la creación. Te dicen: “Vas a hacer un Otelo o un Hamlet con una bolsa en la cabeza y enseñando el culo”. Y yo digo: “Pues no”. Solo les importa su firma. ESQ: Puede que la cosa cambie con el nuevo ministro de Cultura... PC: Si pudiera ser su guía, le llevaría al CDN, a la Compañía Nacional de Teatro Clásico, al Teatro Español, a La Abadía... al INAEM. Si tiene criterio, no le iba a gustar nada. ¡Seguro! ESQ: Programar ‘ alta’ cultura con subvenciones, ¿ese es el problema? PC: Un poco de todo. Esa supuesta alta cultura adolece de ser endogámica. Y luego está el dinero. Yo a mi padre le recuerdo que con sus impuestos paga las obras de teatro que se hacen en Madrid y que él nunca ve en Málaga. ESQ: Habrá excepciones... PC: Claro. Àlex Rigola lo hizo muy bien en los Teatros del Canal, la programación del Kamikaze es valiente y luego están los musicales de la Gran Vía, teatros privados sin subvenciones que atraen al público con montajes muy potentes. Por cierto, aprovecho para decir que me encantaría hacer un musical. ESQ: ¿Duele ser un secundario de lujo? PC: No he elegido ser un secundario de lujo, pero lo soy y no me importa. Mientras tenga trabajo y los secundarios que me ofrezcan sean interesantes, yo encantado. Hasta la fecha solo me ha tocado un protagonista en cine, en B. A estas alturas ya no lo esperaba.
LA OTRA CARA DEL ACTOR
ESQ: Pues te reportó mucha satisfacción. PC: La primera, que Bárcenas quisiera conocerme porque le había gustado mi trabajo. Fue interesante. Estuve en su casa casi cuatro horas. También fue mi primera nominación al Goya y el primer premio de la Unión de Actores de cine – de teatro y televisión tengo varios–. Recuerdo que se lo dediqué a una directora de casting, sin nombrarla, que me dijo al llegar a Madrid con veintipico años: “Con esa cara nunca trabajarás en el cine”. Ahora me río, pero fue desolador. A veces ser actor es muy triste. ESQ: Qué ojo tuvo..., ¿no? PC: (Risas) Sí, a Blanca Portillo le dijo lo mismo, y “porque eres muy fea”. ESQ: Para no ser un hombre de cine tienes pendientes de estreno varias películas: Viaje al cuarto de una madre, Superlópez, El último Akenatón: Hereje; Alegría, tristeza y Perdida. ¡ Ah!, y dos rodajes para completar la Trilogía del Baztán. ¿Algún proyecto más? PC: (Risas)... Sí, estoy encantado de poder hacer un papel en la nueva película de Almodóvar, Dolor y gloria. Me lo paso genial haciendo cine y televisión. No me llena tanto como el teatro, pero me divierte muchísimo. ESQ: ¿Con qué otras cosas te lo pasas bien? PC: Tengo poco tiempo libre porque me estudio muy bien los textos. Un coñazo, por cierto, porque siempre fui mal estudiante (risas), pero tengo una huerta en Alicante, tres hijos y toco el clarinete. Y cuando se puede, me gusta leer, dormir, tumbarme en la playa... Soy un vago.
“Los hombres poderosos del teatro están más interesados por tener despacho que por la poesía”