EL REY DE LAS 24 HORAS DE LE MANS
ESTE HOMBRE ES EL QUE MÁS VECES HA GANADO LA MÍTICA CARRERA DE RESISTENCIA. TOM KRISTENSEN, PILOTO, LOCO DE LOS RELOJES, CONFIESA QUE SE COMPRÓ UN ROLEX COSMOGRAPH DAYTONA TRAS VENCER EN 2000, SU TRIUNFO MÁS DECISIVO
Apenas cuatro días antes de empezar la carrera de 1997, Tom Kristensen, danés, 51 años, supo que él iba a ser uno de los participantes. “Desconocía cómo funcionaba todo, qué mecanismos se movían”. Pero batió el récord. TOM KRISTENSEN: Llegué con humildad porque en competición es importante saber hacer equipo, comunicar bien. Es la clave. Hay pilotos que no se dan cuenta de que probablemente muchos ingenieros llevan más tiempo en la escudería que ellos. ESQUIRE: Fernando Alonso ha ganado Le Mans este año. ¿Tiene esa actitud de la que usted habla? TK: Es muy maduro y sabe cuál es su objetivo. Necesitaba una victoria. Las cosas no le están yendo bien en la F1 y, bueno, además, siempre quiere hacer cosas nuevas. ESQ: ¿ Le contrataría usted para participar en Le Mans? TK: Él me ha dicho que soñaba con las 24 Horas desde que tenía 13 años. Pero, más que hablar de nombres, prefiero hacerlo de perfles. Si tuviera que crear un equipo me gustaría contar con un piloto experto, con otro joven con proyección de futuro y con un tercero que hubiera tenido que enfrentarse a la humillación de una derrota imprevista. ESQ: Usted también vivió momentos difíciles tras abandonar en 1998 y 1999. TK: Sí, sin duda. Pero tienes que saber levantarte tras caer. Por eso volver a ganar en 2000 fue muy importante para mí. Tanto que me di el capricho de comprarme un Rolex Daytona. Entonces, Rolex no patrocinaba las 24 Horas. Un año después, la marca llegó a un acuerdo con los organizadores y empezó a entregar el reloj a cada uno de los ganadores. ESQ: ¿ Es esa la victoria que más le ha marcado? TK: La de 2013 fue muy dura. Mi padre me animaba a conseguir el que podía ser mi noveno triunfo, pero falleció tres meses antes de la carrera. Me prometí dedicársela si ganaba. A los 14 minutos de la salida empezó a llover. Yo no estaba compitiendo en ese momento, me estaba preparando para empezar mi turno al volante. Fue entonces cuando el Aston Martin de mi amigo Allan Simonsen perdió el control y se estrelló contra la barrera. Escribí un mensaje al jefe de su equipo para saber qué pasaba, pero no tenía contacto con él; solo sabía que se lo habían llevado al hospital. A los veinte minutos falleció. Me lo comunicaron por radio mientras yo conducía mi Audi. ESQ: ¿Cómo afectó a su rendimiento en carrera? TK: Fue brutal. Sentí una presión extra para ganar y rendirle homenaje. Mi padre podía esperar. Y vencí. Cuando subí al podio, con las banderas a media asta, Allan McNish, mi compañero de Audi, y yo, nos abrazamos conmovidos. No concedí entrevistas tras la carrera. Era mi amigo. ESQ: No en todas las competiciones ocurre lo mismo. TK: Puede. Lo que sí sé es que cuando volví a Dinamarca me llamó el representante de Rolex en el país. Quería entregarme un Rolex GMTMaster II Pepsi no por mi victoria, sino por mi ética. Este y el Daytona que me compré son los relojes que más valoro de mi colección. ESQ: ¿Añora la competición? TK: Retirarme fue una de las decisiones más difíciles de mi vida. Claro que lo añoro, pero cuando veo la tensión que viven en los equipos me sonrío, me doy la vuelta y me tomo un zumo.