Esquire (Spain)

“Creo sinceramen­te que solo LA MANO HUMANA, el TALENTO DEL ARTESANO, es capaz de producir belleza”

- BRUNELLO CUCINELLI

filósofo y príncipe sin corona de la moda masculina. Cuando conversas con él descubres que prefiere hablar de cualquier cosa menos de ropa. Le gusta sobre todo hablar de los grandes pensadores y de sus grandes ideas. Cita de memoria a Marco Aurelio, a Martin Luther King y a Confucio. Te contará que cree que ha vivido tres vidas anteriores y le creerás. Hace años, tras una charla con él, acabé con una lista de libros que iban desde Las memorias y su hogar. Tenía entonces una idea curiosa y descabella­da que no sabía si iba a resultar. Hasta que un amigo le mostró una de las esculturas de Giannoni.

SALVAR UN OFICIO

“Se me ocurrió crear una colección de las grandes esculturas de la Antigüedad, de aquellos hombres que me han iluminado e inspirado”, cuenta Cucinelli. “Pero era importante que fueran copias exactas a las realizadas por los grandes artistas como Canova, las que se encontraba­n en los Uffizi, en el Capitolio y en otros museos, por dos razones: la primera, copiar estatuas griegas es una tradición que los escultores llevan haciendo desde tiempos del Imperio romano. Segunda, quería hacer un regalo a la gente que las viera. Los que no pueden desplazars­e hasta el Capitolio podrían contemplar esas obras en mi jardín o mi casa”.

Cuando Cucinelli apareció en Pietrasant­a, Giannoni pasaba la mayor parte de su tiempo haciendo encargos de poca importanci­a. Escultor de tercera generación, a los 16 años fue aprendiz de su padre y de su tío. “Pasé los primeros tres años simplement­e probando el mármol, lo que llamamos ‘aprender la piedra’, antes de que mi padre me permitiera terminar una pieza”, explica. De él adquirió habilidade­s y conocimien­tos que pocos escultores poseen. Su padre, a lo largo de su vida, realizó dos copias de la Piedad de Miguel Ángel, una de las piezas más intrincada­s y difíciles de esculpir por los exuberante­s pliegues de tela que parecen casi reales. El padre de Giannoni era pannista, esto es un sastre en piedra, que podía hacer que la piedra pareciera una prenda de vestir.

Por desgracia, en los decenios transcurri­dos desde que Giannoni inició su aprendizaj­e, la demanda de estatuas clásicas talladas a mano cayó en picado. El principal culpable fue la Iglesia católica, al reducir

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