Esquire (Spain)

ANTE LA DUDA, RALPH LAUREN

ESTE JUDIO VENDEDOR DE CORBATAS NUNCA PENSÓ QUE, 50 AÑOS DESPUÉS, TENDRÍA UN IMPERIO QUE LLENARÍA LOS ARMARIOS DE PODEROSOS DE TODO EL MUNDO. EN ‘ESQUIRE’ HEMOS PENSADO QUE NADIE MEJOR QUE JOSIE, EXPERTO EN MODA Y UNO DE SUS FANS MÁS FIELES, PARA HACERLE

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La frase que da título a este artículo y que pronuncié en mi programa, El Armario de Josie, en 2011 me ha perseguido desde entonces. El contexto en el que la formulé fue resolviend­o un estilismo de un indie dubitativo para asistir al Primavera Sound, y su repercusió­n fue tal que hasta aparecía en una aplicación para móviles con audios de frases famosas. Desde la emisión de este capítulo, ha sido una de mis lecciones de moda más repetidas, porque creo frmemente que sintetiza a la perfección el consejo que hay que dar a alguien que pasa de vestirse, que no le gusta ir de compras y nunca sabe qué ponerse... A ese tipo de elefante, si hay que darle una cacharrerí­a de la que salir indemne, que no sea otra que una tienda de Ralph Lauren. Porque, se ponga lo que se ponga (mientras que no se decante por el big pony o algo así), siempre irá impecable, sin apenas pretenderl­o. Es fácil acertar: hay ropa buena y con un lenguaje comprensib­le para todos los públicos masculinos, además de desperdiga­da estratégic­amente en unos recintos tan generosos en productos de diferentes ligas como en metros cuadrados de paredes revestidas de noble boiserie. La misma que ha dado confanza desde la fundación de esta marca en 1967 a los blancos anglosajon­es protestant­es norteameri­canos (WASP, White AngloSaxon Protestant) y a nuestros EBSC (Españoles Barrio-salmantino­s Católicos).

Pero, además de este público incondicio­nal, Ralph Lauren también resulta atractivo, desde hace cincuenta años, a aquellos que sueñan con alcanzar un look básico e impecable, de elevado normcore y con el consiguien­te avituallam­iento para esos días en los que no sabes qué ponerte.

Y por último, están aquellos fans que llevan ya subidos algunos peldaños en la ascética escalera del estilo y que buscan encontrar prendas insólitas, por raras, que derivan en un feísmo capaz de superar los molones looks de la tecnointel­ectualidad italianiza­nte de los años 90. No sé si me explico. Hablo de esos ejercicios de estilo que yo suelo llamar ‘rarezas de Ralph Lauren’ y que mi

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