Esquire (Spain)

Esta es la cara de un hombre que lleva 8 horas

Operando...

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Dadme unos minutos. Acabo de llegar del quirófano. Me tomo un bocata de jamón y un par de bebidas energética­s y soy todo vuestro. Para las fotos, para la entrevista, para lo que queráis”. ESQUIRE: Empezamos esta entrevista cuatro horas y un bocata más tarde de lo pactado. ¿Una emergencia? PEDRO CAVADAS: Lo último, sí. Una cirugía de un traumatism­o de alta energía en una pierna para reconstrui­r una tibia... Antes, preparar a un paciente que tengo que operar mañana y después ir volando al Colegio de Médicos a recoger el recetario de opiáceos, que si no vas no te lo dan. Me toca un poco las... pero bueno. ESQ: La burocracia... PC: Sí, es el puntito de burocracia de esta profesión que te obliga a ir zumbado porque o vas ahora o se te pasa un mes sin ir. Pero, vamos, la cirugía que he cerrado antes de venir a verte es la habitual, la de todos los días, el pan nuestro de cada día. ESQ: La que haces: ¿1.500, 2.000 veces al año? PC: Más o menos, sí. Una barbaridad. Todos los días de lunes a viernes de 8 de la mañana a 4 de la tarde, si no hay imprevisto­s, como hoy. ESQ: ¿Después de decenas de miles de operacione­s llega a ser una rutina? ¿Se automatiza un trabajo así alguna vez? PC: Si siempre haces casos similares, sí. Lo que pasa es que por las circunstan­cias que sea a mí me tienden a llegar los casos exóticos, lo

están desahuciad­os. Y no te lo dicen a la cara pero tú notas que vienen a pedirte que les ayudes a gestionar los últimos momentos de su vida: “Tome mis últimos meses y gestióneme­los”. Y a ti te toca tragar saliva y gestionar no solo la parte quirúrgica, sino todo lo que se le puede venir encima a esa persona. Gestionas que duerma bien, que no tenga dolor, que tenga alguna ilusión. Tienes delante una persona que está diciendo: “¿Hay alguien que me ayude a gestionar mi muerte? Yo no sé cómo hacerlo, no soy médico. Además, estoy muerto de miedo y me duele un montón... ¿Me ayudas?”. ESQ: ¿Y tú notas que el paciente te pide eso sin saber decírtelo? PC: Muchas veces. Y dices: “Hostia, gracias por el regalito”. El cuerpo me pide huir, pero alguien lo tiene que hacer. Son casos que quirúrgica­mente tienen su dificultad porque no les puedes robar tiempo. A una persona a la que vas a curar puedes pedirle un mes, dos, un año de baja y rehabilita­ción y pastillas... A alguien al que le quedan seis meses tienes que robarle el menor tiempo posible. Estás obligado a quitar y reconstrui­r un tumor siempre y cuando sepas que en un par de semanas ese paciente va a volver a estar en su casa. Si tienes una mínima complicaci­ón, ya no vas a cumplir los plazos que hacen justificab­le que tú metas mano. Imagina la presión a lo que eso te somete. Son pacientes muy estresante­s, pero alguien se tiene que encargar de ellos. Y si te viene un tío aquí y te lo pide: ¿te niegas? ESQ: ¿Otros médicos se negarían? PC: Digamos que en el libro te recomienda­n decir ‘no’. Miras la superviven­cia del paciente, la posibilida­d de complicaci­ones, el tiempo de intervenci­ón y piensas: “No tocar”. Pero si tienes muy presente la auténtica dimensión humana de la medicina, te saltas el libro. ESQ: ¿Crees que vale todo con tal de salvar una vida? PC: Solo hay un limite ético... y es que no puedes dañar a un tercero para beneficiar a alguien. Pero la medicina no está para salvar vidas. Somos muchos en el planeta, ¿cuántos más queremos ser? El objetivo de los médicos no es que cada vez seamos más gente en el mundo... El objetivo es aliviar sufrimient­o. Y el único limite ético que veo para ello es hacer sufrir a otro voluntaria­mente. ESQ: ¿Y un trasplante de donante vivo, entonces? PC: ¿Con todos los consentimi­entos plenos? Adelante. Claro que no estoy hablando de robar un órgano... De todas formas, una cosa es estar charlando aquí o lo que piensas los sábados por la mañana con sol y con los pajaritos cantando y otra cosa es lo que pensarías con tu hijo muriendo y tú teniendo que tomar una decisión. Soy capaz de entender que un padre o una madre desesperad­os se puedan saltar a la torera cualquier límite ético, porque yo probableme­nte lo haría. ESQ: La medicina tiene que ser coste-efectiva... ¿No rechina un poco eso? ¿No es demasiado mercantili­sta pensar en un paciente como en un gasto? PC: Sí, sí. La medicina tiene que ser coste-efectiva. En el mundo de la poesía, en los fines de semana de sol y de unicornios azules en los que todo es precioso podremos imaginar una medicina que atienda al paciente sin pensar en lo que va a costar la intervenci­ón. Por desgracia, al final de las fiestas alguien tiene que pagar el banquete. Y no solo hoy: hay que poder seguir pagándolo. Con lo cual, sintiéndol­o mucho, en el acto médico hay que aplicar criteros de coste-beneficio. ESQ: ¿Y se puede tasar económicam­ente cuánto debe costar curar a alguien, salvar una vida? PC: Sí. Se debe. Aunque en nuestra profesión no es tan fácil. Tú puedes contar cuántos sacos de cemento debes usar para una obra. Los sacos de cemento no sufren, no tienen familia... Pero contar personas es más duro. Por desgracia hay que hacerlo. No es fácil juntar excelencia médica y eficacia absoluta. Cuanto más ajustas la eficacia menos se parece a la medicina, y cuanto más quieres que se parezca a la medicina, más poético es y ya no hay dios que lo pague. ESQ: Cuando vas a África un par de veces al año a operar pro bono no aplicas ese criterio... PC: Hombre, es que es otro ecosistema totalmente distinto. Entre otras cosas, porque cuando vamos allí vamos para un ratito. Si vas a trabajar allí un par de ratos al año casi todo gira en torno a tu capacidad de regalo. Mi fundación [Fundación Pedro Cavadas, creada en 2003] gira en torno a la capacidad que tenemos de regalar. Pero el regalo no puede eternizars­e. Mantener allí una misión de largo plazo exige gestión, no caridad. ESQ: ¿La medicina es machista? PC: No creo. En las facultades hay muchas más mujeres que hombres desde hace mucho. Tiene que haber más médicos mujer que médicos hombre. Lo que sí es cierto es que hay especialid­ades que claramente absorben más hombres. ¿Por qué? No lo sé bien. Creo que las mujeres son menos agresivas en casi todo... ESQ: Vas a entrar en un jardín difícil, lo sabes... PC: Voy a entrar en un jardín infinito, lo sé, pero es cierto. Los hombres somos víctimas biológicas de una sobredosis de testostero­na. Tú cueces un cerebro en testostero­na y te sale un tío, lo cueces en estrógenos y progestero­na cada día con una combinació­n distinta y te sale una tía. Eso no es cuestionab­le. Es biología. ESQ: ¿Y qué tiene eso que ver con el reparto de tareas profesiona­les en medicina? PC: Por ejemplo, hay muchos más cirujanos cardiacos que cirujanas cardiacas. Es una realidad cuyo origen desconozo. ¡Quién sabe! En ciertas profesione­s hace falta ser un mono fuerte para llevarlas a cabo. En ciertas cirugías también hace falta un mono fuerte y más agresivo. Lo que sí te puedo decir es que no he percibido en ningún caso que se deniegue el paso deliberada­mente a una mujer para hacer lo que quiera en medicina. Y si ocurre, ocurre en cualquier sitio menos donde yo he trabajado. ESQ: Sabes que esto que acabas de decir da para un par de horas más de discusión. Pero el último AVE de vuelta a Madrid está a punto de salir. Y a ti te queda aún algo de tarea antes de irte a la cama a no dormir... PC: ¿Ves este taco de papeles de aquí? Son candidatos a cirugía a los que aún no he agendado. Voy con ello...

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