Esquire (Spain)

CELINE AL FESTIVAL DE BENICASIM

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Para una parte importante de la población masculina que suele rondar la treintena, la vanguardia más pura y la estética más moderna la encarna gente como Paul Weller o Jarvis Cocker. El primero sacó su disco debut en 1977; el segundo, en 1983. Para ellos, eternos adolescent­es (al menos en el armario), no hay otra silueta que la slim. La cultivan hasta la saciedad: en vaqueros, en abrigos y, por supuesto, en los trajes. Da igual que sea la boda del primo que la fiesta del cuarenta cumpleaños del colega de trabajo: ellos llevan corbata fina, camisa blanca (ajustada) y traje negro (muy ajustado). El pelo, cuidadosam­ente despeinado a cien euros el corte. En la cara, gafas de sol aunque no haga sol. En los pies, zapatillas Converse.

En 2001, el cantante de Franz Ferdinand, Alex Kapranos, se convirtió para ellos en el equivalent­e a Kate Moss para sus respectiva­s novias: el horizonte al que aspirar, la utopia de estilo que alcanzar. Por entonces, Hedi Slimane, que dirigía la línea masculine de Dior, reafirmó las creencias de este grupo social con sus trajes de solapa estrecha y espalda aún más estrecha, sus sombreros borsalino y su gusto por el aspecto (y el estilo de vida) del posadolesc­ente adinerado. Más de quince años después, ellos siguen creyendo que esta estética es el único esquema de elegancia. También siguen yendo a festivales cada verano: ahora no acampan, van a hoteles y han cambiado el calimocho por el gin-tonic, pero su ropa sigue siendo la misma.

Y de nuevo, más de quince años después, el dios Slimane ha vuelto, para mayor gloria de su tribu de fans masculinos. Ahora dirige Celine (sin tilde), pero casi nada ha cambiado: las solapas siguen siendo estrechas y sus arquetipos de estilo niños ricos que acaban de salir de un after exclusivo. Eso sí, algunas cosas han cambiado: las cinturas son más altas y los pantalones más bombacho, como si el cantante de una banda de brit pop se fusionara con el Bowie de los ochenta, o como si el eterno festivaler­o se dejara ver en el Studio 54.

Den tiempo a los fans para que se acostumbre­n a cerrarse los pantalones por encima del ombligo.

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