Esquire (Spain)

BOTTEGA VENETA ABRE TIENDA EN MADRID

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La frma italiana fundada en 1966 inaugura boutique en Madrid, en el número 70 de la calle Serrano. 559 metros cuadrados para acoger las coleccione­s de hombre y mujer, y sus clásicos complement­os de piel trenzada. El director creativo de Bottega Veneta, Tomas Maiertur, ha diseñado el interior, donde destacan las paredes cubiertas con Ultrasuede o Marmorino beige y las alfombras de Nueva Zelanda. Un espacio elegante y atemporal, como sus diseños.

Empezó como un trovador solitario con su guitarra acústica dando bandazos aquí y allá, y ahora acaba de grabar un videoclip con Kylie Minogue en La Fenice de Venecia. Esta es la historia de Jack Savoretti (Londres, 1983), el cantautor italobritá­nico que se empeñó en ser músico a pesar de que la industria intentó convertirl­e en estrella. El camino fue duro por la renuncia y sus consecuenc­ias, pero hoy su folk cálido y alejado del business music ha conquistad­o a grandes como Paul Mccartney o Giorgio Armani. “Conocí a Kylie porque el director de cine Conor Mcdermottr­oe me propuso cantar con ella para su película Halal daddy. Cuando nos encontramo­s, pensamos que sería mejor escribir juntos una nueva canción. Los dos tenemos una cosa en común: la música nos ha dado felicidad y también dolor. Y así escribimos Music’s too sad without you para la película. Luego Kylie me preguntó: ‘¿Puedo incluirla en mi nuevo álbum, Golden?’. Obviamente dije: ‘Sí, ¡es un honor!’. Cantar la otra noche con ella en el teatro de ópera más importante del mundo fue increíble”.

A LA SOMBRA DE BOB DYLAN

Con cinco álbumes en el mercado y un sexto de camino para el próximo marzo, Savoretti siempre tuvo claro qué tipo de música quería hacer. Fue su padre, sin saberlo, quien le despertó la vocación cuando le regaló al cumplir 16 años un casete titulado Forever Young. Lo cantaba Joan Baez, pero pronto descubrió quién era el autor de esa maravilla: el sagrado Bob Dylan. A partir de ahí, Neil Young, Tom Petty, Springstee­n, Chet Baker... fueron sus colegas de alcoba. “Mi primer álbum, Between the minds, fue un éxito. Tenía veintipoco­s años y enseguida me ficharon. Cuando me di cuenta de que con el segundo disco no estaba haciendo lo que quería, renuncié. No me importó volver a tocar en la calle, en clubes y garitos, con tal de hacer mi música. Siempre tuve claras mis referencia­s. Y tengo buen gusto, ¿verdad? [risas]”.

Cuando un músico toca el cielo con sus acordes, el resto del mundo le sobra. El problema llegó cuando dio el paso y formó una familia. Entonces se dio cuenta de que el éxtasis no daba de comer. Tocaba y tocaba, pero sus rasgueos no daban para tanta factura. Estaba angustiado. Hasta que un día respiró hondo y brotaron esas letras que hablaban de tipos corrientes, con problemas comunes: “Entonces hablé de lo difícil que es ser padre, mantener el trabajo, no caer en el alcoholism­o o las drogas... En fin, de las batallas del hombre moderno [risas]”. Y funcionó. Su álbum Written in scars y el siguiente, Sleep no more, fueron un éxito. Adiós problemas. “Los tiempos duros son los más inspirador­es, así que esa crisis al final me salvó la vida. Hay que sufrir para sacar buenas canciones”.

Aliviado y con las facturas al día, Jack recibió un día una sorpresa. Paul Mccartney le llamaba para grabar en los míticos estudios Abbey Road el tema Queenie Eee, con Johnny Depp, Kate Moss, Jude Law... “No me lo podía creer... Le pregunté si era verdad que en ese piano había compuesto Rocky Raccoon, mi favorita. Me dijo que no, pero se sentó al teclado y tocó Lady Madonna. ¡Un regalazo!”. En septiembre recibió otra llamada. Emporio Armani le invitaba al espectacul­ar show Emporio Armani Boarding, que se celebró en el hangar de Linate, propiedad del diseñador: “Giorgio es todo un señor. Me sorprendió que una empresa tan grande funcione como una familia... Y ahora tengo en el armario mejores trajes que mi mujer [risas]. Cuando me pongo ropa de Armani me siento importante”.

Con ella se pasea por Londres, donde vive, y por Génova y Formentera, sus ciudades de adopción. Dice que le encanta la isla y que allí desconecta comiendo en Can Carlos y leyendo a Unamuno. Ahora Harari es su nueva lectura y Natalia Lafourcade, la artista con la que le gustaría colaborar. Todo esto nos lo cuenta por teléfono, desde los estudios Ennio Morricone, en Roma, donde graba su nuevo disco, el de un músico que sigue empeñado en no ser una estrella.

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