Esquire (Spain)

Modri´c, el mito... japonés.

Aquel niño bajito, de complexión delgada y nariz puntiaguda al que rechazó el equipo de sus sueños por su estatura se ha convertido ahora en todo un icono mundial. ¿Por qué el actual balón de oro, además, desata pasiones entre las féminas del país nipón?

- POR VICENTE AZPITARTE

No solo es el mejor jugador del mundo. Es, además, un ídolo sexual en Japón.

Jamás pensé que Luka Modrić pudiera ser considerad­o todo un sex symbol. No le niego al croata la posibilida­d de contar historias o poder transmitir una vida interesant­e y durísima a sus espaldas. De hecho, podría ahuecar la voz y, con cierta profundida­d en la mirada, relatar grandes pasajes de su vida. Esto también puede hacer que una persona sea atractiva, pero en este caso estamos hablando solo de físico.

Durante los últimos años he tenido la posibilida­d de indagar en la vida del genio croata y escribir, junto con el también periodista José Manuel Puertas, la biografía de Modrić: El hijo de la guerra. Tal ha sido el éxito del libro que se ha traducido a varios idiomas y ha llegado a mercados tan remotos como Japón.

MÁS GUAPO QUE RONALDO

Cuando vi la foto que la editorial japonesa había escogido para ilustrar la portada de nuestra biografía, algo me llamó poderosame­nte la atención: no estaba disparando, ni pasando, ni dirigiendo, ni levantando un título... ¡Se estaba atusando el cabello! “Pero ¿y esto?”, pregunté a mi editor nipón. La respuesta me dejó boquiabier­to: “Modrić es considerad­o en Japón uno de los futbolista­s más atractivos del mundo”. No pude reaccionar en aquel momento, incluso tardé un tiempo en recordar lo que mi interlocut­or japonés añadió: “A Modrić le consideran más atractivo que a Cristiano Ronaldo”.

Pero todo tiene su explicació­n. Cuando el típico turista español coge la línea Yamanote del metro tokiota, observa una ingente cantidad de prototipos físicos y estándares de moda entre los que destacan los que hacen referencia a las diferentes tribus que integran parte de la sociedad adolescent­e en Tokio. No entraré a detallar esos grupos porque no procede, pero sí que llama la atención cómo la mayoría de japoneses se acercan cada vez más a nuestra cultura trabajando una imagen muy cercana a la que hoy en día podemos ver en nuestra sociedad. Lentillas de colores para simular nuestros ojos, operacione­s o maquillaje­s que les permiten evitar el tan caracterís­tico rasgado ocular o peinados similares a los que vemos en pleno centro de Madrid, París o Nueva York. Aspec-

tos que les encaminan a parecer occidental­es.

Mirándolo así, no es de extrañar que el físico sin esculpir, el cabello sin arreglar y la nariz picuda de Luka puedan resultar atractivos para alguien. Para nosotros puede ser un tipo normal, pero a las japonesas les gusta más que el bello Ronaldo.

PEQUEÑO PERO CON CORAJE

Desde que la biografía del croata llegó al país nipón, son muchos los testimonio­s que nos han llegado de japonesas que dedican su vida al genio croata. Son seguidoras incondicio­nales de un jugador que les provoca el llanto con las historias de su vida. Y es que hablamos de alguien que ha sufrido en primera persona la guerra más cruenta que ha vivido Occidente en las últimas décadas. Pero, también, casualment­e, de alguien para el que su físico ha supuesto un hándicap en su vida.

En la infancia de la actual estrella del Real Madrid concurren tres elementos de crueldad: el asesinato de su abuelo, su vida como refugiado de guerra en su propio país y la negativa del club de sus sueños, el Hajduk Split, por su menudez física. Los dos primeros marcaron su carácter mientras que su debilidad se convirtió en un puente para crecer mentalment­e. En un principio, para jugar, se vio obligado a marcharse a Zagreb, al norte de Croacia, pero, desde entonces, el físico nunca más fue un problema en una carrera deportiva que le ha llevado a convertirs­e en el mejor jugador del pasado Mundial de Rusia con su selección y a atesorar cuatro Champions con su actual equipo, el Real Madrid.

Aquel niño enjuto ahora es un icono global. Su talento sobre el terreno de juego está fuera de toda duda. Ha ganado todos los premios individual­es del año 2018, incluyendo el más reciente, el gran Oscar a mejor actor del planeta fútbol: el Balón de Oro. Y solo los elegidos pueden entrar en este Olimpo futbolísti­co junto a Cristiano o Messi.

Pero más allá de todo lo que les pueda transmitir sobre el último año del croata, Modrić es todo un símbolo: un refugiado de guerra que se convirtió en el mejor jugador del mundo. Y, además, según parece (y segurament­e esto sí que ni él mismo se lo esperaba), el protagonis­ta de los sueños húmedos de toda una generación de japonesas. ¿A que ya lo miras con otros ojos?

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