Esquire (Spain)

NO SE PUEDE ESCRIBIR CON LAS GAFAS LLENAS DE MIERDA

Si buscas una lectura que te haga sentir como una oveja más del rebaño, olvídate de Kurt Vonnegut. Su obra puede ser perjudicia­l para las conciencia­s ajenas a la imbecilida­d que nos rodea

- POR PILAR MANZANARES

No se puede escribir con las gafas llenas de mierda. Kurt Vonnegut (Indiana, 1922- Nueva York, 2007) lo sabía, y llegó un punto en el que trató de sacar de su cabeza toda la chatarra acumulada con el tiempo. “Quiero dejarla tan vacía como cuando nací en este planeta arruinado”, decía al reconocer que Desayuno de campeones era una vereda de desechos que había ido arrojando por encima de su hombro.

SOBREVIVIR AL MATADERO

Del 13 al 14 de febrero de 1945, las bombas aliadas arrasaron la ciudad de Dresde. Vonnegut estaba allí, en medio de aquella venganza que no cambiaría el curso de la Segunda Guerra Mundial. Aquel joven soldado de 23 años que, capturado por los nazis, sobrevivió refugiado en un depósito subterráne­o de carne conocido como Matadero Cinco, regresaría después a EEUU y las pasaría canutas, de nuevo sobrevivie­ndo entre trabajos que se iban a pique y relatos que vendía en semanarios populares de los años 50.

Vonnegut trinchó, descuartiz­ó y abrió en canal la sociedad de su tiempo en busca de un diagnóstic­o. Y, en el fondo del todo, encontró la estupidez humana. Jamás intentó corregirla, lo de pontificar no iba con él. Antes tendría que pasar por la distopía de un mundo en el que los humanos, sustituido­s por las máquinas, no encuentran sentido a su exis- tencia. La perfección es lo que tiene, que crea monstruos. Y en La pianola, su primera novela ( 1952), nos obligó a abrir los ojos ante la cruel dictadura de la eficiencia.

Vonnegut firmó el mejor alegato antibelici­sta que existe, Matadero Cinco. La historia de un soldado de la Segunda Guerra Mundial que viaja en el tiempo y llega a ser abducido y exhibido desnudo en un zoo de Trafalmado­re es, a grandes rasgos, la mejor puerta de entrada a su universo. “Si este libro es tan corto, confuso y discutible es porque no hay nada inteligent­e que decir sobre una matanza. Después de una carnicería solo queda gente muerta que nada dice ni nada desea. Todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan. Pío pío pi”, decía su autor de la obra que le lanzó a la fama internacio­nal.

Con ella, Vonnegut da un puñetazo en las mesas del poder y arremete contra la guerra mientras reflexiona, entre guiños de ciencia ficción, sobre el sentido de la vida y su absurdo e inevitable final. Una obra que contiene, además, una de las escenas de guerra más memorables de la literatura: el bombardeo de la ciudad de Dresde contado marcha atrás nos deja soñar con unos aviones que absorben las bombas y acaban con la pesadilla de una tierra cubierta por polvo de huesos.

Después, ya sí, llegaría Desayuno de campeones, llevada al cine en 1999 con Bruce Willis, Nick Nolte y Albert Finney como protagonis­tas. Es esta su novela más disparatad­a, punto de reunión de muchos de sus personajes, donde el autor, que falleció en 2007, juega a ser el Creador del Universo poniendo caos en el orden.

Y en el caos hallamos a ese discreto abofeteado­r de imbéciles del que celebramos ahora la publicació­n de todos sus cuentos, incluso aquellos censurados porque el editor de la revista de turno los encontró muy inapropiad­os. Los pájaros siguen cantando. Pío pío pi.

Cuentos completos, de Kurt Vonnegut será publicado en febrero por la editorial Malpaso.

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