“YA NO SOY UNA ‘IDOL’”
Las estrellas adolescentes en Japón son productos de marketing diseñados para ser ‘influencers’. Pero llevan una vida tan dura que algunos, como Emika Kamieda, huyen
La primera decisión importante de Emika Kamieda al cumplir los dieciocho años fue firmar el contrato para entrar a formar parte del grupo idol japonés NMB48. Ella no se imaginaba que el día siguiente comenzaba una vida de duro trabajo: más de 60 horas semanales, actuaciones cinco noches de siete, grabaciones de discos, entrenamientos, clases de canto y coreografías, y un sinfín de eventos para fidelizar a sus fans. El éxito de los idols se mide por su popularidad, por los fans que llenan teatros, compran discos y pagan gustosos a la productora por que les facilite un apretón de manos con su ídolo a la salida de un evento.
JORNADAS A LO JAPO
“Hace dos años que dejé ese mundo porque, aunque lo recuerdo con cariño, resultaba agotador”. Una idol puede llegar a ganar 200.000 dólares al año, aunque Emika no quiere entrar en detalles: “No te creas que me hice rica”. En 2015 dejó durante seis meses el grupo para acudir a la universidad. Fue allí donde aprendió español, mejoró su inglés y decidió que cuando abandonara NMB48 se convertiría en modelo y actriz. Se prometió a sí misma que viviría en un país donde las jornadas laborales tuvieran principio y fin. Desde 2017, trabaja como actriz y modelo aunque con base en Barcelona. Desde aquí puede volar a Japón o a EEUU, adonde la lleve su contrato, para regresar siempre a la calma de su casa mediterránea. Ya no es una idol, sino una mujer con los pies en la tierra.