Esquire (Spain)

Jeff Goldblum

ES DIVERTIDO, BUEN ACTOR Y LE SOBRA ESTILO. Y AHORA QUE SE ESTRENA EN LA MÚSICA CON UN DISCAZO DE JAZZ, SE HACE CON EL NÚMERO UNO DE LA LISTA BILLBOARD

- TEXTO JANINA PÉREZ FOTOGRAFÍA DYLAN COULTER

MI ABUELO PATERNO LLEGÓ A EEUU PROVENIENT­E DE RUSIA. Se llamaba Josef Povartzik. Recién llegado se cambió el apellido a Goldblum. Era un hombre muy pobre, tenía un puestito de venta de chuches.

MI PADRE QUISO SER ACTOR, PERO ACABÓ SIENDO MÉDICO. Nunca le pregunté de dónde le vino esa inclinació­n por la interpreta­ción, porque no hay ningún antecedent­e en la familia. Murió en 1983 a los 63 años. Recuerdo que alguna vez contó que cuando tenía unos 18 años ‘husmeó’ en una clase de interpreta­ción y vio algo que le hizo decir: “¡Guau, es otra liga!”. Pero actuar puede resultar aterrador. Quizás fue esa la razón.

HE HECHO DE DOCTOR EN ALGUNAS PELÍCULAS. A decir verdad, la ciencia siempre me ha interesado. Ahora que tengo dos niños, de uno y tres años, estoy particular­mente enfocado a plantearme a qué quiero exponerlos.

EL DOCTOR GOLDBLUM COMO PADRE ERA MARAVILLOS­O, y creo que fue de los buenos. En su tiempo los doctores eran muy diferentes a como son ahora. Automática­mente te inspiraban respeto. Mi padre estaba muy apegado a su ‘identidad de médico’ y al lugar que ocupaba en la comunidad como doctor. Cuando alguien le decía: “¡Oh, Sr. Goldblum!”, para él era como un insulto y siempre corregía: “No soy el Sr. Goldblum, soy el doctor Goldblum…” [risas].

RECUERDO SU MALETÍN NEGRO DE MÉDICO. No sé si aún se venden. Hace años que no veo uno parecido, pero él siempre llevaba el suyo y era de los que recibían las llamadas de sus pacientes en casa. “Sí, de acuerdo, voy para allá…”.

YO NO SERÍA LA MISMA PERSONA QUE SOY AHORA si no me hubiera dedicado a la interpreta­ción las últimas décadas de mi vida.

ME ENAMORÉ DEL JAZZ SIENDO UN NIÑO. Mi madre me dio clases de música y comencé a tocar el piano, sobre todo jazz, aunque yo lo que quería era ser actor. Durante el último par de décadas he tenido una banda y hemos tocado aquí y allí. Lo amo. Estos días diría que me siento igualmente cómodo en ambos sitios, en la actuación y en la música, aunque no esperaba llegar tan alto con The Mildred Snitzer Orchestra y nuestro primer álbum, The Capitol Studios Sessions.

MI PROFESIÓN LA PRACTICO POR PURO AMOR. Siempre ha sido así. La actuación ha sido una especie de aventura romántica en la que yo soy como un corazón salvaje con ansias de expresarme y de ser creativo. Me han salido bien las cosas. Y a pesar de todos los años que llevo en esta profesión, aún tengo un gran interés. Me siento como un estudiante aprendiend­o cada día. De hecho, ahora mismo estoy viviendo un florecer tardío [risas], pero me siento cómodo.

CONFIESO QUE AL PRINCIPIO ACTUAR ME DABA PAVOR, especialme­nte cuando no sabía lo que estaba haciendo. Luego te vas metiendo poco a poco en esta profesión. Aprendes, aunque sigues pensando que te expones demasiado. Sí, es cierto que te vuelve más vulnerable y que da miedo. Aunque ahora ya no tengo tanto pánico como antes.

TUVE MUY BUENOS PROFESORES DE INTERPRETA­CIÓN, como Sanford Meisner, creador de la técnica Meisner. Hay otros métodos similares, también pioneros en su momento, con los que se formaron Marlon Brando o James Dean. Eran métodos que tenían que ver con el descubrimi­ento personal con el fin de hacer la actuación lo más natural y real posible.

NUNCA ME HE CONSIDERAD­O UNA ESTRELLA, ni ha sido mi objetivo. Las cosas suben y bajan, también en la interpreta­ción… Al principio tuve mucha suerte. Tuve la oportunida­d de probar un amplio abanico de géneros e interpreta­r muchos papeles diferentes, aunque fueran pequeños. Nunca me he propuesto conseguir lo que muchos llaman ‘una carrera’. Tengo un buen agente y un buen mánager. Son ellos los que han sabido llevarme por los entresijos de la industria cinematogr­áfica. Yo tengo claro que no soy un hombre de negocios y nunca he querido serlo.

ROBERT ALTMAN ME HIZO CONFIAR EN MÍ MISMO. Trabajé con él en la película Nashville (1975) y sus consejos y apreciacio­nes fueron de gran ayuda para mí. También guardo un recuerdo muy especial de La invasión de los ultracuerp­os (1978) y de su director, Philip Kaufman. Me sentí muy valorado por él. Gracias a sus palabras, empecé a verme de una manera como jamás lo había hecho antes. Fue una gran ayuda y constituyó un hito personal.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain