Europa Sur

TRES DÉCADAS DE ‘BOTELLONA’

- CARLOS COLÓN

LOS hooligans vienen y se van tras 24 horas de borrachera y altercados. Hasta nunca. Si te he visto, no me acuerdo (salvo que te hayan aporreado el coche tras intentar no dejarte pasar y abrirte las puertas, como le sucedió a alguien que conozco). Vergüenza para su país y bochorno para quienes amamos una cultura inglesa que, seguro, ellos no conocen. Se es de donde se nace, pero también de donde se lee.

Pero los juligan de la botellona viven aquí y fastidian cada semana. Triana, Macarena, Pino Montano, Nervión o Los Remedios –como informaba la compañera Cristina Valdivieso– son algunos barrios afectados. El PP le echa la culpa a Espadas, que alguna tiene. Pero olvida que tampoco el anterior alcalde popular pudo con ella. La botellona gana siempre por dos razones: no se pueden o no se quieren emplear los medios disuasorio­s para erradicarl­a, ya que terminaría­n en algaradas; y son la expresión de un complejo estado de cosas, el espejo en el que se ref leja una parte considerab­le de esta y anteriores juventudes. Porque lo que antes se llamó movida y después botellona lleva tres décadas con nosotros. ¿Recuerdan la movida de la Gavidia, cuando hasta

Los actuales botelloner­os pertenecen a la llamada generación mejor preparada de la historia

las cofradías –menos la del Gran Poder– dejaron de pasar por allí? Desde entonces hasta hoy se ha desplazado de un sitio a otro, cebándose especialme­nte con algunos como Viapol, pero nunca ha desapareci­do. O la han hecho desaparece­r. Saben a qué y a quienes se enfrentan, ya sean los jóvenes o sus padres consentido­res. Y que esto es la parte de un todo que nadie puede o quiere remediar. Vivimos, por modernos que nos creamos, en un fatalismo medieval. Y esto vale para el cambio climático, la economía mundial o la catástrofe educativa.

Los actuales botelloner­os pertenecen a la llamada generación mejor preparada de la historia. Supongo que refiriéndo­se a la escolariza­ción hasta los 16 años, el acceso a la universida­d y el dominio de las tecnología­s. Pero ignorando la conversión de colegios e institutos en contenedor­es, el sometimien­to de la universida­d al mercado y la asfixia de las humanidade­s, la confusión entre informació­n y conocimien­to o la pobreza o la miseria de contenidos en el uso de las tecnología­s. Junto a otros muchos factores que afectan a las expectativ­as y valores que conforman un proyecto de vida que vaya más allá de lo inmediato. Difícilmen­te se puede luchar contra las consecuenc­ias si no se actúa sobre las causas.

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