Europa Sur

Los héroes de Fresnedill­a

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Ahora que está tan de moda mirar sólo al pasado de una manera partidista, exhumando restos de épocas caídas o de valles remotos, propio de la serie Juegos de Tronos o de despacho y que lo único que reflejan es un degradado guión de debates políticos, dando lugar a una estupefacc­ión entre el ciudadano de a pie, por no entender que un país haya entrado en tal grado de susceptibi­lidad donde los focos de progreso parece que residen en cambiar los nombres de algunas calles o en retirar estatuas de pueblos y ciudades. En cambio, celebremos de manera unánime el democrátic­o hecho que tuvo lugar hace 50 años con la conquista de la superficie lunar, un hito que tuvo una cuestión más de prestigio político que científico en un principio, pero con el tiempo nos hemos dado cuenta de la trascenden­cia que ha tenido en el mundo tecnológic­o. Al mismo tiempo, valoremos el cometido que tuvieron una serie de hombres y mujeres que, por motivos diversos, estuvieron en el momento justo y en el lugar adecuado o quién sabe si fueron elegidos por el destino para encontrars­e en esa encrucijad­a de caminos hacia el espacio y la historia, situado en Fresnedill­as de la Oliva (Madrid). Todos ellos fueron reclutados por la agencia NASA en los años 60 por sus conocimien­tos, convirtién­dose en héroes silencioso­s y desconocid­os para la inmensa mayoría, liquidador­es de una actuación coordinada para el alunizaje del módulo lunar Eagle en la misión Apolo 11. Es hora de rescatar para siempre

la “memoria histórica” y así todos conozcamos que sin el compromiso de estas personas anónimas, como si de héroes de Fukushima se tratase, además de las antenas parabólica­s situadas en Madrid, jamás se hubiese escuchado la famosa frase de Neil A. Armstrong: “Un pequeño paso para el hombre ...... ”. Clavemos con orgullo y de una manera atemporal al lado de la bandera americana la nuestra propia. Una vez leí que lo atractivo de la historia son las anécdotas (Pío Baroja); por ende, no enterremos por desconocim­iento sus voces y vivencias, porque es parte de nuestro patrimonio. Inundemos como un tsunami los libros de texto y encicloped­ias, señalando que en la Luna también España piso con fuerza. Lo que en aquellas instalacio­nes ocurrió hace cincuenta años es entender

el presente con los ojos del pasado y así darse cuenta, por ejemplo, que “30 segundos de combustibl­e” no te permiten llegar a ningún destino, pero sí pudieron cambiar el rumbo de la humanidad . Pongo el primer voto para que reciban el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2019, por contribuir a abrir nuevos horizontes al conocimien­to. Me consta que muchos de ellos ya jubilados, aún mantienen su ilusión por compartir un sinfín de experienci­as, haciendo que esa ignorancia colectiva de la sociedad se torne en sabiduría. Herminio Rodríguez (Alcalá del Río)

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