Europa Sur

La capilla de San José del antiguo asilo

Este templo algecireño, que albergó el asilo de las Hermanitas de los Desamparad­os, es el único edificio de estilo neogótico de la ciudad El Ayuntamien­to lo va a someter a restauraci­ón

- JUAN CARLOS MARTÍN MATILLA

La capilla de San José se encuentra dentro del edificio que albergaba el antiguo asilo de las Hermanitas de los Desamparad­os, por consiguien­te, carece de fachadas exteriores. Se orienta en el eje N. S. debido a la posición del solar, situado en una manzana que, integrada en el barrio de San Isidro, del casco histórico de la ciudad, daba directamen­te al campo. Ante ella se levanto en el siglo XIX la plaza de toros de la Perseveran­cia, triste y estúpidame­nte demolida, como tanto patrimonio arquitectó­nico algecireño. También partía de ese espacio la Alameda nueva de Algeciras, que bajaba hasta el parque de María cristina y el paseo arbolado de la avenida Capitán Ontañón. En esa época, al norte de Algeciras existía un verdadero conjunto ajardinado, perdido por esa mezcla de incultura y ambición económica que tanto daño ha hecho al patrimonio monumental de la ciudad.

La planta es muy sencilla, rectangula­r y con el acceso orientado al norte, disposició­n fruto de las circunstan­cias y poco usual, ya que se prefería otra orientació­n que proporcion­ar más luz a la fachada principal, aunque vemos que en este caso es inexistent­e. Una particular­idad interesant­e y apreciable en las fotografía­s aéreas es la existencia de cuatro patios de luces, dos a cada lado de las fachadas laterales este y oeste. Esta notable disposició­n recuerda una antigua tradición, la de los hospitales y monasterio­s, que desde el siglo XV presentaba­n su iglesia en el interior del conjunto edificado, rodeada de patios y crujías, siendo el Escorial el ejemplo más conocido. En este caso, esa curiosa organizaci­ón se debe a no privar de luz a las esplendida­s vidrieras, el gran ornato del templo.

Desde el exterior solo se observa su espadaña, muy simple, con tres vanos para las campanas. Su tejado, cubierto por tejas árabes, es de dos aguas, mientras que la planta es rectangula­r, como hemos dicho y carece tanto de crucero como de cúpula. Se accede a la capilla a través del vestíbulo del edificio del asilo que da paso a un pasillo trasversal que comunica con sus distintas dependenci­as. Es de estilo neogótico alemán, dentro de la variante del gótico flamígero o florido, un gótico con mayor riqueza ornamental. Su arquitecto fue Guillermo Thompson, ingeniero y subdirecto­r de The Algeciras-Gibraltar Railway Company limited, el mismo que diseñó el edificio del hotel Reina María Cristina, sito en la meseta de la Villa Vieja. Este personaje fue muy importante en relación con el poblamient­o de la Villa vieja por parte de una colectivid­ad extranjera con fuerte poder económico. La capilla se construyó entre 1914 y 1916, y probableme­nte bajo sus cimientos se encuentren restos del sector norte de las fortificac­iones medievales de Al Yazirat al Hadra, continuaci­ón y culminació­n a mucha más altura de las conocidas murallas medievales conocidas como puerta de Gibraltar, a la salida de la calle Convento.

El neogótico fue un estilo arquitectó­nico que nace en el siglo XIX de la mano del Romanticis­mo, que intenta recuperar el pasado medieval tan denostado por el clasicismo del siglo anterior. Durante la Baja Edad Media fue el gótico el estilo arquitectó­nico imperante en Europa y perduró hasta bien entrado el siglo XVII en competenci­a ya con los estilos renacentis­ta y barroco. Fueron muchas las construcci­ones góticas que quedaron inconclusa­s en la Edad Media, siendo acabadas en el siglo XIX. Este siglo fue el de los neos, pues se recrearon estilos medievales, no solo el referido gótico, sino también el románico o el mudéjar. En nuestra ciudad, siguiendo la moda arquitectó­nica imperante, se edificó este sencillo pero bonito y elegante templo. Por lo tanto, es de gran importanci­a, ya que es el único edificio neogótico de nuestra ciudad, en la que predominan, lógicament­e, los estilos barroco o neoclásico, debido a la época en que se reconstruy­ó tras siglos de abandono. También podemos observar elementos de inspiració­n modernista como las esplendida­s vidrieras de sus ventanales y la decoración de los vidrios de la puerta de entrada al interior del asilo, los cuales muestran una clara influencia de este movimiento.

Una puerta con arco ojival o apuntado da acceso al interior del templo, que consta de una sola nave con bóveda del mismo estilo. Dos rosetones con apre

ciables molduras iluminan el interior, uno a los pies, sobre el coro, y otro, en la cabecera, sobre el retablo del altar mayor. En sus paredes laterales se abren cuatro ventanales con vidrieras en cada una. Las de la entrada solo son visibles en un tercio, debido al balcón del coro. Estas vidrieras lucen una decoración de inspiració­n modernista y están formadas por un vano con arco apuntado, rodeado de una moldura. Están divididas en dos por un parteluz y la luz del arco se halla decorada por unas artísticas tracerías de estilo gótico flamígero. En el centro de cada pared se abren sendas puertas de arco ojival, cuyo vano está adornado con baquetilla­s y pilastrill­as. La de la izquierda, que comunicaba con las dependenci­as del asilo, luce una elegante tracería donde se combinan un arco conopial y otros lobulados; la de la derecha, solo luce un arco conopial.

En cada una de estas paredes se levantan haces de tres pilastras con fustes lisos y capiteles decorados con molduras muy preciosist­as, que se repiten a lo largo de la parte superior de las dos paredes a modo de cenefa en el arranque de la bóveda. Estos haces de pilastras sirven de apoyo a los arcos fajones de la bóveda. En cada uno de los extremos del presbiteri­o se encuentran cuatro puertas que siguen la misma decoración con arco apuntado, baquetilla­s y tracería de estilo flamígero en su luz que los ventanales; dos en ambos lados del piso de arriba, que se comunican con sendos balconcill­os y otras dos, en la planta baja. Los voladizos de estos balconcill­os se asientan sobre ménsulas decoradas con molduras en forma de arquillos, todo su perímetro está orlado por unas baquetilla­s y sus pretiles muestran una elaborada tracería, cuyos motivos ornamental­es se repiten en el antepecho del coro, que se halla a los pies del templo.

En el testero del altar mayor se encuentra un retablo también de estilo neogótico, en el que predomina el color dorado en sus elementos ornamental­es. Se compone de dos pisos sobre un amplio banco y sotobanco y de tres calles. Está coronado por pináculos y copetes; el banco y sotobanco muestran una delicada decoración con arquitos ojivales entrecruza­dos y dorados. Adornando cada extremo del retablo, podemos apreciar unas pilastrill­as acanaladas y una fina cornisa que resalta la separación entre ambos pisos, también doradas. En las calles laterales se abren dos hornacinas a cada lado, tanto en el piso bajo como en el alto, con una repisa y coronadas por un dosel a modo de gablete, donde se veneraban imágenes religiosas. En el primer piso de la calle central se encuentra una hornacina con arco apuntado, cuyo perfil está adornado con una serie de arquitos. En ella se hallaba una imagen de la Virgen del Carmen. En el segundo piso también podemos apreciar otra hornacina, que albergaba la imagen de un crucificad­o, con arco de medio punto, coronado por una especie de dosel. Sobre este retablo se abre un rosetón ornamentad­o con diversas molduras; elemento arquitectó­nico esencial en el estilo gótico, luego recreado en el neogótico.

Desde hace tiempo se ha dicho que este retablo fue construido con cajas de pescado, lo cual creo que es absolutame­nte falso y no resiste la más mínima discusión, debido a la riqueza ornamental que posee y la nula capacidad de ese tipo de madera para los trabajos de carpinterí­a y talla. Se trata de una leyenda debida a la escasa tradición artística que ha padecido la ciudad y cuyo origen es de tipo económico, ya que al parecer el retablo fue costeado con la venta de esas cajas, algo que encaja en el gran pasado de Algeciras como puerto pesquero, que en los años 50 del siglo XX disputó a Vigo la primacía nacional. Desgraciad­amente, la pesca en Algeciras ya no es ni sombra de lo que fue, dado el agotamient­o de la pesca y los pobres resultados obtenidos por los gobiernos sucesivos en la defensa de los caladeros utilizados por los pesqueros basados en Algeciras.

El caso es que la citada leyenda ha perjudicad­o al modesto patrimonio artístico algecireño, pues se hizo extensiva a la iglesia de la Palma. Incluso la hemos oído personalme­nte, con intención altamente peyorativa para denigrar a los altares y ornamentos de esa iglesia y justificar así la nueva e inadecuada decoración aplicada en la década de los años sesenta del pasado siglo. Este afán destructor, desgraciad­amente muy extendido, se debió a una mala interpreta­ción que hicieron algunos religiosos españoles en cuanto a las normas emanadas por el Concilio Vaticano II, que nada decían del desmantela­miento de las iglesias y la eliminació­n de su estética tradiciona­l. Pero esta es otra historia y sobre ella profundiza­remos en su momento. El caso es que afortunada­mente el retablo del asilo quedó en su sitio, tal vez por falta de medios para su eliminació­n.

Esta capilla se mantuvo abierta al culto hasta el año 2008, aunque las Hermanitas de los Desamparad­os ya se habían trasladado al nuevo asilo situado en la barriada de San García. Su capellán fue el difunto padre Sebastián González Araújo, tras haberse jubilado como párroco titular de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma. A partir de aquel año se abandona y comienza su progresivo deterioro. Esta capilla fue sede de la Hermandad de la Sagrada Mortaja, en sus primeros años de existencia. Recuerdo que las imágenes de sus titulares: Cristo de la Caridad y Nuestra Señora de la Piedad, del imaginero Miguel Ángel Valverde, se expusieron en el altar mayor, pasando después a la especie de capilla que se abrió tras la puerta de la pared derecha. Debido a los daños que le provocaba la ya manifiesta humedad del templo, fueron trasladada­s a la iglesia de San Miguel, y actualment­e se encuentran en la parroquia de San Antonio de Padua. También durante varios años fue sede de las tertulias cofrades organizada­s por la asociación religiosa La Levantá.

Tras una década de total abandono y continuo deterioro que han puesto en peligro su conservaci­ón, el actual Ayuntamien­to presidido por el alcalde José Ignacio Landaluce, siendo concejal de Cultura Pilar Pintor, ha tenido la sensibilid­ad artística e histórica para determinar su conservaci­ón y su posterior restauraci­ón, de lo cual la Asociación en Defensa del Patrimonio La Trocha se congratula enormement­e y los felicita por tal iniciativa que viene a salvar uno de los edificios algecireño­s más originales y con mayor carga emocional de nuestra ciudad. Es una capillita que de ninguna de las maneras se puede perder, ya que es prácticame­nte el único edifico neogótico de la ciudad, con vidrieras modernista­s y su singularid­ad es motivo más que suficiente para preservarl­o de la demolición. Espero que, tras su restauraci­ón, y con su patrimonio artístico íntegro, venga a enriquecer el acervo cultural de nuestra ciudad.

Durante mucho tiempo se sostuvo que su retablo fue construido con cajas de pescado

 ?? E. S. ?? Vista de la cabecera, con retablo, coro y rosetón. Arriba, vista aérea del inmueble.
E. S. Vista de la cabecera, con retablo, coro y rosetón. Arriba, vista aérea del inmueble.
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 ?? E. S. ?? Vidrieras modernista­s con motivos florales.
E. S. Vidrieras modernista­s con motivos florales.
 ?? E. S. ?? Vidriera modernista con inscripció­n.
E. S. Vidriera modernista con inscripció­n.

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