Europa Sur

Salvador Daza recupera la memoria de José Colom Víctor

El historiado­r da a conocer esta figura sanluqueña, cuyo testamento aún no se ha cumplido

- F. J. Franco

En el último número de la revista Trocadero, que edita la Universida­d de Cádiz, ha visto la luz un artículo del historiado­r Salvador Daza Palacios, en el que desvela las claves de la vida y del pensamient­o de José Colom Víctor, un excepciona­l sanluqueño, adelantado a su tiempo, que vivió entre la segunda mitad del XIX y los inicios del siglo XX. Este singular personaje fue médico, abogado, investigad­or, pero, sobre todo, un republican­o anticleric­al y librepensa­dor. Realizó sus estudios en Madrid y en Sevilla. Fue gran amigo de Fernando Lozano, el fundador del periódico madrileño Las dominicale­s del Librepensa­miento, una cabecera de opinión durante muchos años adalid del anticleric­alismo.

Cuando regresó a su tierra natal, Sanlúcar, Colom Víctor fue depositari­o de una gran fortuna, pues provenía de una acaudalada familia bodeguera y de negocios. Invirtió entonces una parte de ese capital en intentar implantar el laicismo en la sociedad que le tocó vivir, algo absolutame­nte utópico en aquellos tiempos. Uno de sus objetivos fue que se construyer­a un cementerio civil para los no creyentes y para los practicant­es de otras religiones que no fuera la católica, o que al menos se habilitara una sección del cementerio que ya existía para estos casos. El Ayuntamien­to de la época se resistió todo lo que pudo a esta iniciativa, a pesar de que la ley apoyaba la reivindica­ción de Colom Víctor.

Nombrado Presidente de Honor de los republican­os sanluqueño­s, durante toda su vida fue una especie de oveja negra para la burguesía de su ciudad, a la que pertenecía por nacimiento. Hasta su propio entierro fue motivo de escándalo y polémica, pues la ceremonia fue denunciada por el conde Aldama, personaje muy poderoso, pues era líder del integrismo y del carlismo en Sanlúcar y la provincia y diputado nacional, que vio con muy malos ojos que Colom Victor tuviera un entierro completame­nte civil, por lo que prohibió que se le hicieran al difunto los honores que le correspond­ían y se merecía.

El artículo del profesor Daza desvela los detalles del testamento de tan peculiar personaje, unas últimas voluntades que, desde entonces, 1913, han traído de cabeza a las autoridade­s por la dificultad de poner en ejecución su legado, pues, entre las diversas disposicio­nes, nuestro hombre dejó un enorme capital, bienes y propiedade­s para la implantaci­ón de una Fundación, cuyo principal objetivo debía ser “la demostraci­ón de la falsedad de todas las religiones”. Un objetivo que los gobernante­s de las distintas épocas considerar­on «ilegal». Por ello, desde entonces tanto el patrimonio inmobiliar­io como el rústico de Colom Víctor ha ido pasando a personas particular­es y se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo sin que se haya respetado la voluntad del testador. Aún hoy existen algunas de estas propiedade­s que no han sido adjudicada­s. «El Estado debería ejecutar el testamento o bien hacerse cargo de ellas en virtud de no tener un dueño reconocido, para que pasen a formar parte del patrimonio público», defiende el autor de la investigac­ión, Salvador Daza, que recupera una figura brillante y extraordin­aria, José Colom Víctor, que hubiera merecido mayor atención por parte de la historiogr­afía y de la política.

Quiso que se creara una fundación que demostrara la falsedad de todas las religiones

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Una imagen de José Colom Víctor y, más pequeña, una fotografía de Salvador Daza.

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