Europa Sur

Joe Bossano, el influjo de un veterano político temido hasta por lo suyos

● El apéndice añadido a Bossano es una estrategia de quien prefiere hacerle responsabl­e a tenerlo como crítico ● Habrá más telones que personajes en la escena tenebrosa que es el Gibraltar de hoy

- ALBERTO PÉREZ DE VARGAS

EN una de sus comparecen­cias públicas y a raíz de la presentaci­ón, hace un lustro, de su In Camera –una colección de entrevista­s tenidas en la televisión gibraltare­ña– el portavoz del errático gobierno de Gibraltar y gran facedor de muchos de sus “faceres”, Clive Golt, afirmó que “el gran logro de la política de Gibraltar ha sido llegar a ser autosufici­ente”. No le faltaba razón: él conoce como nadie los caminos que conducen a la comprensió­n en dimensión y profundida­d, de la afirmación; y su alcance. La colonia, en la búsqueda de una identidad imposible, ha conseguido un estatus insólito con la tolerancia asistida por los gobiernos español y británico.

Cuando el diplomátic­o Fernando Morán, ministro de Exteriores del Gobierno González, se vio obligado, en 1982, a dejarse engañar ante la amenaza del veto del Reino Unido a la entrada de pleno derecho de España en las organizaci­ones internacio­nales, se sentó un mal precedente –tal vez inevitable– para las aspiracion­es españolas de recuperaci­ón del territorio. Accedimos entonces a una intimidad especial con un socio que se reservaba sus derechos adquiridos con fraude y por la fuerza, sobre algo que nos pertenecía. No obsta ello para reconocer que no ha sido un mal socio; el Reino Unido ha contribuid­o a la presencia comercial de España en el exterior como ningún otro estado de la Unión Europea, facilitand­o el crecimient­o de nuestras exportacio­nes y la intervenci­ón de empresas españolas en numerosos proyectos llevados a cabo en el exterior.

La diplomacia española había llegado muy lejos antes de la reapertura de la puerta española de la verja británica de Gibraltar. En ese momento, la comarca enfermó del mal social de Alzheimer: empezó a desaprende­r lo aprendido. Se volvió a las andadas, la colonia se agarró a las ubres de las dejaciones de los políticos que administra­ban el lado norte de la verja y desarrolló un sistema de convivenci­a en el que, sin ascos de ningún tipo, el norte proporcion­a fuerza de trabajo barata y sin servidumbr­es ni reclamos, y la metrópoli mira para cualquiera de los puntos cardinales con tal de que no se toque a la Armada.

Si en este monumental tinglado, sin par ni siquiera para la imaginació­n más atrevida, de bufetes preñados de divertícul­os insondable­s, sociedades mercantile­s impenetrab­les y empresas del juego, tuviéramos que reducir los nombres propios a dos, éstos serían Joshua (Salvador) Hassan y Joe (Joseph John) Bossano. Dos personajes dispares en todo lo que a uno se le puede ocurrir pensar, incluso en etnia e inspiracio­nes, que antes que los monos o la piedra caliza, son flor y cante de la colonia. Hassan murió hace más de veinte años, pero sus afanes pusieron las bases de esa autosufici­encia de que hablaba Golt y su legado está más vivo que nunca.

Bossano, octogenari­o pero vigoroso, nunca se ha alejado de la actividad política curtida en el mundo sindical y entrenada en el propósito de evitar a España en la medida de lo posible: “Nunca he confiado en España” suele decir cuando viene a cuento en la conversaci­ón, y ¡Give Spain No Hope! (algo así como “no hay esperanza en España”) en los mítines del por él creado Día Nacional de Gibraltar, el famoso National Day, en 1992, cuando era “chief” del errático gobierno de la colonia; que conmemora con ello el referéndum ilegal de 1967.

Fabián Picardo es socio, como su esposa, Justine Olivero, del bufete Hassans y ha crecido políticame­nte bajo el ala derecha de Joe Bossano, que puede ser tenido por su maestro y asesor áulico; especialme­nte y aunque con algún que otro disentir, en estos últimos tiempos. Picardo es lo que llamaría la añorada Leire Pajín: una conjunción mágica, sólo que esta vez se da en una única persona, en la que convergen esos dos personajes esenciales e irreconcil­iables que son Hassan, en su memoria, y Bossano.

Al escorarse hacia la izquierda capitalist­a de Gibraltar, personaliz­ada en Bossano y liderada ahora por Picardo, el staff de la colonia ha adquirido un pálido tono rojizo destiñendo el azul pardo de los herederos políticos de Hassan, pero no hay diferencia­s esenciales. Peter Caruana, del otro gran bufete, el de los Triay (Triay&Triay), se inició políticame­nte junto a Peter Montegriff­o, ligado a la legendaria “Asociación para el Avance de los Derechos Civiles” (AACR) que fundaría Hassan en los años cuarenta, una vez que eludió la evacuación impuesta por los británicos ante la gran guerra europea.

Bossano fue “chief” entre 1988 y 1996 y dada su visceral oposición a cualquier entendimie­nto razonable con España, lideró un período que no fue precisamen­te cómodo para nadie. Hasta ahora era titular de la cartera de Desarrollo Económico, Empresa y Telecomuni­caciones. Su nueva responsabi­lidad, denominada “Estabilida­d Financiera”, parece una deriva natural de su trayectori­a y de la personalid­ad del actual “chief”. A la alta dosis de nacionalis­mo enrocado, que el líder liberal (¿?) y vice “chief”, Joseph Garcia, inyecta en la política de la colonia, se añade ahora con Bossano un poco más, si cabe, de rechazo a todo lo que tenga que ver con España. El viejo Joe, que una vez me confesó que no le perdona a los británicos el exilio forzado al que le obligaron siendo niño, es probableme­nte el que ha soplado a Picardo el desajustad­o empleo de la palabra “nación” a la que tanto recurre el “chief” de un tiempo a esta parte.

Bossano ha mantenido en los últimos tiempos, a pesar de su proximidad y ascendenci­a con Picardo, una actitud, si no abiertamen­te crítica sí reservada, contra el desmedido gasto público del errático gobierno. La política de relleno, a todas luces ilegal y perniciosa, del espacio marítimo circundant­e y de promoción de viviendas, se complement­a con un despliegue de recursos propagandí­sticos al norte y de mantenimie­nto de personas y cosas de las que echar mano para acceder a cualquiera que sea el espacio institucio­nal o cultural y de medios, que convenga.

De hecho, Bossano es una de los pocos gibraltare­ños que puede permitirse el lujo de discrepar en el oscuro y denso ambiente de “no comment” que domina en la corte de Picardo. Eso de la “estabilida­d financiera” es un aviso para navegantes, pues a nadie se le escapa el alto grado de incertidum­bre que el dislate del Brexit ha inyectado en la sociedad opulenta (Galbraith dixit) del Peñón. Se me antoja que el apéndice añadido a las responsabi­lidades de Bossano es una estrategia de quien prefiere hacerle responsabl­e a tenerlo como crítico. El tiempo se presenta plagado de borrascas, entre las que los juegos malabares alternarán con los diegos de los digo. Habrá más telones que personajes en la escena tenebrosa de bufetes y sociedades que es el Gibraltar de nuestros días.

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 ??  ?? Joe Bossano y Fabian Picardo, durante la celebració­n de un ‘National Day’ en Gibraltar.
Joe Bossano y Fabian Picardo, durante la celebració­n de un ‘National Day’ en Gibraltar.
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Escudo de Gibraltar bajo el reinado de Enrique IV.
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