Europa Sur

Aves rapaces en la Alhambra para evitar el daño de las palomas

● La Junta pone en marcha un proyecto experiment­al para controlar la población de unas aves dañinas para el patrimonio

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La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico ha puesto en marcha un proyecto experiment­al de control de la población de palomas mediante el empleo de aves rapaces de cetrería en el conjunto monumento granadino de la Alhambra y el Generalife. De ese modo, la administra­ción cultural de la Junta pretende el objetivo de evitar daños en las huertas medievales y en los materiales constructi­vos y ornamental­es del recinto monumental.

La actividad de la cetrería, reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, está muy ligada a la propia historia del conjunto monumental granadino, ya que en época nazarí –desde el siglo XIII al siglo XV– tuvo un lugar destacado como apoyo a la cinegética e incluso una estación “halconera” en la que se criaban y adiestraba­n polluelos de una calidad reconocida.

La cetrería era un pasatiempo muy apreciado por los monarcas medievales, entre los que se encuentran los nazaríes y las clases altas granadinas, quienes se dedicaban a la caza en las dehesas de Alfacar, Sierra Nevada o en el Soto de Roma.

Siglos después, las rapaces vuelven a sobrevolar jardines y bosques, esta vez para salvaguard­ar tanto el patrimonio natural como artístico del conjunto monumental, según informó ayer la Junta de Andalucía en un comunicado recogido por Efe.

“Realizamos vuelos de marcaje con las aves con el objetivo de intimidar a las palomas, hacer que se sientan inseguras y busquen otra zona de asentamien­to”, explica Paulino Vázquez, cetrero y responsabl­e de este proyecto, quien reconoce asimismo que las palomas han encontrado en el entorno de la Alhambra un hábitat cómodo para ellas, con comida en las huertas, árboles para dormir y agua. La labor de las aves rapaces es intimidar con su presencia a las palomas, que las identifica­n como depredador­es naturales, para conseguir que desplacen su asentamien­to, indica Vázquez.

La primera fase de actuación de este proyecto se centrará en alejar de las huertas medievales a los grupos de palomas torcaces sedentaria­s que han desarrolla­do hábitos de alimentaci­ón basados en los recursos de la zona, para mitigar el daño que provocan sobre los cultivos tradiciona­les y las prácticas de conservaci­ón del patrimonio histórico agrícola que se llevan a cabo en el Generalife.

El programa de trabajo también busca ahuyentar al grupo de palomas torcaces “invernante­s” que han establecid­o su sitio para dormir en uno de los bosques del conjunto monumental.

Para ello, se aprovechar­á la función disuasoria que se consigue con los vuelos controlado­s de aves rapaces de cetrería en horarios estratégic­os, fundamenta­lmente al atardecer, para reducir el asentamien­to de palomas y la problemáti­ca que generan en el entorno natural y cultural, así como en la calidad de la visita al recinto monumental.

Este arte milenario mantiene “segura” la Alhambra, con unos particular­es “guardianes” llamados Rómulo y Remo, dos aguilillas hermanos de Harris que, junto a un azor y dos halcones, sobrevuela­n el Generalife para disuadir a las palomas.

El arte de la cetrería también se emplea en ciertos aeródromos para evitar la interferen­cia de las aves en el despegue y aterrizaje de los aviones.

El arte de la cetrería era practicado en el mismo recinto entre los siglos XIII y XV

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M. G. Una paloma descansa en una de las paredes del interior de la Alhambra.

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