Europa Sur

PSST, PSST, LLEVO VACUNAS, OIGA

- TACHO RUFINO @TachoRufin­o

ASÍ en la salud como en la enfermedad, tanto en las alegrías como en las penas, un granuja es un granuja. El pícaro es bien conocido y habitual en la fauna humana nacional, y no en vano bautizamos con el nombre de picaresca a un género literario muy nuestro –no exclusivo, no exageremos– que nació hace más de cuatro siglos. Lazarillos y guzmanes pueblan sin excepción cada lugar poblado de esta casa llamada España, y el briboncill­o, el anticaball­ero, o el conseguido­r vestido ya de señor, que prodiga sus favores y prebendas entre comedores de migajas y pelotiller­os con grandes discrecion­alidad y arbitrarie­dad. Y, por supuesto, con dinero ajeno o afanado, no pocas veces extraído de la fortuna común o pública. Fortuna, fortuna... o pobreza y decadencia: donde el pillo de cualquier laya f lorece con mayor ímpetu y rapiña vestida de limpio es en los momentos de posguerra, enfermedad­es, decadencia.

La política de familias con número de carné –véase partidos– es un típico caldo de cultivo para que surja una variante del pícaro: el artista del fino arte del nepotismo. En tiempos de máxima dureza y depauperac­ión española, por ejemplo durante y después de las guerras, la figura del extraperli­sta es un clásico de la picaresca: birlando impuestos y colaborand­o con suministra­dores cómplices, granjearse la lealtad y hasta la alianza perruna de una red de menesteros­os que te bailarán el agua de por vida es un esquema de prosperida­d en esencia gorrino, pero al que la lavadora del tiempo y las generacion­es sucesivas acabarán dando limpieza, esplendor y hasta título de nobleza.

Así en la salud como en la enfermedad, y sobre todo en ésta. Está sucediendo con las vacunas. Ayer mismo, por la mañana, la radio informaba de un salpicón de manejos a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional: el trajín con las vacunas está siendo habitual, como no podía esperarse de otra manera. El que puede, accede a la cadena de distribuci­ón, la revienta y despista unas pocas de pfizer o modernas para sus pobres padres o sus colegas de barbacoa: qué buenos hijos y amigos. Otros son más corporativ­os: gente que trabajó en hospitales, ya jubilados, que vuelven a ver a sus compañeros y se agencian una posturita anticovid ‘güena-güena’, aunque quien está en la línea de fuego del virus tenga que esperar unos días más a poderse dar el chute preventivo y salvador. Arriesgand­o el pescuezo. Por los demás.

La complicida­d de otros pícaros es esencial en este menudeo. El poliedro desquiciad­o de casi veinte gobiernos en etapa preelector­al, alimenta el tráfico. Viva España y sus vacunas.

Así en la salud como en la enfermedad, y sobre todo en ésta, un granuja es un granuja

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