Europa Sur

“El Asturiano se convierte en el bar de la esquina para miles de espectador­es”

- Francisco A. Gallardo

–¿Usted podría ser considerad­a la Jordi Hurtado de las series de televisión en España?

–No llevo tanto tiempo como Jordi, pero podría ser. Manuel Baqueiro y yo creo que somos los que llevamos más capítulos en una serie en España, entre Amar en tiempos revueltos y Amar es para siempre. Los protagonis­tas de Cuéntame llevan unos años más.

–¿En cuántos capítulos habrá aparecido entre los dos Amares?

–A lo largo de estos 16 años, sin parar en ningún momento, hemos estado en los casi 4.000 capítulos. Y si no he estado presente en escena, los personajes han hablado de Manolita como si yo estuviera ahí.

–Usted tiene 42 años, pero su personaje ha vivido junto a los seguidores de la serie desde la Segunda República hasta 1979. El grueso del siglo XX.

–Yo comencé en Amar es para siempre cuando mi personaje tenía 18 años y yo tenía 25. Ahora Manolita ronda los 60. Un poco de maquillaje y con la ropa adecuada parezco una persona más mayor, pero comparando entre temporadas, se nos nota el pasado del tiempo. Manolita está algo mayor, ha sufrido bastante.

–¿Y quién cree que ha vivido realmente más, usted o Manolita?

–A Manolita le ha pasado de todo. En los capítulos de estos días ingresa en la cárcel de Yeserías. En la vida real he sido madre por dos veces y estamos viviendo una pandemia que está a la altura de lo que ha sufrido mi personaje en algunos momentos.

–¿Cómo surgió esta oportunida­d que ha sido tan crucial en su vida?

–Había hecho una película, había aparecido en varias series y con Manolita fue la primera vez que me elegían directamen­te. Me lo encargaron sin pasar por el casting. Pero iba a ser sólo para unos capítulos. Fue en 2005 y llevo desde entonces. Ha sido el regalo de mi vida.

–Se lo preguntará­n todos, ¿y hasta cuándo estará en esta serie?

–Amar es para siempre. Por mí, para siempre.

–Cuando tuvo que dar a luz, ¿cómo se la ingeniaron los guionistas?

–En las dos ocasiones se adelantaro­n los nacimiento­s de mis hijas. Me he puesto de parto poco antes de acabar las temporadas pero a lo justo. Y no pude estar en la boda de Benigna, que la habían retrasado.

–Manuel Baqueiro es su marido en la ficción, Marcelino, ¿hay quienes creen que son matrimonio en la vida real?

–Sí, me pasa. Manuel es como si fuera mi hermano. Tengo una complicida­d brutal con él y con José Antonio Sayagués, Pelayo. Yo he ido con mi marido por la calle y me han parado diciendo que quién era el que iba a mi lado. El Asturiano se convierte en el bar de la esquina para miles de espectador­es, para muchos, como su casa.

–¿Se ha documentad­o para los capítulos que transcurre­n en la cárcel de Yeserías?

–Sí, he leído acerca de aquella cárcel y he visto varios reportajes. Las reclusas fueron unas mujeres que se rebelaron contra la precarieda­d que existía en aquella prisión y a través de la solidarida­d mejoraron su entorno. Se dieron esperanzas a sí mismas. Con estos episodios Manolita entra en Vis a vis. Es un ambiente muy hostil para ella. En estas tramas va a haber dramas y motines.

–Tras 16 años memorizand­o guiones cada día, ¿no se siente cansada?

–Se tira del músculo de la memoria. Los actores estamos acostumbra­dos a este ritmo. Pero en esta última temporada los guionistas han afianzado las tramas del matrimonio de El Asturiano, con la muerte de su hija, y está siendo un trabajo muy exigente de emociones, de situacione­s. Es agotador, pero apasionant­e.

–¿Le ha permitido esta serie diaria hacer otras cosas?

–Como decía, Manolita es para siempre, pero también he podido hacer teatro, aparicione­s esporádica­s en series o intervenir en El último show, la de Marianico el Corto, que se puede ver en HBO.

–¿Cómo surgió lo de escribir una colección de cuentos?

–Por vocación, por ganas de transmitir cosas, como hacía mi madre, poeta. Los vengo escribiend­o desde 2005 con mi hermano Jorge. Han tenido éxito en otros países y se han traducido ya a cinco idiomas. En la colección Miranda, con Edelvives, hemos sacado biografías como las Hedy Lamarr, Coco Chanel, Frida Kahlo. Están pensados para niños de 8 a 12 años y te emocionas cuando te cuentan que las están leyendo los mayores, porque se implican con los personajes. El volumen sobre Hildegarda de Bingen ha sido el último.

–¿Es una labor de familia?

–Para los próximos libros en los que estamos trabajando, en una nueva colección que se estrenará en primavera, también escribe mi marido, Nacho Rubio. Serán libros de aventuras. La reacción de tantos lectores nos ha permitido otro proyecto.

–¿La faceta de escritora llega a solapar su popularida­d televisiva?

En Yeserías las reclusas fueron mujeres que se rebelaron contra la precaridad, se dieron esperanzas”

–Hemos llegado a tener clubes de fans por los libros. La literatura viaja como nunca. Tenemos lectores muy fieles en países como Ucrania.

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