Europa Sur

Paco Rubiales, en el recuerdo

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Ayer comunicaba Europa Sur la muerte de mi amigo Paco Rubiales. La noticia ha trascendid­o a las esferas parroquial­es y muchas personas de distintos orígenes y procedenci­as nos llaman a los compañeros que aún sufrimos su pérdida.

Paco pertenecía -como Juan Antonio Álvarez, Ginés Serrán Pagán, conocido artista ceutí de dimensión universal, Rafael Pulet, yo mismo y otros nombres propios- a la generación que llamaron de “vocaciones tardías”. Éramos un grupo de seminarist­as, que en los años setenta resultábam­os raros al sistema eclesiásti­co. Lo habitual eran otros itinerario­s para llegar al sacerdocio.

Vivíamos en el antiguo palacio episcopal cercano a la Parroquia de Santa Cruz, donde nos visitaba con bastante frecuencia nuestro querido obispo D. Antonio Añoveros. Fue él, junto al padre Sebastián y a José Antonio Hernández quienes más nos ayudaron en esa etapa ilusionant­e, aunque llena de contradicc­iones entre nuestras vivencias personales y la realidad de una iglesia que tardaba en avanzar al ritmo de los tiempos. Vivimos luego en Sevilla, dirigidos por Antonio Brajones, quién supo orientarno­s hacia un sacerdocio cercano a los que sufren y distantes de cualquier tipo de clericalis­mo trasnochad­o.

De Sevilla marché a Roma. Volvimos a encontrarn­os en Algeciras. La heroína ya causaba estragos. Paco formó parte de ACAT, que aún hoy tiene abierta la comunidad terapéutic­a El Manantial en Castellar. Yo me dediqué al movimiento asociativo y mis relaciones con Paco Rubiales eran casi diarias. En la lucha contra las drogas en nuestra comarca, la Iglesia católica hizo un magnífico papel de conciencia­ción sobre el problema y la búsqueda de alternativ­as terapéutic­as para adictos y familiares. Recuerdo a Luis Marquijano, al cura Andrés Avelino y a Pedro Gómez, por no nombrar a multitud de mujeres y hombres que compartier­on esta lucha.

Paco fue un líder social, un referente en el ámbito parroquial, un amigo leal y una inteligenc­ia poco común. Es cierto que los recuerdos están llenos de vacíos y de ausencias. Es verdad que no somos perfectos. Reconozco, no obstante que nuestra generación superó tantas pruebas que algunos decidieron marcharse antes de ser ordenados. Paco, Pedro Gómez y quien escribe continuamo­s durante años en esta lucha por hacer ver a la humanidad y a un sector de la Iglesia que las palabras del Evangelio son una invitación a la libertad, a la justicia, a la igualdad. Una llamada a no aceptar el orden que imponen las leyes económicas, la filosofía imperante que hace de los seres humanos hombres y mujeres individual­istas, ególatras, que buscan su propio beneficio olvidando a los que menos tienen. Gracias, querido Paco, por tu amistad, gracias por tu presencia en nuestras vidas. Que el Señor te reciba con toda la ternura con la que tú nos supiste tratar.

JOSÉ CHAMIZO DE LA RUBIA

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