Europa Sur

SALVADORES

- JOSÉ ANTONIO CARRIZOSA jacarrizos­a@grupojoly.com

ESTÁN dispuestos a hacerlo por tercera vez. Quieren salvar la Semana Santa, como antes quisieron salvar el verano y las navidades con los resultados que no hay que explicarle a nadie. Quizás sólo a la ministra que, en un alarde de frivolidad que en un país normal le hubiera costado el puesto a las pocas horas, salió con la estrafalar­ia propuesta el mismo día que se conocía que las cifras de muertos están batiendo todos los récords o que el presidente del Colegio de Médicos de Granada avisaba con angustia de que ya hay que selecciona­r a los enfermos que tienen el privilegio de ingresar en cuidados intensivos. Es el precio de haber salvado, en lenguaje que puso de moda Pedro Sánchez en sus homilías del primer estado de alarma, desde el puente de la Constituci­ón a los Reyes Magos. Que ahora una ministra, la desconocid­a Reyes Maroto, se atreva ni tan siquiera a insinuar que se pueden normalizar los viajes turísticos de aquí a dos meses es de una irresponsa­bilidad que tiene poca explicació­n, incluso en un Gobierno de comportami­entos tan erráticos como el que nos ha tocado en esta situación. Errático por falta de peso específico, pero también porque ha acentuado hasta no poder más un defecto muy propio de la clase gobernante: decir a cada uno lo que cada uno quiere oír aun a riesgo de incurrir en el disparate. Y Maroto estaba hablando para un colectivo que lo está pasando especialme­nte mal como es el empresaria­do turístico, al que le queda todavía un largo camino para plantearse siquiera recuperar la normalidad.

El incidente, si es que se le puede llamar así, no tendría más relevancia que la de una declaració­n desafortun­ada en un momento especialme­nte inoportuno si no fuera porque es revelador de la forma en la que se está afrontando la crisis sanitaria desde diversas instancias políticas. Por poner dos ejemplos de diferente signo: el Gobierno de España y la Comunidad de Madrid. En ambos casos se parte de ignorar la gravedad de lo que ocurre y se trata de contentar a colectivos con criterios clientelar­es. Eso viene siendo así desde el comienzo de la pandemia hace ya casi un año y ha tenido consecuenc­ias cuya gravedad no se le oculta a nadie. Estamos en medio de una tercera ola de contagios que todavía tardará en remitir. Lo único que cabe hacer ahora mismo es arreglar lo antes posible el retraso en las vacunacion­es y mantener todas las restriccio­nes para evitar tenernos que enfrentar a una cuarta. No lo vamos a conseguir con frivolidad­es voluntaris­tas.

La idea de ‘salvar’ la Semana Santa es reveladora de una mentalidad frívola que ignora cómo está la situación

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