Europa Sur

EL PASADO SIEMPRE VUELVE

- PILAR CERNUDA

NADIE escapa a la hemeroteca ni al pasado, y el caso Bárcenas, o los numerosos casos ligados a los tiempos en los que Bárcenas era tesorero del PP, han regresado a primera línea. Para desesperac­ión del PP actual, que no tiene nada que ver con el de Aznar y Rajoy. No hay un solo miembro de la dirección imputado, y la bandera con la que se presentaro­n a las primarias del partido fue la lucha implacable contra la corrupción.

Todos los ojos están puestos hoy en Rajoy, al que la corrupción expulsó del Gobierno con una moción de censura de Sánchez. Corrupción que resultó presunta, porque el partido fue absuelto. La semana próxima, Rajoy y otros personas de su equipo, entre ellas Cospedal y Arenas, tendrán que comparecer de nuevo ante el juez. No como imputados sino como testigos, y ahí ya no cabe mentir.

Es difícil pronunciar­se sobre los papeles de Bárcenas. Que en el PP ha habido corrupción es innegable, destacados miembros del partido han conocido la cárcel; pero también es innegable que existen dudas sobre el grado de corrupción de cada uno de sus dirigentes y también sobre su grado de conocimien­to sobre el manejo de los dineros del PP. Luis Bárcenas ha cambiado de versión varias veces, en función de su estado de ánimo, del trato recibido y, sobre todo, de la situación de su mujer, hoy en prisión, como él mismo.

El acuerdo al que ha llegado Bárcenas con la Fiscalía tiene que ver con la venganza hacia quienes fueron sus jefes y amigos en el PP y tiene que ver también con la intención de conseguir beneficios penitencia­rios. En el escrito que envía a la Fiscalía para dar cuenta de datos relacionad­os con los casos en los que está imputado no hay novedades, ni siquiera lo es que según él entregó un documento a Rajoy sobre donaciones al partido, y que el presidente del PP lo introdujo inmediatam­ente en la triturador­a, aunque él tenía copia. Ya se lo había contado al juez Ruz.

Se comprende a Bárcenas. Se siente utilizado por el PP y culpable del encarcelam­iento de su mujer. Es lógica su intención de que se investigue­n actitudes y decisiones de sus superiores, porque es él quien lleva cuatro años en prisión mientras esos superiores miran hacia otro lado como si no tuvieran nada que ver con lo que ocurría en la calle Génova. Lo que ocurre es que en más de siete años de investigac­iones no hay pruebas contundent­es que demuestren que Rajoy y otros dirigentes del PP cometieron delito. A no ser que Luis Bárcenas las presente ahora y, como dice él mismo y desean los adversario­s del ex presidente, esas pruebas sean incuestion­ables.

Se comprende a Bárcenas. Se siente utilizado por el PP y culpable del encarcelam­iento de su mujer

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